*La reforma del Estado es impostergable. Llama a ella la inteligencia nacional, encarnada en el texto Constitucionalismo crítico. Ideas para la transición constitucional en la era post Covid-19. Diego Valadés abre una puerta, ¿querrá AMLO atisbar el umbral?
Gregorio Ortega Molina
El fondo del problema de la Línea Dorada no está en los dictámenes ni en la información difundida, reside en las decisiones que toma el presidente de la República (iniciadas con la visita de Claudia Sheinbaum y Carlos Slim al despacho de Andrés Manuel), porque -con culpables y sin ellos- da en la línea de flotación de su proyecto de gobierno y destruye su autopromoción de que no son como los de antes.
Para mayor daño a la sociedad mexicana no se sancionará a los verdaderos corruptos y corruptores de ese fracaso, porque son amigos de la 4T y porque el México bueno y sabio ya sancionó, los conoce e intuye que pagarán “el pato” los más pequeños de los funcionarios, ingenieros y arquitectos que tuvieron a su cargo la obra, pero también porque se presume que buena parte de ese dinero negro se utilizó en armar y sostener económicamente el entramado de Morena como partido. Ni manera de comprobarlo, sólo el usufructuario lo sabe y actuará en consecuencia.
De ningún modo transparentarán el diseño original de la obra con lo que realmente estuvo en servicio; tampoco permitirán que se confronte la calidad de los materiales de construcción y rodamiento requeridos para el funcionamiento de óptima calidad y que evitara pérdida de vidas, con lo que se puso al servicio de los usuarios.
Obvio que los señalados: Ebrard, Delgado y Horcasitas saldrán indemnes, y constructora Carso la librará con sentencias e indemnizaciones a modo o, en el peor de los casos, se le restituirá con nuevos contratos.
No importa el desenlace. Los que hoy mangonean ya no podrán insistir en que son distintos, que no son los mismos, que moralmente son irreprochables, y habría que preguntar a las familias de las víctimas si así lo consideran, como a los padres de los niños con cáncer, o los jubilados y pensionados que han de pellizcar sus exiguos recursos para comprar las medicinas que dejaron de surtirles hace mucho.
Ahora puede colegirse que Andrés Manuel López Obrador debió admirar a Gonzalo N. Santos, pues a luces se ve que considera a la moral como un árbol que da moras y un frondoso ramaje para cubrir a sus familiares, amigos y protegidos, idéntico a los que dan sombra en la selva tabasqueña.
Imposible no caer en la tentación de revisar el tema, y percatarnos que este experimento político resultó más gravoso que el de Vicente Fox, y que, dadas las condiciones impuestas por la globalización, el libre mercado y el Covid-19, lo que urge, ahora, es convocar a la unidad nacional, sin filias ni fobias, que pasa por la reconstrucción del nacionalismo mexicano, ese que tan cuidadamente construyeron los ideólogos de la Revolución.
La reforma del Estado es impostergable. Llama a ella la inteligencia nacional, encarnada en el texto Constitucionalismo crítico. Ideas para la transición constitucional en la era post Covid-19. Diego Valadés abre una puerta, ¿querrá AMLO atisbar el umbral?
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