CIUDAD DE MÉXICO.- El “antimural” Escenario abierto es una obra que desde el año 2000 recubre con miles de azulejos de colores las paredes externas del Aula Magna José Vasconcelos del Centro Nacional de las Artes (Cenart), institución de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México. El autor es el pintor, escultor y diseñador gráfico Vicente Rojo (Barcelona, 1932-Ciudad de México, 2021), quien llegó a México a los 17 años y contribuyó a la renovación estética en los 50 y 60, y se convirtió en el representante del abstracto mexicano en el mundo.
Escenario abierto es una obra hecha con miles de azulejos artesanales de colores azul marino, granate, rosa, lila, malva, verde y naranja. Aparece sin firma debido a que su creador quiso que fuera una obra de geometría impura del dominio público. En la actualidad es un símbolo del Cenart y uno de los espacios más buscado por los visitantes para tomarse fotografías.
“Lo llamé un antimural porque la palabra mural dentro de la cultura plástica mexicana tiene una presencia enorme, y yo de ninguna manera quería ni podía acercarme a esa esencia. Entonces lo llamé así porque plasmé imágenes no convencionales, sobre todo en la visión de los grandes muralistas. Si bien Carlos Mérida había hecho cosas hermosísimas en murales para edificios, yo quería apartarme un poco de lo que se considera como muralismo mexicano, que es muy impresionante y al que sabía que de ninguna manera podía acercarme”, expresó en alguna ocasión el artista nacionalizado mexicano.
La historia de Escenario abierto inicia en 1994, cuando el arquitecto Ricardo Legorreta, encargado del plan maestro arquitectónico del Cenart, invitó a Vicente Rojo a intervenir el edificio que hoy conocemos como Aula Magna José Vasconcelos. El artista enseguida pensó en textiles, cajitas de Olinalá, cestería, piezas de barro y hasta en alebrijes.
Rojo, quien tras llegar a nuestro país se inscribió en la Escuela de Artes Plásticas (actual Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda del INBAL), recibió de Legorreta los planos y trabajó en dos o tres propuestas para llegar a Escenario abierto, el cual recubre 220 metros cuadrados de paredes externas del Aula Magna.
Para Vicente Rojo, la obra pública que llega a convertirse en anónima es la acertada. Así lo manifestó al inaugurar el espacio que ha servido de escenario para espectáculos, actividades infantiles o simplemente sentarse a contemplarlo detrás de la fuente que lo antecede.
“No sé si lo logré, pero quería darle un sentido moderno a la enorme producción de artesanía popular, quise apoyarme un poco en esa visión tan rica del arte popular mexicano. Al mismo tiempo, me parecía muy importante que una obra mía estuviera en un lugar lleno de alumnos de arte, de jóvenes que leyeran, que interpretaran, que opinaran sobre él”.
Con el propósito de mantener en condiciones óptimas el “antimural” de Vicente Rojo, la Secretaría de Cultura, a través del Cenart, realizó a finales de 2016 una serie de trabajos en los que se restituyeron los azulejos artesanales. El procedimiento se llevó a cabo con la colaboración del artista, quien firmó cada una de las piezas con los colores aprobados en su parte posterior.
En julio de 2017 Vicente Rojo regresó al Aula Magna José Vasconcelos para participar en una mesa de diálogo en la que, junto a Germán Montalvo, Fernando González Gortázar y Sylvia Navarrete, nos recordó la historia de esa invitación que le hizo Legorreta y que lo llevó a crear esta emblemática obra para el Cenart.