* La alternancia fue otra vuelta de tuerca en la primavera de nuestra democracia, ahora amenazada por esas añoranzas del totalitarismo y la presidencia imperial. Dejamos atrás el México del mil usos, para convertirlo en el país de los ilusos
Gregorio Ortega Molina
La separación de Poderes en México no ha madurado. Tiene sus mártires. ¿Les suena Belisario Domínguez, y recientemente Porfirio Muñoz Ledo, al que segregaron porque incomoda a los facciosos de Morena, y ya el presidente de México no lo tolera?
Les ha dado por conservar como frase célebre de Carlos Salinas de Gortari el ni los veo, ni los oigo, pero realmente la que debe trascender es la que pronunció para enaltecer la subordinación en la que mantuvo al Poder Legislativo (seguramente también al Judicial, con más de 20 ministros en la SCJN): “Ya quisiera el presidente de Estados Unidos tener un Congreso como el mío” (la textualidad no es precisa, pero la intención es exacta).
La reforma al Poder Judicial emprendida por Ernesto Zedillo facilitó que el Congreso respirara aires de independencia, favorecidos por el movimiento del EZLN. La alternancia fue otra vuelta de tuerca en la primavera de nuestra democracia, ahora amenazada por esas añoranzas del totalitarismo y la presidencia imperial. Dejamos atrás el México del mil usos, para convertirlo en el país de los ilusos.
Como dejamos anotado hace días. Efectivamente este México de la 4T va viento en popa, la transformación es verídica y constatable; esa idea neoliberal y obsoleta y descarada y ambiciosa y atentatoria de las libertades y la igualdad que era la aspiración de pertenecer a la clase media, fue sustituida por una absolutamente reformadora: ahora somos mexicanos de medio pelo, y no griten ni protesten, por eso votaron, por un país que a todos nos hiciera igualitos, pero olvidaron, los inteligentes gobernantes, a los barones del dinero, los matarifes del narco, los delincuentes de cuello blanco, los polleros, los tratantes de personas. Resulta que el medio pelo pronto deja insatisfecho.
Consideremos entonces que para mantener esa medianía se requiere absoluta subordinación, y ésta inicia con el borrado completo de la primavera de la democracia, seguido de la subordinación absoluta y total de los poderes Legislativo y Judicial al Ejecutivo, porque mantener al menos a cien millones de mexicanos en esa pobreza que caracterizó al mil usos, requiere de unas huestes electoreras tan ilusas, como para todavía aplaudir lo que hacen con Holbox, la destrucción de los bosques y los paseos dispendiosos de José Ramón López Beltrán.
Es en este contexto que la separación de poderes resulta un absurdo, que los organismos autónomos son innecesarios, porque para vigilar que el país “marche” en paz, es que se ha empoderado a los “milites” bajo la égida de una observancia constitucional optativa, tal como señalara Ignacio Morales Lechuga, en su texto del último 28 de abril de El Universal, el daño que han hecho a la legalidad nos lleva al rompimiento constitucional, si no es que vivimos en él.
¿Qué anotó Juan José Saer con motivo de la llegada de los militares argentinos a la chamba de gobernar? Es definitorio: “… no por poseer una ideología superior sino los medios y el saber técnicos capaces de mantener en su sitio a un gobierno que ya no representa ningún consenso social”, pero insisten en su presidencia imperial.
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Es un gobierno sin orden ni concierto, como lo demuestran la planeación para garantizar la salud del México bueno y sabio. Ya decidieron iniciar la vacunación a los adultos de 50 a 59 años, a las embarazadas, a los integrantes del magisterio, cuando no han concluido con las cabecitas blancas, esos viejitos que AMLO deja de su mano, como si fueran dejados de la mano de Dios.
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@OrtegaGregorio
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