* De concretarse la reforma constitucional para la CFE, dicha empresa se convertirá en espejo fiel de su actual director, Manuel Bartlett Díaz, priista de cepa, dinosaurio político por los cuatro costados, frustrado porque no pudo ganarle la partida a Carlos Salinas de Gortari
Gregorio Ortega Molina
El aire que respiramos no se ve, a menos de que los índices de contaminación sean altos; sin embargo, las consecuencias del descuido de los gobiernos y la voracidad de unos o muchos empresarios, tienen altísimos costos en el sector salud y son causa de muerte que compite con el tabaquismo, pues el enfisema pulmonar, las afecciones cardiacas y el envenenamiento de la sangre, también se transmiten por esa bocanada de supuesta vida con la que llenamos nuestros pulmones.
Los humanos producimos más basura de la necesaria, somos los edificadores de la cultura del desperdicio. Ya lo he compartido, pero lo hago otra vez: converso con Édgar, que es el empleado del gobierno de la Ciudad encargado de reunir la basura y acercarla a donde el camión la carga para llevársela. Le corresponden cuatro manzanas, y calcula que de martes a viernes mueve entre 500 y mil kilos de basura diarios. Los lunes se acumula la de sábado y domingo, y por mucho rebasa la tonelada de desperdicios domésticos. Calculemos lo que producen oficinas, restaurantes, fábricas, compañías mineras, armadoras de vehículos, productoras de llantas… sin considerar lo que procede de hospitales y en lo que se convierten las pilas y los desperdicios de computadoras y la energía nuclear.
Esa sobreabundancia de basura no nada más tiene efectos negativos en los núcleos urbanos, destruye la naturaleza y propicia el cambio climático. Los ríos y mares están contaminados, los bosques son destruidos, el deshielo de los casquetes polares es un hecho. Resulta que las advertencias de Greta Thunberg caen en los oídos sordos de gobernantes y barones de empresa e industria. La codicia supera a la razón. Hay quienes son capaces de morir por un aplauso, un puñado de dólares, unos votos y el premio del poder.
¿Por qué la CFE incursionó en la energía nuclear y construyó la planta Laguna Verde, pero se mostró incapaz de actualizarse y cedió las energías limpias a los particulares? ¿Por qué este gobierno regresa a los modelos de producción de energía eléctrica más contaminantes; insiste en la refinación de combustibles, cuando la industria automotriz inicia su viraje a los coches eléctricos; o en la construcción de una enorme refinería, que en un mundo limpio de contaminantes no tendrá futuro; o acelera la tala de buena parte de la madera que mantiene vivo el pulmón del sureste, para construir el tren maya?
En abierta contradicción con su proyecto Mexicanos construyendo el futuro, lo que ahora presenciamos es una obsesión por regresar al pasado en todos sus ámbitos, para subordinarlo todo a la voluntad del Gran Timonel, a su sueño o pesadilla de lo que debió ser México y no fue.
De concretarse la reforma constitucional para la CFE, dicha empresa se convertirá en espejo fiel de su actual director, Manuel Bartlett Díaz, priista de cepa, dinosaurio político por los cuatro costados, frustrado porque no pudo ganarle la partida a Carlos Salinas de Gortari.
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@OrtegaGregorio
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