- Pinta con el alma vivencias que tuvo recorriendo el mundo
CIUDAD DE MÉXICO.- Esperanza Suárez-Anaya estudió pintura e idiomas. Ha incursionado en técnicas como el óleo, carbón, acuarela, lápiz y tiene especial preferencia por el grabado. Trabajó en la Biblioteca, Investigación y Publicaciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Tuvo maestros inolvidables y artistas a los que admira entre ellos Octavio Bajonero, Roberto De Lamonica, María Luisa Parraguirre, Gustav Rehberger, Carlos García Estrada.
En Nueva York, tomó clases con profesor japonés y aprendió a usar brochas chinas y japonesas y a pintar al ritmo de la música. “Nos ponían música y el resultado era justo aquello que habías puesto en el papel”.
Desde muy pequeña, le gustaba pintar. Por supuesto en sus padres no veían con buenos ojos que se fuera a dedicar a ello. Incursionó en el óleo, carbón, pastel y otras técnicas pero ¿qué es lo que más te gustaba pintar?
– “De pequeña pintaba con lo que cayera en mis manos, lápices, crayolas , plumas etcétera. Dibujaba flores, paisajes y muñequitas con diferentes vestidos para recortar y se las vendía a mis compañeras de escuela. Recuerdo que mi mayor ilusión era que en Navidad me regalaran una caja de ‘Prismacolor’ que tenían 36 colores eran los mejores lápices de colores, pero me tenía que conformar con mis doce colores de la cajita Dixon.
Cuando descubrí los diferentes medios como lápiz, carbón, lápiz conté, oleo, pastel, acuarela, se me abrió un mundo de posibilidades, ya que cada género te da diferentes opciones para expresar tu sentir”.
– Así empezó Esperanza y dibujaba naturaleza muerta con lápiz y carbón. Para bodegones o paisajes usaba óleo o pastel, Me gustaba también hacer veladuras transparencias –técnica óptica que permite aplicar una fina capa transparente de color sobre otra capa seca, para modificar su matiz y/o oscurecerla–. “En ese momento no tenía muy definido qué estilo o qué medio quería para expresarse”. “Quería pintar todo, me gustan mucho los caballos por ser briosos y por la fuerza que muestran, las aves en general con sus maravilloso plumajes, las flores, las mariposas que según yo, nos aclara Esperanza, los japoneses se inspiraron para hacer sus kimonos”.
– También hiciste dibujo anatómico, ¿cómo lo manejaste?, ¿qué partes del cuerpo te gustaba pintar más?, ¿tuviste modelos que te sirvieron para plasmarlos?
– “Cuando estuve en el Art Student League (la Liga de Estudiantes de Arte) en Nueva York tomé clases de dibujo anatómico con Gustav Rehberger (educador, pintor, muralista, diseñador), quién se enojaba conmigo por dejar descabezados y mancos mis dibujos, y es que para mí el rostro y las manos son para dibujar aparte, nos cuentan diferentes historias. El instituto nos proporcionaba modelos, no con cuerpos bellos y jóvenes, al contrario modelos extremadamente delgados o muy obesos, para descubrir músculos, arrugas, expresiones. Fue muy interesante ir descubriendo cada parte del cuerpo y su lenguaje”.
Después de probar distintas técnicas lo que más te atrajo fue el grabado, técnica difícil de desarrollar pero que maneja a la perfección.
“Estuve en el Taller del Molino de Santo Domingo veía cómo era el proceso del grabado, en ese momento no lo apreciaba. Cuando me inscribí en el Art Student League vi el trabajo de Roberto de Lamonica y me fascinó. Me olvidé de la escultura y no me arrepiento. El grabado me ha dado muchas satisfacciones. Roberto y Mohammad me iniciaron en el grabado. Me enseñaron la forma artesanal de preparar barnices, ácido, a humear placas, cortar placas, hacer cera dura, mediana y suave. Mi primer trabajo en grabado fue el edificio donde vivía John Lennon”
Una vez dominado todo esto empecé a plasmar mis propios dibujos, a experimentar diferentes técnicas dentro del grabado. Mohammed con su ojo certero me aconsejaba pero ninguno de los dos intervinieron en la temática, siempre fue muy libre”.
– ¿Qué plasmas en tus grabados?, ¿qué prefieres plasmar? Hubo importantes grabadores mexicanos que se dedicaron a la política, ¿qué aspectos de la vida cotidiana abordas en tus obras?
“De los retos que me impuse fue buscar una manera de plasmar imágenes que tuvieran movilidad, que no fueran rígidas. Como proyectar el movimiento del agua o que estás suspendido. También me inspiran los poemas como el Roto violín de mis besos, o la realidad de las mujeres y su búsqueda de libertad por su identidad, edificios desmoronándose como si fueran de sal, impactada por el terremoto de México en el 85”.
– Se que no has dejado las otras técnicas, estamos viviendo momentos difíciles de encierro ¿cómo expresarías la libertad en las técnicas que manejas o preferirías expresarlas en un grabado ¿cómo lo harías?
– “Este período de retiro de la vida cotidiana en la que nos encontramos ahora, es muy curioso, pero no me ha motivado a trabajar en el arte, de hecho, lo último que hice fue en marzo del año pasado. El tema era la femineidad y trabajé el dibujo digital en una presentación virtual. Y teniendo todo el tiempo para crear no se me dio la inspiración. Y me doy cuenta que cuando estás en situaciones de crisis como la pandemia, al menos yo no me puedo concentrar. Eso mismo me ocurrió cuando estuve en Liberia un país que estaba saliendo de la guerra y más bien me enfoqué en el país, los niños que han vivido y participado en una guerra, en las mujeres que trabajan mucho en telas que ellas mismas imprimen con tintas naturales tye-dye, y en ese momento las telas me inspiraron a diseñar vestidos para mis colegas y para mi. Su pintura es muy interesante hay muy buenos pintores y talladores de madera”.
