Por Mouris Salloum George
El tiempo siempre es el mejor aliado de los políticos, excepto cuando se confunde la aplicación de las medidas con la oportunidad de hacerlo. En ese momento, nada los puede salvar. El tiempo opera como un poderoso bumerang contra el que intente violar el famoso “timming”, el que debería ser aliado en la aventura.
Es cuando se emparenta el tiempo con la enfermedad del infantilismo. Es cuando se confunde permanentemente el deseo con la realidad. La confusión mental que precede a esas incongruencias da al traste con cualquier buena intención.
Las últimas decisiones así lo comprueban. Eso de premiar con gastos altísimos de representación a los aliados de Romero Deschamps en el Sindicato petrolero, por lo general líderes de secciones sindicales y comisionados en el interior del gremio es un absurdo, medido en tiempos electorales.
Eso de postular candidatos impresentables en los ocho estados con mayor padrón electoral por parte de Morena, es veneno puro para las ambiciones del partido oficial. Lo mismo el que el candidato en Guerrero se asuma cómo víctima de linchamientos contra la 4T, es montarse en un sin sentido que sólo perjudica la imagen y los propósitos buscados.
O el colmo, eso de poner sensores electrónicos a los arbolitos de Chapultepec, un monitor carísimo, para que los habitantes, desde sus casas, sepan el estado vegetativo del bosque, es una insensatez, en medio de los reclamos de la población frente a necesidades ineludibles en todos los renglones.
Choca frontalmente el deseo de acabar con todo, cuando no se puede empezar por nada. Las dos patologías de la izquierda, el infantilismo y el desconocimiento de los tiempos políticos para actuar en consecuencia, pueden demoler cualquier objetivo práctico, cualquier deseo político de impactar favorablemente.
La Unidad de Inteligencia Financiera, esa quimera amenazante, pide, al abrirse los tiempos electorales, una lista completa de los que, miembros del régimen anterior, han utilizado el paraíso fiscal de Andorra como refugio de sus bienes. El tiempo no alcanza para tanto. Es demasiado cuando se está mal equipado.
Los tiros de precisión en materia electoral pueden convertirse en disparos de perdigón, que sólo asusten y que acaben en indolencias que a nadie benefician. Se corre el riesgo de confundir paridas con preñadas, o de cometer los dislates que cualquier chivo comete en una cristalería.
La aplicación insensata de los tiempos nunca ha acompañado los buenos resultados. Lástima que eso pueda dar al traste con investigaciones serias del sistema contra sus peores hijos. Esto puede arruinar investigaciones pertinentes como la que se lleva a cabo contra el fiscal general del Estado de Morelos, Uriel Carmona, operador del ex gobernador Graco Ramírez.
Escondido en una residencia del poblado morelense de Temixco, el fiscal de marras sigue operando el lavado de dinero encomendado, así como la conservación a todo trance de la pista de aterrizaje para los aviadores designados por el ex gobernador Ramírez, tabasqueño por más señas.
Los delitos cometidos desde la Fiscalía General de Morelos son demasiado serios para echarlos en un canasto que ya tiene de chile, de dulce y de manteca.
Lástima que los errores de operación de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público vayan a encubrir los múltiples desaguisados que siguen sometiéndose desde la Fiscalía.
Finalmente resultará que la inmunidad, aún más teratológica que la corrupción, sigue resultando vencedora, ante la inepcia de los encargados de investigar casos de procuración de justicia. No sería remoto, el tiempo tiene la palabra. Los habitantes piden seriedad, no ánimos deshilachados.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.
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