Por Francisco Rodríguez
En estos momentos la Nación está en peligro. Y es debido al populismo histórico que tenemos una jettatura, léase mala suerte, de pueblo aguantador. Aguantador de la necesidad y apático y hasta valemadrista cuando se trata de defender los derechos humanos, legales, laborales y constitucionales.
Por eso, una tradición perversa, nos dejamos robar la conciencia, los organismos autónomos, el Estado, la salud, el empleo, la libre decisión y hasta la tranquilidad.
Y hasta nos han dicho y hecho creer que aguantamos los resultados de encuestas patito en donde somos muy felices con lo poquito que tengamos –un par de zapatos, un pantalón raído, un vocho–, y donde se refrenda y convalida que como México no hay dos. Cuentos del rancho grande y la vernácula que nos tragamos como si fueran las ruedas de un molino.
Si seguimos por ese camino, al rato aguantaremos que un demente y ambicioso prepare la protesta armada jamás vista en nuestra tierra –remember Trump y el Capitolio el pasado 6 de enero–, con tal de no aceptar la derrota electoral y aferrarse eternamente en el puesto para el bienestar de él, de su familia y de sus favoritos de Palacio Nacional.
Nuestras raíces: engaño, simulación, soberbia y despojo
El populismo, todos lo sabemos, pero no está de más recordarlo, tiene una historia muy larga: se remonta a nuestros orígenes como colonia española. Uno de los grupos étnicos más atrasados de la península ibérica, el extremeño, trasladó a estas tierras vicios sociales que arraigaron muy hondo en nuestra estructura de convivencia.
Vicios que contribuyeron en enorme medida a que perdiéramos la memoria histórica. Entre nosotros, inocularon dos virus letales que, paradójicamente, hoy integran la parte medular de nuestra resistencia al cambio, de nuestra desconfianza hacia todo y hacía todos: la falta de respeto al sufragio de la voluntad popular y el desprecio de las cúpulas virreinales y monárquicas al trabajo. Así, como suena.
Durante siglos, nuestra estructura social se asentó sobre el engaño, la simulación, la soberbia y el despojo como fuentes de prestigio de los peninsulares y criollos, como pilares de la displicencia y la apatía.
Desde siempre, la falta de respeto a la voluntad popular
El resultado de lo anterior fue una sociedad interdicta, desorganizada, expuesta a flor de piel a los caprichos del primer caudillo que se presentara a la vuelta de la esquina.
Una sociedad insultada hasta la denigración para la que se pervirtió el concepto del tutelaje social, tanto para hacerla inviable, disminuida en su capacidad de autoestima, autogestión y autonomía, como para apuntalar los rasgos dizque benevolentes del virrey o de cualquier gobernante en turno.
Todos decían, hasta los que llegaron últimamente de Tepetitán, que saben cómo hacerlo. La falta de respeto a la voluntad popular tiene dos ejemplos significativos y dolorosos: el que desde 1521 Hernán Cortés se autonombrara Jefe político del primer ayuntamiento de América en la Vera Cruz, y el otro, que Santa Anna y Porfirio Díaz dijeran públicamente que si el gobierno no hacia las elecciones, ¿entonces quién las haría?
Los ciudadanos exigen ya respeto al sufragio y al trabajo
A raíz de los acontecimientos que todos conocemos: el movimiento estudiantil del ’68, las tragedias de San Juanico, los descomunales fraudes electorales, los terremotos del ’85 y del 2017, que revelaron la existencia de otra sociedad, al margen de cualquier tutela, más el rostro del valor y de la organización del mexicano universal, todo ha cambiado.
Ahora estamos conscientes de que el eje de la modernización y del desarrollo con justicia social se identifica con aquéllos que la Colonia y el México autoritario habían despreciado: los ciudadanos exigen ya respeto al sufragio y respeto al trabajo. La dictadura huehuenche ha tratado a golpe de huarache que lo que hemos obtenido a base de tragedias, se olvide a base de simulaciones y abusos de poder. A base de una publicidad ñoña, ofensiva y reaccionaria.
Postergar el tutelaje horizontal que este régimen practica
Abandonar de una vez por todas la jettatura de país aguantador, requiere adoptar la decisión firme de echar del poder a los farsantes. Adoptar una moderna visión con un proyecto de captación de recursos frescos y productivos de empleo, absorber tecnologías generadoras de trabajo bien remunerado y alentar la creatividad e imaginación popular, por encima de designios de ignorantes, corruptos e ineptos.
Postergar el tutelaje horizontal que este régimen practica sólo entre coyotes de la misma loma y alentar el empuje ciudadano. México es un país muy rico en hombres y mujeres talentosos y progresistas, de gran visión, que han estado sometidos por un autoritarismo intolerante y discriminatorio del talento. México no debe estar gobernado por mamarrachos insolentes.
Eliminar la corrupción galopante es la primerísima condición
No se trata de plantear lo que desgraciadamente no puede ser, sino lo que es posible en las condiciones reales de nuestro país, avasallado por claques dinásticas y bandas de rateros impunes sentados en la silla presidencial. Voluntad política democrática para aprovechar las necesidades objetivas de la sociedad plural, convirtiéndolas en salud, empleo, justicia, respeto elemental a los derechos humanos, educación, seguridad, vivienda, alimentación y todo aquello que ha sido pospuesto.
Eliminar la corrupción galopante es la primerísima condición. Sacar del poder a los abusivos e ignorantes que han defraudado la conciencia nacional. Hacer imperar una correcta procuración y administración de justicia, borrar todo vestigio de complicidad con los narcotraficantes, castigar penalmente esas conductas nefastas.
Nuestra ruina histórica, volver a votar por Morena
La Cuarta Corrupción cree a rajatabla que los que se quedaron sin empleo, que los que sufren con niños de cáncer olvidados, que los que han perdido sus empresas, que los campesinos y trabajadores informales que han sido vilipendiados son tan pendejos que volverán a votar por ellos.
Sería la ruina histórica de este gran país.
Un destino que no merece de ninguna manera.
Una jettatura de la que queremos desligarnos, hoy o nunca.
Desterrar el populismo demagogia y mentiroso y frenar a tiempo a los posibles golpistas, es ya una obligación inaplazable de los mexicanos. El arma está a la mano: es el voto del próximo seis de junio.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: “Nosotros vamos a ofrecer disculpas, el Estado mexicano, porque las comunidades originarias no sólo padecieron de la Conquista. Ya en el México independiente hubo acciones represivas de exterminio, actos de injusticia para despojarlos de sus tierras, de sus aguas, esto fue lo que padecieron los mayas, enfrentaron guerras, así se les conocía a las expediciones que se mandaban a la península de Yucatán para exterminar a mayas y a yaquis”, expresó hace tiempo el Presidente de la República, quien hoy presenta esas disculpas al pueblo maya.
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