En esta ocasión con la pandemia me dediqué a investigar más sobre la impresión ecológica en telas y papel, sobre diseño interior, fue y es un tiempo para aprender nuevas cosas que definitivamente aplicaré ya sea en el grabado o monotipos o en la pintura. También me he dedicado a la impresión de telas con mis dibujos”.
– Todos los artistas, alguna vez, han hecho un autorretrato, no sé si es tu caso. Pero si lo has hecho o no ¿qué rasgos te interesaría resaltar?
– “Nunca me ha interesado ser la protagonista de mis obras y las únicas veces que lo hice fue en la fotografía cuando estuve estudiando en el International Center of Photography (ICP) Centro Internacional de Fotografía. Es otra cosa ya que tu ojo ve una cosa y lo que la cámara revela es otra y eso es muy interesante porque es un instante en el tiempo, no creo que aportaría algo hacer un autorretrato mío en cualquier otro medio plástico”.
Esperanza Suárez plasma en sus obras sus vivencias durante viajes como empleada de la ONU
Esperanza se fue a estudiar a París, se certificó en lengua francesa y tomó cursos en La Sobornne, Universidad de Letras y Humanidades. “Para ganar algo de dinero en Paris trabajé de Aupair (cuidando dos pequeñas niñas de seis meses y tres años) para una familia aristócrata muy joven”.
A Nueva York llegó a trabajar, durante tres meses, en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Y en sus tiempos libres se iba a pintar y dibujar al Art Student League.
A su regreso a México participó en el Summit Norte-Sur en Cancún auspiciado por México. “En ese entonces no había nada en Cancún. me pidieron que contactara a Naciones Unidas para traer personal capacitado que haría las actas resumidas en tres idiomas español, inglés y francés simultáneamente, debido a que asistieron 22 países”.
En esa oportunidad, Esperanza Suárez-Anaya recogió en el aeropuerto a Indira Ghandi, “mujer pequeñita, con mucha luz, gran y especial energía”. Conoció también a Margaret Thatcher, al ministro de Minería de Nigeria, quien le hablaba de África y su país. En reunión de la Unesco en Acapulco sobre la libre comunicación en el Mundo conoció a Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes.
Su traslado a Australia se frustró tras la devaluación de 1983. Sin embargo, se comunicó a Nueva York y preguntó si había oportunidad de trabajar de nuevo en la Asamblea General, la propuesta llegó dos semanas después. Ahí trabajó en las salas de logística. Cada reunión era diferente. “Un día se hablaba sobre el derecho del mar, otro sobre drogas y estupefacientes, derechos humanos, temas legales y todo ello me enriqueció muchísimo”. Al salir me iba a hacer grabados y dibujos”
Por su trabajo en la ONU viajó a Nicaragua, Jamaica, Cuba, España, Sudáfrica, China, Ecuador y Costa Rica. En cada lugar se adentró en trabajos artísticos y artesanales y no dejaba de trabajar en su obra que presentó por primera vez en Nueva York, en Esta Gallery, con la asistencia del embajador Mario Moya Palencia.
Trabajó con Moya Palencia de 1987 a 1991. Antes de regresar a México, se fue a la India, lugar que le fascinó y plasmó en su obra homenaje a las niñas viudas de la India y otros trabajos.
Ya en México estuvo en el Taller del Bosque de Chapultepec, con el maestro Carlos García Estrada, durante tres años. Expuso “Cinco en la Gráfica” en el Museo del Chopo, expo que se presentó también en Guadalajara.
Durante los tres años en México trabajó en la Biblioteca personal del director del Museo Nacional de Antropología e Historia, Ignacio Bernal y García Pimentel, al fallecer, uno de sus hijos quien le encargó la bibliografía completa de la Biblioteca.
Durante dos años trabajó en Liberia. En ese tiempo su esposo trabajaba para el mantenimiento de La Paz en Sierra Leone y para estar cerca de él solicitó ir de misión a Liberia que está a un lado de Sierra Leone. El primero de enero de 2005 llegó a Monrovia y dos semanas más tarde se contagió de Malaria.
Más tarde, regresó a su antiguo trabajo en la ONU planeando reuniones bilaterales con Jefes de Estado. “El programa que desarrollé para las reuniones bilaterales se tomó como base para los actuales programas que se usan para programar todas las reuniones de Naciones Unidas hasta el día de día”.
En esa época solo trabajaba los fines de semana en sus grabados, obras que posteriormente expuso en la ONU, en el Consulado de México en Altlanta. También, mandaba sus trabajos a España para el Miniprint. A Cadaqués, Artslan y en See.me “fue seleccionado uno de mis grabados hechos en acetato y se presentó en las pantallas grandes de Times Square.
En los últimos años en Nueva York se remodeló el edificio e instalaciones de salas de conferencias de Naciones Unidas y el salón de la Asamblea General. “Me asignaron junto con otra colega a colaborar con el Capital Máster para la renovación de las salas de conferencias y el edificio provisional que se edificó en los jardines de Naciones Unidas.
Esperanza Suárez-Anaya está convencida que “las cosas no te llegan por sí solas ni por casualidad, las oportunidades se van presentando y debes decidir tomarlas o dejarlas pasar. No me equivoque al tomar decisiones y oportunidades que han contribuido a plasmar mis experiencias y mi sentir”.