Moisés EDWIN BARREDA
Aunque los resultados de las recientes elecciones federales favorecieron al Morena, la generalidad opina que no fueron mejores porque la dirigencia de ese partido no hizo la labor que se requería para dos cosas: primera, contrarrestar al aparato de propaganda de la oligarquía y asociados; segunda, atraer más ciudadanos a sus filas. Lamentablemente, muchos candidatos a diputados locales y federales, sobre todo en la capital del país, se dedicaron a convencer a los ya convencidos, es decir a militantes o simpatizantes de Morena.
Y también la generalidad se extraña de que la dirigencia del Morena no haya exigido de inmediato el recuento voto por voto para determinar objetivamente las razones reales para sus derrotas en nueve alcaldías de la CDMX, por las que el territorio capitalino quedó dividido transversalmente en zona de pobres y zona de ricos. Urge ese recuento porque se sospecha que muchas de esas derrotas se deben a fraude electoral, que se demostraría al comprobar que en muchas casillas el número de boletas fue superior al de los electores.
Ese recuento es posible porque ya no serán quemadas como lo fueron en 1988, ya no opera directamente el dueto salinas-fernández. Pero no debe desecharse la casualidad de que haya corto circuito y se incendie el local donde se resguardan las del cotejo cívico reciente.
Es muy importante el recuento de las boletas para diputados federales, particularmente por los desesperados esfuerzos de la oligarquía que trabaja al alimón con el grupúsculo movido por el hijo de Xoconoxtle gonzález laporte, todos peones de carlos salinas de gortari.
Desde antes de las elecciones del 18 se planteaba que era imperioso que el Morena trabajara tenazmente para ganar la mayoría absoluta y capacidad para lograr la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, única manera de impedir que los conservadores reaccionarios, es decir los oligarcas a los que el pueblo les arrebató el poder, sabotearan al régimen de la 4T, que daban por triunfante.
Se señalaba que para lograr ese objetivo el Morena debía ser sumamente cuidadoso al seleccionar candidatos a curules, debían tener buen cartel, buena fama pública y méritos que los avalaran. El Morena no debía atenerse sólo al inmenso crédito popular que tenía –y que crece— el tabasqueño que lo fundó.
La victoria reciente del Morena que frustró el propósito fundamental de los aliados para desacreditar y finalmente derrocar al gobierno de la Cuarta transformación (4T) fue deslucida por la pérdida de 59 diputaciones, misma que es acreditada a falta de trabajo político debida a traición por intereses personales y/o de grupo, abulia o exceso de confianza, de lo que se debe exigir cuentas a la directiva que encabeza Mario Delgado.
Entre los más insistentes en que Morena se trazara ese objetivo y en dado caso, no dependiera de la veleidad de aliados, está grupo de notables tamaulipecos interesados en la llegada de gobierno federal fuerte y sano que contribuyera a sanear las deplorables condiciones sociales y políticas en que la narcopolítica sumió a su Patria chica. Y de ellos descuella el ciudadano Felipe Garza Narváez.
Por su trayectoria en el servicio Público local y su militancia en el PRI, al que renunció poco antes de diciembre de 2017, Garza Narváez tiene sitio preeminente en la sociedad tamaulipeca y su estamento dedicado a la política. Su fama creció por su trayectoria –fortalecida por creciente voto ciudadano siempre que lo requirió–, conocimiento en política y la administración pública y su honesto y hábil desempeño en ambas áreas, en el que primó su afán de servir.
Entre lo más notable de la carrera de Garza Narváez, que poco antes de los comicios del 18 comenzó a impulsor la idea de que Morena trabajara para conquistar y luego retener la Cámara de Diputados, está que ha sido tres veces diputado local por mayoría relativa, cada una con votación mayor que la anterior, no porque aumentara el número de electores, sino por su bien ganada fama pública, de lo que tiene constancia la comunidad.
Es Lamentable que pese a ese postulado y la trayectoria de Garza Narváez, quien renunció al PRI hace más de un lustro, tras convencerse de que el partido ya no volvería a actuar apegado a sus principios y sus estatutos, Morena no lo haya considerado ahora que solicitó precandidatos a diputaciones federales, ni lo hizo en el 18.
Hace décadas que se frustra la esperanza que los tamaulipecos manifiestan cada sexenio en las urnas, de mejor futuro. Confiaron en el partido hegemónico hasta que fue desplazado. Y Felipe Garza Narváez optó por abandonarlo, ya convencido de que ese partido navegaba definitivamente en el mar de la corrupción, en viaje sin retorno.
Lamentable que el Morena no le haya dado a Felipe oportunidad de seguir sirviendo a sus paisanos porque es hombre de su tiempo y orgullosamente tamaulipeco victorense, con clara consciencia de que la transformación es un proceso natural de toda sociedad que aspira a su desarrollo integral.
Los mejores calificativos hacia su persona provienen de la comunidad a la que ha servido digna y honestamente desde distintos frentes y diversas ocasiones; bien como parlamentario o en la administración pública. Siempre aprovecha la oportunidad de participar con pasión y entrega, al mejoramiento común; es de los políticos profesionales que pueden caminar por doquier con la frente en alto y saludar con la franqueza de siempre y el orgullo de ser tamaulipeco.
Nadie duda de la lealtad a sus valores heredados y conservados con el celo propio del buen amigo y desde luego, del buen ciudadano respetuoso y defensor de las instituciones creadas con el esfuerzo de todos.
Su presencia y actitudes no son las de virtuoso o sedicente virtuoso de la política, sino de hombre sencillo, modesto y sincero cuya mayor satisfacción es la sonrisa y el abrazo de un ciudadano agradecido. Lo que más le satisface es que la comunidad sabe que no engaña, no miente ni defrauda, lo que está suficientemente probado y comprobado.
Felipe Garza Narváez encontró sentido a la política al descubrir que significa la mejor forma de servir a los demás, y nadie lo puede ha acusado ni lo acusa de haber aprovechado el poder para provecho propio o delinquir. Es de los pocos que pueden vivir en paz al lado de los suyos y dormir con la conciencia tranquila.
En fin. Sobre todo porque el Morena fue apático e indolente y supo de ciudadanos calificados moral y políticamente para legisladores, gobernadores o alcaldes, con arraigo en sus entidades, y no los consideró, su victoria está empañada por la idea de que López Obrador es el partido.
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junio 16, 2021
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SILABARIO DE POLÍTICA: Apatía, sombra en la victoria del Morena
Por Vocero
Moisés EDWIN BARREDA Aunque los resultados de las recientes elecciones federales favorecieron al Morena, la generalidad opina que no fueron mejores porque la dirigencia de ese partido no hizo la labor que se requería para dos cosas: primera, contrarrestar al aparato de propaganda de la oligarquía y asociados; segunda, atraer más ciudadanos a sus filas.... Más [+]...