FRANCISCO RODRÍGUEZ
La pesadilla chairopopulista nos ha confirmado a los mexicanos lo verdaderamente peligroso que es confiar en la capacidad mental reducida y comprobadamente abyecta de un sujeto a quien encargamos el Poder Ejecutivo. Un poder repleto de todas las facultades y atribuciones metaconstitucionales para hacer y deshacer a su antojo sobre la suerte de todo un país.
Pone los pelos de punta el sólo pensar qué hubiera quedado de la Nación de haberse conjugado dos cosas: el éxito de las reformas a las que no había que cambiarle “ni una coma”, y el triunfo electoral de Morena para constituir mayoría calificada en la Cámara Baja. No hubieran quedado ni rastros de este país, en sólo tres años de ejercicio de la ambición chairopopulista.
Estuvimos a un milímetro de perderlo todo, hasta la manera de andar. Todo por confiar en un grupo de petimetres, escogidos por el “caudillo” y recomendados por su hijo Andy, que llegaron a levantar el santo y las limosnas. Y aunque la riqueza mexicana ha resistido bandoleros de todo tamaño, tampoco está para seguir poniéndola a prueba.
Tenemos que pasar el presidencialismo a la báscula
La única solución para acabar de tajo con los males mayores que nos revelaron: corrupción, entreguismo, falta de amor por el país, codicia sin límites, amenazas contra la libertad de expresión, asesinatos de periodistas, ejecución de pueblos enteros, complicidad con el narcotráfico, legislaciones en contra de la Constitución, ridículos diplomáticos, abusos de poder, violaciones electorales y derroche del presupuesto público …
… para mantener sus aldeanas posiciones políticas, no deben repetirse sobre el rostro de este país: ¡hay que poner un límite! No hay de otra sino pasar el presidencialismo a la báscula, rasurar sus excesivas y grasientas carnosidades, y repartir las cuotas del poder excesivo entre más mexicanos, que funcionen como contrapeso y refreno efectivo de todas las excentricidades que emanan de ese insoportable tufo de Palacio Nacional.
Presidencialismo, contra la hegemonía de Elías Calles
La posición geopolítica y estratégica de la riqueza mexicana que aún nos queda no puede estar tan expuesta a las ambiciones de los extranjeros. Nadie debe tener la capacidad de que, con sólo firmar cualquier contrato o concesión adjudicada, entregue pedazos de geografía, les dé la llave de la explotación, siga acabando con este país. Es urgente y sumamente necesario. Los casos aún vigentes de Odebrecht, OHL y ENI han sido suficientes.
No es cierto que en el ADN de los mexicanos esté omnipresente el sistema presidencialista. La excesiva acumulación de facultades se derivó de la necesidad de recortar la hegemonía de Plutarco Elías Calles, el llamado Jefe Máximo de la Revolución, para que dejara trabajar en paz al cardenismo, y éste pudiera tener libertad de maniobra para recuperar el rumbo social de la República.
Hay que decir adiós a un sistema de abusos e incompetencia
Si el Presidencialismo fue una respuesta al abuso del caudillismo, después, cuando cayó en manos de los ambiciosos, demostró que era un sistema letal para la soberanía nacional. El paso de Miguel Alemán y su pandilla de rufianes, de Díaz Ordaz y su gorilato acomplejado, del enloquecido Echeverría…
… del frívolo López Portillo, del grisáceo Miguel de la Madrid, del destructor del Estado Carlos Salinas de Gortari, del nefasto Ernesto Zedillo, del ignorante mandilón Vicente Fox, del beodo Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, del chiquilicuatre Peñita y, ahora, del “caudillo” del chairopopulismo debería ser suficiente para cambiar página y decirle adiós a un sistema presidencialista de abusos e incompetencia. Todavía tenemos cómo hacerlo.
Prioritario, poner a trabajar a un Congreso que no sea de peleles
¿Que va a costar trabajo? Ni quien lo dude. Lo que cueste, lo que no puede permitirse es que la llegada de cualquier pelmazo a la titularidad del Ejecutivo Federal nos tenga siempre a la cuarta pregunta, como pasa cada sexenio desde hace más de ochenta años. Los mexicanos merecemos tranquilidad y paz, respirar el aire del respeto y el trabajo, confiar en el futuro de la patria, recuperar la identidad y los símbolos nacionales más preciados.
Se necesita poner a trabajar un Congreso real, no la fantochada que tenemos en las cámaras de Diputados y Senadores, pues hemos sido testigos de cómo han empinado a sus peleles coordinados al capricho del “caudillo” que, a través de ellos, se ha adueñado de las mayores posiciones de la judicatura civil, electoral, administrativa y económica de este país.
