Sergio Gómez Montero*
Hoy irán a su entierro cuatro buenos amigos,
los parroquianos del café,
los artistas del circo ambulante
R. González Tuñón: “El poeta que murió al amanecer”
Porque así eran antes, cuando el PRI era el que imponía las reglas. Procesos de trámite puramente y por eso casi no llamaban la atención. Transcurrían calmas e incoloras, una vez que en “el partido” se tomaban las decisiones –escuchadas con anticipación las consejas del Jefe Máximo en funciones– sobre quiénes serían los candidatos seleccionados para ocupar una curul. Con poca asistencia a las urnas (los acarreados de siempre, ganadores de la despensa), que no registraba ni el 50% del padrón, las elecciones intermedias eran, siempre, sólo una cuestión de trámite.
El que hoy no sea así es una novedad, dada la inquietud que ha despertado el actual proceso electoral, conmovido tanto, indistintamente, por las burradas continuas del llamado árbitro electoral (el INE), que por la alianza antinatura de la oposición (quién iba a pensar que PAN, PRI, PRD y algunos empresarios iban a conformar un equipo) al régimen actual, lo que no tiene madre. A ello habría que añadir que hoy, también, hay un actor –el Presidente de la República– que si bien antes existía y, desde las sombras, era un factor de gran peso, hoy que se está manifestado a plena luz, sorprende e incomoda, pues su voz resuena más de lo deseable y, sin violar la ley, defiende sus derechos ciudadanos y exige un juego limpio en el proceso electoral en beneficio de todos los actores de dicho proceso.
Asimismo, nueva pero no sorpresiva es la descomposición profunda por la que atraviesa el Partido Revolucionario Institucional –a punto de desaparecer–, quien, para garantizar su existencia, tuvo que aliarse vergonzosamente y contra natura con su enemigo histórico, el PAN, y, por ejemplo, hoy en Baja California, sus militantes huyeron despavoridos a darle su apoyo a quien no era el candidato de su alianza (Lupita Jones) sino a su viejo militante, hoy candidato del PES a la gubernatura (Jorge Hank Rhon), para mostrar así su rechazo a la dirección general de su partido, encabezada por Alito (Alejandro Moreno Cárdenas), a quien no sólo persiguen en su estado, Campeche, por fraude, sino en diversas partes del país, en donde virtualmente el PRI está quebrando. Marko Cortés y el PAN también andan por las mismas, y por eso varios de sus militantes buscaron la cobertura de Morena para seguir unas temporadas más en el juego electoral.
Otra cuestión igualmente sorprendente vinculada a este proceso electoral es la violencia con que él se está llevando a cabo: “Las cifras son contundentes: en el actual proceso electoral 34 candidatos a puestos de elección popular han sido asesinados; las amenazas, secuestros, robos y atentados contra políticos y aspirantes suman 476 (64% más que en el periodo pasado) y 146 candidatos hacen campaña con protección policiaca o de la Guardia Nacional”, reseña Proceso del 30 de mayo, lo cual puede ser, en efecto, provocado con fines desestabilizadores o puede ser una deficiencia de política interior: la carencia de un principio de autoridad que ponga límites a quienes tan flagrantemente violan la ley (los narcotraficantes).
Pero, mientras son peras o son manzanas, el ambiente electoral actual para nada está tranquilo.
*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada
gomeboka@yahoo.com.mx
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