Por Mouris Salloum George
Producto de las circunstancias que todos conocemos, para México y para casi todos los países ha llegado el momento de tomar decisiones muy importantes, antes de que la abulia y la apatía nos trague a todos o en el peor de los casos, antes de que el impulso de la población nos rebase.
Para eso son la intuición y la lógica, coincidentemente los atributos que el Premio Nobel Alexis Carrel descubrió en las biografías de los grandes hombres hace más de un siglo.
Si hay una habilidad que define al mejor político, al más completo de todos los tiempos, esa es la característica de adelantarse a las necesidades de los demás, antes de que lo pidan. Coincidentemente, es la habilidad por excelencia del mejor amigo. El mejor político y el mejor amigo es aquél que se adelanta a las necesidades del otro y actúa en ese sentido.
Es el talento natural, lo inmanente a todos los seres humanos, pero que es muy difícil dejar fluir por la cantidad de asesores que pululan en las casas gubernamentales, discurriendo ocurrencias e ideas falaces, que sólo resultan rupestres distracciones. Los ejemplos a modo los tenemos a la mano.
Las recientes decisiones de Pemex, una empresa quebrada que perdió el año pasado medio billón de pesos de nuestros impuestos vienen como anillo al dedo. Descartar la actuación de las calificadoras internacionales sobre su desempeño es el primer paso disfrazado hacia una bancarrota que todo mundo persiste en negar.
Aunque una declaratoria de bancarrota bien podría ser la mejor forma de ayudar a Pemex. La protección financiera que un esquema de concurso mercantil, antes de declarar cualquier moratoria de pagos, podría ser una estrategia que bien podría ser útil en estos momentos de la empresa productiva del Estado.
Claro que son decisiones que pueden rebasar el ámbito de la opinión pública y están reservadas para las cúpulas del régimen. Pero igual sucede con el desafuero intentado sobre el gobernador de Tamaulipas, en donde la facultad exclusiva no es del Congreso federal, sino que corresponde al Congreso local y al Tribunal Superior de Justicia de esa entidad norteña.
La decisión cameral tamaulipeca de ” que una vez que la Junta de Coordinación Política reciba la declaración de procedencia de la Cámara de Diputados, procederá a homologar el resolutivo”, es una respuesta áspera, pero sencilla. Sólo es cuestión de indagar en la Constitución.
Asimismo, la conclusión de que sólo corresponde a Félix Salgado Macedonio, señalado por delitos contra las mujeres y contra la salud, decidir sobre la viabilidad de su propia candidatura a gobernador de Guerrero, rebasan toda lógica, están por encima de cualquier razonamiento de rutina, mínimamente esencial. Sólo la renuncia a sus propias ambiciones puede lograrlo.
Estamos en medio de una crisis estructural. Pero la de valores morales es única en su género.
Se nos ha presentado, desafortunadamente en estos momentos, la disyuntiva del círculo cuadrado perfecto. Nadie puede calificar ni a Pemex, ni a Cabeza de Vaca, ni a Salgado Macedonio. Son “incalificables” por antonomasia, por decisión superior de las leyes económicas, políticas y jurídicas.
¿Son intocables por derecho propio? Es la pregunta que todo mundo se hace. En mala hora y en peor circunstancia. ¿Usted qué piensa?
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.
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