Juicio político expedito sobre tooodas las figuras públicas
Sin duda, deben acotarse de inmediato las facultades metaconstitucionales del Presidente, meter el freno a los excesos de Jefe de las cada vez más todoabarcantes Fuerzas Armadas y de la represión policíaca en todo el territorio nacional, así como de las facultades reglamentarias y de emitir decretos que esquivan la supervisión del Congreso, así como la procedencia expedita del juicio político sobre todas las figuras públicas.
Urge abordar la cuestión relativa al proceso electoral, y posterior a él, para zanjar la abismal diferencia que existe entre ganadores y perdedores absolutos. modificar los documentos de gobierno del Congreso para facilitar la formación de mayorías, aún en la aprobación de leyes secundarias.
No es menos importante la ampliación de los controles efectivos del Congreso sobre el proceso presupuestal, la deuda pública, los ingresos extraordinarios, los recortes, precios y tarifas en la economía, así como el tamaño ideal de una burocracia operativa, sin favoritos ni excrecencias como las del sultanato chairopopulista.
Es imprescindible reforzar las facultades del Congreso real y de los ciudadanos en materia de supervisión de los organismos y empresas públicas vitales para el país. Pemex, la CFE, Guerrero Negro y un largo etcétera, nunca más deben depender de un solo dedo, de una mentalidad enfermiza que cree ser el salvador.
Urgen reformas que verdaderamente beneficien a la sociedad
Hacer una reforma electoral incluyente, que permita una mayor funcionalidad de alianzas y coaliciones, regulación estricta del financiamiento a los partidos políticos que subsistan a la debacle del 2018 y el gasto en medios de comunicación, especialidad de incapaces y truchimanes, supuestamente expertos en imagen de gandules.
Reformar el sistema financiero, así como el funcionamiento técnico de la Bolsa de Valores, fortalecer las haciendas estatales en un escenario de renovado federalismo financiero, y construir un dique a la disgregación y a la rapiña fiscal, tipo la que permitió el robo de dos billones del presupuesto nacional, ejecutado por Videgaray a seis meses de haberse sentado en la SHCP.
Establecer las nuevas características del control de la constitucionalidad, la concurrencia entre los poderes Judicial y Legislativo, las facultades de atracción y delegación de la Suprema Corte y un nuevo modelo de autonomía y eficiencia para las podridas instituciones de procuración e impartición de justicia en los ámbitos federal y locales.
En cualquier momento nos puede arrasar una crisis descomunal
Llegar a un Acuerdo fundamental entre los partidos que queden y las fuerzas políticas representativas del país sobre los nuevos criterios que deberán imperar en el régimen de concesiones estatales, la política laboral, agraria, industrial, educativa….
…fiscal, de seguridad pública y social, productividad, empleo y pobreza. No podemos darnos el lujo de esperar mucho tiempo, pues hemos visto que en cualquier momento nos puede arrasar una crisis descomunal e inédita, proveniente de nuestros propios elegidos, poseedores de cabezas más duras que la piedra de moler chile.
Sobre todo, asumir que vivimos otros tiempos, que las condiciones políticas del país ya cambiaron, que la pluralidad política del presente mexicano ha llegado para quedarse, en el punto de no retorno, forzada por la estulticia de los chairopopulistas, disléxicos en el poder, ambiciosos sin fondo, a más no poder.
Pongan manos a la obra. Es el mandato que les confirió el voto
Los mexicanos debemos abocarnos a la construcción del nuevo régimen, antes de que sea demasiado tarde y no nos alcance el tiempo para arrepentirnos de no haberlo hecho, o siquiera intentado.
Olvidarnos de los fastuosos cenáculos de reformas del Estado. Poner manos a la obra, como resultado de un mandato popular, limitado a los resultados efectivos en beneficio de las mayorías hambrientas de México, un país que ha sido demolido por los pelmazos en el poder.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Mientras que el Papa Francisco, a través de una carta enviada al obispo de Matamoros, envió su pésame a los familiares de las 15 víctimas de la matanza en Reynosa, Tamaulipas, AMLO afirmó que México está en calma, que hay gobernabilidad y tranquilidad tras las elecciones del 6 de junio. “Todo transcurrió bien, la gente se manifestó libremente, no hay movimientos poselectorales, de protesta, el país está en calma, hay gobernabilidad, hay tranquilidad”, dijo al inaugurar un cuartel de la Guardia Nacional en el Municipio de Ensenada, Baja California. ¿En calma? ¿De verdad?
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