Luis Alberto García / Moscú, Rusia
* La tienda especializada de Misha Mijáilovich.
* Empresa estadounidense lanzó un caramelo como Lenin.
* Las golosinas se consiguen en tiendas departamentales.
* Se han usado ingeniosamente con fines de propaganda política.
* Trufas Ilich y Félix de Hierro, el jefe de la policía política.
* Noche de San Petersburgo y Palacio de Invierno, otras muestras,
* El crucero de guerra “Aurora” también está entre los postres.
”¡La Revolución nunca ha sabido tan bien!”, exclama gustoso Misha Mijáilovich al dar a probar a uno de sus clientes un caramelo de chocolate preparado en su dulcería moscovita, en la que despliega en sus aparadores una exquisita muestra de algunos símbolos del épico levantamiento de 1917, hace más de un siglo.
Hace varios años, con los permisos y el respeto debidos, una empresa de Estados Unidos lanzó al mercado ruso unos caramelos poco usuales, cuya fabricación le fue concesionada como licenciatario a Mijáilovich: tenían la forma de la cabeza de Vladímir Ilich Uliánov, Lenin, ¡con sabor a refresco de cola!
Misha tramitó ante el gobierno la fabricación de un tipo de caramelo que imitaba a los dulces que se pueden encontrar en cualquier tienda departamental y en expendios localizados en alguna calle del centro de varias ciudades de Rusia, incluido ese con la cabeza calva de Lenin.
Después de la Revolución de 1917, los dulces de lujo de la Rusia zarista, en elegantes envolturas de papel o hermosas cajas de aluminio, fueron reemplazados por golosinas soviéticas sencillamente cubiertas en papel color pálido, muchas de los cuales tenían imágenes de personajes políticos.
Los rostros de Lenin y sus camaradas Yákov Sverdlov y Félix Dzhersinski –primer jefe de la temible Cheka, la policía política soviética- y otros más fueron reconocidos instantáneamente por niños y adultos: el producto no hacía daño y sí era un delicioso y masticable bocado de propaganda.
Hoy, muchos de estos dulces siguen disponibles en la tienda de Misha Mijaílovich, quien tiene una carta similar al menú de los restaurantes, y estos son algunos que se pueden comprar para amigos y familiares, o simplemente para comerlos uno mismo.
Trufas artesanales Ilich.- La edición de recuerdo representa al líder de la Revolución del 25 de octubre de 1917, bautizada con su patronímico: por fuera son de color rojo revolucionario y presentan un retrato impreso del líder bolchevique junto a las fechas 1917-2017.
Están hechas de chocolate negro, extracto de canela de Madagascar y vodka Tsárskaia Zolotaia; sin embargo, no son baratas: cuestan a 140 dólares el kilo.
Busto de Lenin.- Este es realmente un pedazo único y comestible que queda entre los viejos recuerdos de la historia de la Unión Soviética, se puede encargar, pesa 500 gramos o un kilo elaborado de chocolate blanco o negro, y se consigue y compra por Internet.
Félix de Hierro: Félix Dzherzinski fue uno de los más cercanos y despiadados colaboradores de Lenin, encabezó la Comisión Extraordinaria de Toda Rusia para Combatir la Contrarrevolución y el Sabotaje –la temible y siniestra Cheka- a partir de diciembre de 1917.
Dzhersinski no solamente luchó contra el llamado Terror Blanco enfrentándolo con el Terror Rojo, sino que también impulsó la reconstrucción de los ferrocarriles en todo el país, elaborando un patrón de ciudadanos para tener el control de la población, de Moscú a Vladivostok. Incluida Siberia y las repúblicas del Asia Central después de 1922.
Misha procura evitar detalles como el anterior para no amargarle el dulce a la clientela, y se puede probar un busto de Félix de Hierro en chocolate oscuro, blanco o con leche: “Buen provecho”, dice el tendero.
Noche de San Petersburgo o Palacio de Invierno.- Estos dulces (Vetcherni Petersburg en ruso) se producen en la fábrica que lleva el nombre de Nadezhda Valentínova Krúpskaia, en honor de la esposa de Lenin.
La factoría fundada veinte años después de la Revolución de octubre, en 1937 conserva el nombre de la mujer de Lenin, a quien se debe la sólida y robusta estructura que adquirió el sistema educativo nacional, con escuelas que, por supuesto, venden dulces con el nombre de esa heroína, quien estoicamente compartió con su marido las heladas cárceles de Siberia a fines del siglo XIX.
La caja que guarda el Palacio de Invierno muestra a Alexander Column con el edificio monumental al fondo, y rememora la noche del 25 de octubre de 1917 (del calendario juliano), cuando los bolcheviques asaltaron con éxito ese lugar en Petrogrado -hoy San Petersburgo-, en donde se encontraba atrincherado el gobierno provisional de Alexander Kérensky.
Aurora: el crucero revolucionario.- El barco de guerra con ese nombre –bautizado así por el zar Nicolás II en diciembre de 1900-, se convirtió en uno de los símbolos más reconocibles de la Revolución bolchevique que, la noche del 25 de octubre, disparó un obús desde su cubierta, que sirvió como señal para asaltar el Palacio de Invierno.
La fábrica Nadezhda Krúpskaia también produce caramelos con el barco en la envoltura, y estos dulces tienen aroma de naranja, suave por dentro y una corteza dura, con la posibilidad de agregar alguna fruta confitada, mientras que otras golosinas están cubiertos de chocolate para agasajo de una clientela que siempre sale satisfecha de la tienda de Misha Mijáilovich, el dulcero de la ciudad.
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