Pablo Cabañas Díaz
Pedro Bosch Gimpera (1891-1974), se doctoró a los veinte años en Letras, y a los veintidós en Historia. Inició sus trabajos arqueológicos en 1915, produciendo una de sus obras más importantes, “Etnología de la Península Ibérica”. Ejerció como decano de la Facultad de Filosofía y Letras (1931- 1933) y como rector de la Universidad de Barcelona de 1933 a 1934, y de 1936 a 1937, después de que fue privado de su libertad. Formó parte activa del Instituto d’Estudis Catalans, en el que organizó el servicio de excavaciones y, como buen catalán, fue catalanista. En nuestros días, la semblanza de Bosch-Gimpera, se la debemos a la doctora Mari Carmen Serra Puche quien ha rescatado su obra para las nuevas generaciones.
Bosch, después de la Guerra Civil Española emigró a Inglaterra, y en 1939-1940 fue profesor huésped en la Universidad de Oxford. A finales de 1940 vino a América, visitando Panamá y Colombia; finalmente llegó a México, en 1941. De 1945 a 1947 fue profesor en la Facultad de Humanidades en la Universidad de San Carlos, en Guatemala, reconocido como profesor honorario fundador en 1945. De 1948 a 1953 fue jefe de la División de Filosofía y Humanidades de la UNESCO, en París, y secretario general de la Unión de Ciencias Antropológicas y Etnológicas (1953-1966).
El conocimiento universal que tenía le permitió situarse dentro del contexto mundial, y al vivir en México se interesó por el poblamiento de América, aportando hipótesis que hoy resultan comunes entre los estudiosos del tema, al inferir un poblamiento de América a partir de 35 000 a. C. Desde 1943 se interesó por “las posibles conexiones entre las culturas de Norteamérica y las del Viejo Mundo”, por lo que escribió acerca de la prehistoria americana. Diez años más tarde, en 1953, publicó “Asia y América en el Paleolítico Inferior”; en el que reúne la información existente hasta ese entonces.
Al regresar a México, en 1953, se reincorporó como profesor en la UNAM y en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. A los estudiantes mexicanos les abrió puertas y horizontes insospechados. Su llegada coincidió con el inicio de una importante etapa del desarrollo económico, social y cultural de México, y su legado fue valioso y oportuno en ese momento de la historia contemporánea de nuestro país.
El indigenismo que había surgido en México durante la Revolución, gracias a la obra de Manuel Gamio, basado en un estudio profundo e integral de los valores indígenas —para algunos exiliados se presentó como un campo del conocimiento donde pudieron poner en práctica sus conocimientos en donde destacaron en esa tarea, los doctores Bosch-Gimpera y Juan Comas. La mayoría de los antropólogos exiliados estaban formados y preparados para las tareas de un ejercicio profesional crítico. Para el caso de las ciencias sociales, es importante hacer una distinción de aquellos pocos que llegaron a México con un currículo larguísimo, como fue el caso de Pedro Bosch.
Formó parte de innumerables instituciones científicas y fue asiduo participante en múltiples congresos, entre ellos el de Americanistas, realizado en México en 1974, el año de su muerte. A lo largo de su vida presentó un sinnúmero de ponencias en diversos foros, promoviendo muchas otras por parte de sus alumnos, hacia cuyos trabajos manifestaba un gran respeto.
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