Roberto Fuentes Vivar
- INEGI: había 40 en 2000; hay 771 en 2020
CIUDAD DE MÉXICO.- Hace 20 años, con motivo de la presentación de resultados del Censo de 2000, me dediqué a investigar cuántos lacandones había en el país y me encontré con que, por lo menos estadísticamente, solo había 40 hax winiks (“verdaderos hombres”), de los cuales la mayoría vivían en el Distrito Federal.Mi interés por esa etnia (que visité con frecuencia en los ochentas y noventas) es que era la más mediática porque el subcomandante Marcos databa todos sus comunicados con la frase “desde algún lugar de la selva lacandona”. Incluso en el buscador Google aparecían en ese momento más de 11 mil referencias a ellos, en solo 14 segundos.
Encontré que el último lacandón registrado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) tenía 25 años, por lo que era previsible que esa etnia desapareciera irremediablemente.
De hecho, en el Conteo Nacional de Población de 1995 se registraron 59 lacandones. Lo más grave es que (repito, hace 20 años), de los 40 lacandones solo cuatro vivían en Chiapas, en las 662 mil hectáreas con que fueron dotados por Luis Echeverría.
Los otros 36 se registraban a 18 estados de la República, incluyendo al Distrito Federal, que en este momento reportaba siete personas hablantes de lacandón, de las cuales cuatro eran hombres y tres mujeres. De hecho, el Censo Nacional de Población del 2000 registraba ocho menores, de entre 0 y 4 años de edad, que habitaban en casas donde los padres hablan lacandón. Ninguno de ellos estaba en Chiapas.
La historia de las dificultades para registrar a los lacandones era tal que en 1981 el Instituto Nacional Indigenista realizó una monografía de esa etnia en la que indicaba: “Los lacandones no han sido incluidos en los censos nacionales de población. Según cálculos aproximados, en la actualidad, no exceden de 300 individuos. Debido a lo reducido del grupo tienen grandes problemas para la elección de pareja”.
Un dato interesante es que los lacandones estuvieron a punto de desaparecer hace más de 400 años cuando en 1586, prefirieron incendiar sus casas en la isla de Lacam-Tum y desbandarse por la selva, ante una expedición de Juan de Morales Villavicencio.
En el 2000 los lacandones, divididos cuatro décadas antes en tres pueblos, Nahá y Metzaboc y Lacanhá Chan Sayab, parecían haber pasado a la historia y su único futuro previsible era internet.
De 40 a 20 en solo 10 años
Diez años tarde, en el censo de 2010, el INEGI registró solo 20 lacandones, es decir una reducción de 50 por ciento, con relación al ejercicio censal anterior. Pero al mismo tiempo comenzó a incluir una versión diferente.
Además del catálogo del INEGI reportó otro concepto bajo el título de catálogo del INALI (Instituto Nacional de Lenguas Indígenas) y ahí mencionó la existencia de 927 hablantes de lacandón, lo que contradecía la tendencia hacia la desaparición de esta etnia tan conocida en el extranjero.
Desde luego que para explicar este incremento había varias razones: 1.-La influencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en la zona. 2.-El mejoramiento de la estrategia del levantamiento del censo. 3.- La pérdida del temor de los lacandones ante los extraños que levantaban los censos 4.-El renacimiento del orgullo étnico que ocasionó que muchos hablantes de lenguas indígenas ya no se sintieran avergonzados de su origen.
Pero el hecho concreto es que por una parte se reflejaba en 2010 una reducción de hablantes de lacandón, mientras que por otra se mostraba un fuerte crecimiento al pasar de 40 a 927 mexicanos pertenecientes a este grupo indígena.
Desparecieron de la capital
Hasta aquí las cifras y los datos de hace 10 o 20 años. ¿Y qué pasa con los lacandones en el censo del 2020? La respuesta concreta es que los misterios continúan.
En el levantamiento censal del año pasado se encontraron 771 mexicanos que dicen hablar lacandón, de los cuales 734 viven en Chiapas, en su entorno natural o en las cercanías de lo que el “sup” Marcos mencionaba como “en algún lugar de la Selva Lacandona”.
Destacan varios puntos del censo 2020. Uno de ellos es que el mayor número de hablantes de lacandón (89) se ubica en el rango de 10 a 14 años; el segundo (87) en el de cinco a nueve años y hay 36 que tienen entre tres y cuatro años. A partir de los 15 años comienza a descender el número de hax winiks.
Otro dato interesante es que ya no aparece ningún lacandón en la capital del país, por lo que los 37 que no habitan en Chiapas se encuentran diseminados en varias entidades del país como Jalisco, estado de México, Oaxaca o Quintana Roo, pero ya no en la ciudad que hace 20 años albergaba al mayor número de representantes de esa etnia.
Hay que aclarar que, a diferencia de hace 10 años, cuando el INEGI presentaba dos tablas de resultados, uno bajo el catálogo propio y otro con el del INALI, ahora (por lo menos hasta el momento y de acuerdo con los datos disponibles) presenta una sola cuenta.
De todos estos datos surgen muchas preguntas:
¿Qué pasó con los siete lacandones que vivían en la capital del país, regresaron a su tierra, emigraron a otro país, murieron o definitivamente ya no se consideran hablantes de su lengua? ¿Qué pasó en 10 años entre los 927 lacandones que se registraban bajo el catálogo del INALI en el censo de 2010 y los 771 que hay ahora? ¿Se perdieron 156 lacandones? ¿Existe realmente un renacimiento de la cultura lacandona al haber más niños y jóvenes que hablan la lengua?
El hecho concreto es que los lacandones son, fueron y seguramente serán un misterio. Dice el filósofo del metro: entre los verdaderos hombres y las estadísticas hay lenguas de por medio.
FOTO: Carlos Guerra con el lacandón Miguel Chambor 17/mayo/2020
Vocero/BH