FRANCISCO RODRIGUEZ
Cuando Vicente Fox se percató de que los argumentos pedestres utilizados para el desafuero de AMLO habían fracasado frente a la opinión pública exigió a las Fuerzas Armadas proceder de hecho contra el actual “caudillo”, echarle encima la soldadesca para acabar de una vez por todas con los intentos de inconformidad ciudadana.
Pero se enfrentó con Luis Clemente Vega Casillas, su secretario de la Defensa Nacional, quien como única defensa le contestó que con todo gusto, sólo que le diera la orden por escrito. En Los Pinos cundió el desconcierto. Jamás se imaginaron sus ocupantes que alguien de ese jaez desobedeciera una excitativa tan contundente, con una solicitud de trámite.
Era una desobediencia absoluta. Los asesores del chilango ex gobernador de Guanajuato lo pensaron dos veces. Concluyeron que ya todo esfuerzo era nulo. Si accedían a la petición del entorchado caerían en un error mayúsculo. Si no lo hacían, la presa se les iría viva. Como eran neófitos concluyeron que cada quien se quedara con su golpe.
El resultado del proceso cameral del desafuero fue contrario a los intereses del grupo gobernante. La respuesta ciudadana fue de total apoyo a los perseguidos, hasta llegar adónde llegamos. Los autoritarios cavan siempre su propia tumba.
Toman el pelo a la ciudadanía y se les hace bolas el engrudo
Y aunque parezca mentira, nadie aprende en cabeza ajena. Y, lo que es peor, hay quienes ni aun habiendo padecido en carne propia los acontecimientos, no pueden reflexionar sobre los ridículos en los que se cae cuando se le hace al aprendiz de brujo. No están hechos para ejercer el poder y para asimilar sus consecuencias.
El autoritarismo rampante, que es el que estila la Cuarta Decepción, no tiene futuro. Está estrellado contra sus propias limitaciones e ignorancias. La fuerza ñoña del Estado recibe más pronto que tarde la respuesta airada de las urnas. No puede ser de otra manera.
Lo que se hizo en la Cámara de Diputados para disfrazar el golpe es increíble. Presumen de haber liquidado el fuero presidencial cuando lo único que hicieron es obviar el procedimiento previo de procedencia para que las normas constitucionales vigentes puedan aplicarse en materia de delitos graves cometidos por presidentes y ex presidentes.
Nada nuevo. Tan son procesables los mandatarios y cualquier fruncionario público, como proceden las renuncias de presidentes mal averiguados. Nada nuevo bajo el sol, sólo ganas de distraer y de saludar con sombreros ajenos. Con todo y eso, siguen insistiendo en tomarle el pelo a la ciudadanía y se les hace bolas el engrudo.
No se trata de defender a los ex presidentes, sino la legalidad
Pero llevar los argumentos deleznables del desafuero al nivel ciudadano, es decir, desaforar a todos, no tiene nombre. Sería medirlos con el mismo rasero. Sería hacer imperar la ley de la selva sin pudor alguno. Es convertir las instituciones autónomas en un carroñero, es pensar que todo es el mismo lodo, con distintos puercos. Y no se trata sólo de defender a los ex presidentes, se trata de visualizar los impactos y rebotes que puede tener una decisión desquiciada y vengativa.
Pero el miedo y la ambición reeleccionista del hombrecillo de Palacio no conocen fondo. Él sabe que la gente y en especial las clases medias que le otorgaron el voto definitivo hace apenas tres años para legitimar una diferencia suficiente con sus competidores, ya no está dispuesta a confiar en sus artes, en sus manipulaciones, mentiras y promesas. Lo sufrió en carne propia el domingo 6 de junio reciente.
Pocos se dan cuenta de la locura de los responsables del barco
México ya es el país emblemático de la desconfianza del pueblo en su gobierno. Las encuestas, hasta las pagadas, indican que los niveles de aprobación del régimen chusco están en picada, en caída libre, sin posibilidad de recuperación ni de respuesta. Hasta los propios querientes de AMLO, a quienes se llama chairos, están de acuerdo en el fracaso del gobiernito.
Y no hay peor sitio posible que uno en donde todos desconfían de todos. Y lo peor es que pocos se dan cuenta del grado de locura que se ha apoderado de los responsables del barco, en medio de la tormenta perfecta.
La única y terca realidad es que el tabasqueño incómodo está ya en tres bolas, dos strikes. Que estamos en la novena entrada y que el bat no tiene nada. En las gradas, el público le chifla, lo increpa y le grita de todo. Todos queremos que la empresa nos regrese las entradas.
Lo que sigue es si acaso el velorio. Los deudos quieren ya hasta cambiar de muerto.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Aunque usted no lo crea, cual dijera Ripley, el Presidente Andrés Manuel López Obrador dijo ayer que el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, se convirtió en “nuestro maestro” durante la pandemia y que, por su desempeño en este proceso, es un ejemplo de servidor público. “Quiero aprovechar para agradecerle al doctor (López) Gatell que, durante mucho tiempo, más de un año, estuvo informando todas las tardes, noches, se convirtió en nuestro maestro, orientándonos, informándonos. Lo considero un profesional de primer orden, un hombre con conocimiento de su profesión, un destacado médico especialista, un hombre honesto, responsable, un ejemplo de servidor público”… Le tocó a él enfrentar las situaciones más difíciles, la incomprensión de nuestros adversarios, resistió provocaciones de todo tipo y salió adelante. Estamos muy contentos con su trabajo, su desempeño para conducir todo este proceso y salvar vidas”, afirmó
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