Por Armando Rojas Arévalo
CARLOS, me di un mes para quitarme las auténticas o supuestas telarañas que tenía en la cabeza. Un día me dije “tienen razón, estoy siendo muy parcial”, y decidí “sanar” mis pensamientos para escribir con más serenidad.
Pero…lo que en días pasados vi en mi pueblo (Arriaga, Chiapas) y me destrozó el corazón y luego me llenó de rabia, es lo que vemos en muchas partes del país. Los grupos criminales se están adueñando de pueblos, municipios y hasta de estados, sembrando el miedo entre la gente que quiere vivir con tranquilidad y sosiego para trabajar en paz. No es vida. Los delincuentes se han convertido en dueños de vidas y haciendas.
Arriaga es sólo un pequeño ejemplo de lo que está ocurriendo en muchas partes del territorio nacional. Por ejemplo, Aguililla, un pueblo de Michoacán, donde el Cártel Jalisco Nueva Generación y los cárteles locales secuestraron a todo el pueblo por meses. Nadie podía salir, sin permiso de los delincuentes, a hospitalizar a sus enfermos, comprar medicinas o vender sus cosechas.
Ahí también está Celaya, considerada la ciudad más violenta del mundo con 109.38 homicidios por cada cien mil habitantes; le siguen Tijuana, Baja California, con 105.15, Ciudad Juárez en tercer lugar con 103.61, Ciudad Obregón, Sonora, 101.13, Irapuato, Guanajuato, con 94.99 homicidios por cada cien mil habitantes, y Ensenada, Baja California con 90.58 homicidios.
La violencia, que debe ser parte de la agenda prioritaria de las acciones del gobierno, ha aumentado por la omisión del gobierno federal que renunció a actuar en contra de los grupos delictivos por qué razones, quién sabe, y reparte dinero en programas sociales para tratar de que los criminales dejen de delinquir, lo cual lo único que en el fondo quiere lograr, es obtener votos.
Da tristeza, desconsuelo y coraje cómo los grupos criminales se adueñan de este país. La presencia de las mafias delincuenciales ha crecido en pueblos, municipios y estados. El crimen manda. Miles de familias han sido desplazadas, unas por voluntad propia porque lo que viven es una pesadilla, y otras porque de plano los delincuentes los tienen amedrentadas. El miedo y las amenazas son cosa de todos los días. Los bienes –casas, comercios, ranchos, etcétera- han sido abandonados, esperando a que el capo les ofrezca cualquier cosa para apropiárselos.
En este retiro voluntario me puse de plazo de un mes para “sanar” mis pensamientos, pues consideré, por escuchar a algunas personas, que estaba siendo muy duro en mis críticas y cuestionamientos al gobierno actual. Me dije “deja que pase un poco el tiempo, a ver si las cosas te dicen que estás equivocado” Lamentablemente las cosas no han cambiado. Seguimos en el cultivo y consecuente cosecha del odio.
Mientras cada mañana el presidente sigue con la cantaleta de que todo se debe a los conservadores, sin reparar que lleva ya dos años y nada y que la inseguridad crece. Lo único que deja ver es que el poder lo enloquece. Al dar prácticamente un golpe de estado al poder judicial, prolongando dos años más la presidencia en la Corte, sin que los ministros o la judicatura lo hayan pedido, manda terroríficos mensaje de que quiere prolongar su mandato.
ARTURO ZALDIVAR LELO DE LARREA no ha dicho ni sí ni no. Cuántas cosas le sabrá el presidente que no quiere rechazar la propuesta del Senado, de ampliar dos años el período de presidente, o sea en lugar de cuatro que pronto se le acabaría, dos años más.
PORFIRIO MUÑOZ LEDO ha dicho que no solo es anticonstitucional la ampliación del período en la presidencia de la Corte, sino que la calificado de infamia.
Leo y releo un artículo de SERGIO GARCÍA RAMIREZ en El Universal, hace semana y media.
“Hace varios siglos, un monarca de Francia ligeramente más luminoso que nuestro gobernante en turno resumió así la suma de sus potestades: “El Estado soy yo”. Era verdad. Ungido por Dios, reunía todos los poderes: legislaba, administraba y juzgaba. Además, definía la razón de Estado y era el jefe de las fuerzas armadas. Por lo tanto, no exageró al definirse con aquellas palabras.
Hoy transitamos un camino que lleva a la dictadura. Lo anuncian los rumores y los clamores que advierten la nueva condición de una República en acelerado proceso de transformación. Pronto seremos súbditos o vasallos, y dejaremos de ser ciudadanos al amparo de derechos y libertades. El gobernante, residente de un palacio, seguirá encarnando al Estado”.
El presidente ha hablado que se irá cuando se cumpla su período constitucional. También que no se reelegirá. Igual, que habrá revocación de mandato. Con este Congreso y el que podría tener si el voto le da mayoría, todo puede suceder. Al menos que le digan “señor Presidente, por favor siga usted los años que quiera”.
De plano, así no se puede tener buenas intenciones. La “sanación” vale para una y dos con sal.
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