* Claro que el feminismo puede modificar las condiciones de vida en el mundo de Occidente, la pregunta es inversa: ¿quieren, los hombres, que “su mundo” sea distinto del que han disfrutado? Los banqueros y especuladores de las casas de bolsa, ¿estarían dispuestos a modificar sus códigos éticos y morales para adecuarlos a las exigencias del feminismo?
Gregorio Ortega Molina
Los que hoy deseamos sumarnos a este cambio para acelerar las modificaciones de hábitos y valores en nuestro comportamiento, ¿lo creemos factible? Es difícil, porque en el caso del presidente mexicano, que es un hábil simulador, da a entender que no entiende lo que muy bien comprende, pero no quiere hacer puesto que interfiere con sus muy personales intereses.
Vale la pena retomar la imagen que Parménides García Saldaña tuvo de los cambios sociales, los vuelcos de la historia: “… Dependemos -económico social político moralmente- de la transformación que experimenta el hombre a partir de la división del mundo en dos sistemas económicos antagónicos. Hasta la conciencia religiosa del mexicano cambió de acuerdo con las transformaciones mundiales promovidas por ambos sistemas”.
Equivale a entender que los niveles de transformación civilizatoria y cultural que requiere el feminismo, sólo podrán darse si, de una u otra forma, el movimiento es internacional, cuando menos en lo que a Occidente se refiere. Claro que puede lograrse, las personas que lideran los cambios en las naciones, poseen los instrumentos necesarios para implementarlo, el más importante de ellos es Internet.
Las redes sociales son secundarias en este caso. Lo realmente trascendente está en el tiempo real, en la comunicación global vía zoom, por ejemplo, para sustituir los auditorios y asambleas presenciales, por discusiones que deben dejar constancia porque pueden filmarse. Si de secrecía requieren, se tienen y se pueden crear los instrumentos que den garantía de no intrusión en los mensajes que contengan instrucciones específicas para acciones simultáneas, con fechas determinadas y lugares específicos.
Claro que el feminismo puede modificar las condiciones de vida en el mundo de Occidente, la pregunta es inversa: ¿quieren, los hombres, que “su mundo” sea distinto del que han disfrutado? Los banqueros y especuladores de las casas de bolsa, ¿estarían dispuestos a modificar sus códigos éticos y morales para adecuarlos a las exigencias del feminismo?
Los ámbitos laborales y de comercio dejaron de ser lo que fueron desde que inició el Covid-19 con sus estragos. Es posible que el trabajo en casa, la automatización, el e-comerce, estuviesen previstos, pero se les adelantaron las exigencias y los tiempos.
Con el trabajo en casa se plantea, desde ya, el nuevo orden que ha de privar en los hogares, sobre todo ahora que la sabiduría del presidente mexicano decidió la cancelación de la casi totalidad de los programas que apoyaban a las mujeres, ¡de ese tamaño es su feminismo! Sin guarderías, sin refugios para garantizar la salud física y emocional de las esposas e hijas agredidas, sin apoyo doméstico si no es el del marido, si tiene a bien acomedirse, o el de las hijas e hijos mayores. Las normas de convivencia han de replantearse.
El feminismo trasciende lo visible y grotesco de la violencia de los hombres en contra de sus parejas o sus hijas, que es la parte dolorosa que ya debe erradicarse. Es una transformación total de la civilización de Occidente. ¿Querrán?
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Leo, con consternación, que los capitostes del Ejército argumentan equivocación en la “ejecución” de un ciudadano de Guatemala en la frontera sur, lo que me impulsa a recuperar un párrafo del citado Parménides García Saldaña:
“La gorra militar y la fusta han cedido el poder a la toga y el birrete; los generales han entregado el poder a sus hijos. Quienes se chingaron y sacrificaron, los generalazos, aplauden al hijo que, gracias a la Revolución, pudo estudiar y terminar una carrera en la universidá. Doña Revolución está very happy, al filo del agua -lágrimas- cuando su retoño está a punto de ser investido con la banda tricolor, símbolo de la Presidencia de los Estados Unidos Mexicanos. El hijo del general, por su parte, ya está listo para asumir el poder del padre. Gracias a Dios, los militares le han dado el mando a la gente educada”.
A saber, estamos en plena restauración. Después de Weimar llegaron la Gestapo, los campos de concentración, la intolerancia y, como diría Gorostiza, la muerte sin fin. Estamos en ello.
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@OrtegaGregorio
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