Por Muriel Salinas Díaz
El feminismo es un conjunto de ideas, teorías, agenda y práctica política que guían la defensa de la igualdad y la ciudadanía de las mujeres. Y es, por tanto, un humanismo incluyente sin el cual es imposible la democracia plena.
Amelia Valcárcel
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, acusa que el movimiento feminista que ha cuestionado la candidatura de Félix Salgado Macedonio a la gubernatura de Guerrero por MORENA – sobre quien pesan varias denuncias por violación sexual a varias mujeres – no es más que una treta inventada por los adversarios de su gobierno al calor del proceso electoral. Junto con lo anterior, ha declarado al menos en tres ocasiones que la legítima exigencia del movimiento feminista de no permitir la postulación de Salgado Macedonio por las graves acusaciones que pesan en su contra, no es más que obra de sus adversarios, a quienes llama conservadores y responsabiliza de “manipular” al movimiento feminista para perjudicar a su gobierno, a su partido y su Cuarta Transformación, que sabrá dios qué cosa sea.
La ignorancia del presidente y su especial animadversión hacia las mujeres y el feminismo, le impiden tener conciencia de que una teoría y un movimiento político y social como este, que tiene una tradición de tres siglos a cuestas y que, por ende, ha sobrevivido a numerosos obstáculos a lo largo de ese camino, es lo suficientemente maduro como para verse manipulado por intereses que son, por demás, contrarios a su propia agenda. Alguien debería explicar al señor presidente que señalar al feminismo de ser manipulado por el conservadurismo, es equivalente a decir que el movimiento contra el racismo es manipulado por los nazis.
Amartya Sen decía que una democracia bien puede medirse por la forma como un gobierno trata a las mujeres. En México hemos pasado de todo. Pero sin duda, en las últimas dos décadas la agenda feminista de la igualdad había logrado importantes avances para las mexicanas, que hoy enfrentan severos retrocesos de corte sumamente conservador. Sí, conservador, en la Cuarta Transformación. Veamos.
En la IV Conferencia Mundial de la Mujer, celebrada en Beijing, China en 1995 – que este 2020 cumplió 25 años- México se sumó a los compromisos plasmados en la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing (PAB), que entre otras cosas implicó impulsar la política nacional para la igualdad entre mujeres y hombres y crear el Mecanismo Nacional para el Adelanto de las Mujeres, como el ente encargado de diseñar y coordinar estas políticas. Correspondió a Ernesto Zedillo como presidente de la República suscribir estos compromisos y al gobierno de Vicente Fox implementarlos, por lo que fue durante su administración que se creó el Instituto Nacional de las Mujeres. Así, progresivamente durante los años subsecuentes se crearon las Instancias de las Mujeres en las Entidades Federativas (IMEF) – a excepción de Guerrero, que creó la Semujer en 1985, durante el gobierno de José Francisco Ruiz Massieu- así como Instancias Municipales de las Mujeres. En estos períodos también se crearon importantes programas federales para la igualdad entre mujeres y hombres, que se habían sostenido y fortalecido hasta el 2018. Los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto sostuvieron la política nacional de igualdad y el presupuesto federal para su instrumentación.
En 2012 se aprobaron importantes reformas a la Ley de Planeación, la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria y al Decreto del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para establecer la obligación de incorporar la perspectiva de género en todo el proceso de las políticas públicas. Así, se instituyó que en el PEF se incorporara un anexo en el que se reflejasen los recursos públicos destinados la implementación de programas para la igualdad entre mujeres y hombres, hoy conocido como Anexo 13. Así, los Planes Nacionales de Desarrollo subsecuentes incorporaron la perspectiva de género y establecieron directrices de política pública para avanzar hacia la igualdad entre mujeres y hombres y el acceso de las mujeres a una vida libre de violencia.
Pero como no vamos a dar aquí una clase de políticas de igualdad al presidente, baste con decir que lo que he referido es apenas un atisbo de los avances que se lograron durante estos últimos años para instituir la igualdad entre mujeres y hombres como una política de Estado.
En la actual administración federal, el INMUJERES ha sufrido la reducción organizacional más crítica desde su creación. Junto con ello, recordemos que ha sido en la administración de la Cuarta Transformación que se han eliminado, tan solo en 2021, un total de 26 programas destinados al logro de la igualdad de género, entre ellos el Programa de Apoyo para la Productividad de la Mujer Emprendedora, el Programa de Estancias Infantiles para Apoyar a Madres Trabajadoras, el Programa de Coinversión Social y el Proequidad. Así mismo, programas como el de Fortalecimiento a la Transversalización de la Perspectiva de Género y PAIMEF han sufrido considerables recortes presupuestales, y si se han salvado de ser eliminados, ha sido gracias a la férrea defensa que de estos han hecho las legisladoras feministas de todos los partidos políticos.
El Anexo 13 del PEF 2021, refiere que se destinaron 128 mil 353 millones 630 mil 307 pesos para políticas de igualdad entre mujeres y hombres. Pero este incremento se debe a la concentración de recursos correspondientes a los programas estrella del gobierno federal, los cuales no tienen perspectiva de género, reglas de operación, padrones de beneficiarios y mucho menos indicadores de impacto. En el anexo se registran 89 programas y acciones, pero 6 de ellos concentran el 78% del gasto total: estos programas no tienen nada que ver con la política de igualdad entre mujeres y hombres y carecen de perspectiva de género. El monto más grande del Anexo 13 para este 2021, está a cargo de la Secretaría de Bienestar, con 71,800 millones de pesos (56% del total). De ese monto, 59,200 millones de pesos están destinados al programa de Pensión para el Bienestar de Personas Adultas. No sobra mencionar que el total de recursos destinados a prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres apenas representa el 0.05% del PEF.
Pero el presidente quiere que las abuelas modernas de México regresen al orden tradicional de género de los años cincuenta: a cuidar nietos a cambio de un subsidio pírrico, mientras desmantela la política nacional de igualdad.
Como cereza de este pastel de conservadurismo, sale en cadena nacional a defender, por tercera ocasión, a un candidato a gobernador denunciado por violar a varias mujeres y tratar de deslegitimar al movimiento feminista señalándolo de ser manipulado por los conservadores.
Pero las medidas regresivas para las mujeres durante su administración, no dejan duda, señor presidente: el conservador eres tú.
VCR/SEMMÉXICO