FRANCISCO RODRÍGUEZ
Se atribuye al trovador Nicandro Castillo, “EL Rey del Huapango”, una frase lapidaria de nuestro pensamiento vernáculo: “Los hombres, cuando se mueren, no saben que están muertos, los demás sí y son los que sufren las consecuencias. Igual sucede con los pendejos, que tampoco saben que lo son”. Joyas del pasado reciente hecho meme en la actualidad.
La física cuántica demostró que en la vida real sólo existe aquello que nuestro cerebro tiende a materializar. Que nuestros ojos sólo ven lo que nuestro cerebro previamente autoriza, por decirlo de alguna manera. La materia real se rige por leyes aparte, en ondas y saltos que generan el principio de incertidumbre.
Vibraciones ondulatorias de luces y sombras que siempre tienen la posibilidad de existir. Y es que cada uno percibe en sus sentidos aquellos millones de bits de información que su consciencia envía al cerebro y éste a los ojos para poder ser aceptados como tales, como lo único que de verdad existe.
El cerebro no alcanza a registrar lo ignoto. Los ojos, menos
Por eso, cada uno se sirve y engaña como quiere. El mundo es a la medida de la interpretación subjetiva de los actores protagonistas y de los observadores pasivos. También, obviamente, la información es a la medida del gusto. Puede ser un menú muy peculiar o una auténtica cena de negros, usted comprende.
Nos sucede a menudo, como aconteció en el mundo indígena precortesiano, cuando los hechos reales desbordaron la estupefacción de los nativos. Cuando las enormes naves de los conquistadores asomaron por el horizonte del Golfo de México, los enviados de Moctezuma, endémico acojonado, reportaron al Emperador que no habían visto nada, aunque los tenían enfrente.
No mentían, sólo se negaban a aceptar que existiera algo así. El cerebro no alcanzaba a registrarlo, los ojos menos.
La vida en México es lo más parecido a un circo de rarezas
Y así pasa siempre. Nunca se quisieron aceptar las predicciones que hacían los observadores, los líderes sensatos de opinión sobre la realidad de lo que se venía sobre el país. La absoluta mediocridad de quienes formaban una pandilla de ignorantes y arribistas, ayunos del más elemental de los sentidos, que destrozarían el país, en medio de la rapiña total.
Los ojos, el cerebro y los oídos lo demostraban, pero el cerebro práctico, y defensivo se negaba a aceptar tamaña inmundicia. Nunca se pensó que fueran a secar la economía, abalanzarse sobre el presupuesto nacional, desmantelar la planta industrial, la de empleos y la de servicios instalada.
Y es que rebasaron todo asombro. Se metieron al túnel de lo cuántico. Ahora debemos aceptar que lo imposible sí existe. No sólo hemos caído más abajo que en el pasado. La criminalidad lo ha abarcado todo. La vida en México es lo más parecido a un circo de rarezas políticas, de complicidades, de ambiciones y codicias sin freno.
Somos 130 millones de náufragos en un horizonte impredecible
Los delitos acompañan y sostienen una manera, un estilo desquiciado de ejercer el poder. Los abusos a la confianza del mexicano han rebasado hasta lo desconocido. La proverbial comprensión política ha sido atropellada y desnortada. No hay posibilidad de sobrevivir al presente, menos de enfrentar cualquier escenario futuro.
Se han perdido entre tanta zarandaja y entre errores mayúsculos las brújulas y los mapas de ruta. Somos ciento treinta millones de náufragos en medio de un horizonte impredecible. En México ya casi no queremos ver, porque lo que hemos visto es puro estiércol, ¡y ya nos acabamos la ración!
Hemos sido testigos de lo inaudito. De aquello que rebasa hasta las más febriles imaginaciones. Las estupideces que, definitivamente, tienen que entrar al laboratorio de estudio de la física cuántica, o cuando menos, de cualquier manicomio que se respete. No es posible. No merecemos esto. Alguien tiene que ayudarnos. Ponerles la camisa de fuerza, antes de que sea demasiado tarde.
¿Van a comprar las vacunas espuni? ¿Y las que regalaría Trun?
¿Por qué los senadores de Morena defienden la vacuna rusa que no cumple los requisitos sanitarios de la Unión Europea, de la FDA, de la Organización Mundial de la Salud, de Alemania y de los países desarrollados, y que no tiene permiso de venta de emergencia? pregunta Lilly Téllez, “por ineptos, perversos y arrastrados”, se contesta.
Pero es que nadie puede saber si es cierto que el mandarín en convalecencia, o en plena ausencia, consiguió hablar con el que llama Puti, y le compró 24 millones de dosis de la vacuna espuni, como él también la pronuncia. Nadie sabe qué es lo que está pasando, y eso es lo que pasa. Es todo un garlito de mentiras, un entrambulique de enredos sin fin, con el objeto de salir algo airosos de los errores cometidos, por andar esperando vacunas regaladas de Trun.
Somos lo más parecido a los pasajeros de La Barca de Guaymas
Un obstáculo chiquito y no lo pudieron saltar.
Un timonel perdido en esta nave de locos desahuciados, lo afirma desde una cabina artillada en Palacio Nacional, que ahora funge como si fuera la sala de especialidades de cualquier ameritado hospital de enfermedades neurológicas. Ningún marino, ningún grumete tiene acceso a la cabina, siquiera para comprobar que el Capitán va asido al timón.
Es lo más parecido a la famosa Barca de Guaymas, donde iban un grupo de amigos rumbo a la felicidad, sin que nadie les dijera que sólo eran un montón de cadáveres, felices pero engañados. Habían sido víctimas de sus propias ilusiones, despechados por la morena de sus sueños. Los locos de la Barca de Guaymas.
Embustes que mutan a dardos envenenados de incredulidad
Siempre hemos padecido los mitos como fenómenos de ideas – anclaje que se producen por el sólo hecho de vivir al lado de un monstruo imperial. Insaciable, pero es muy diferente tratar de inocular mentiras y venenos a la población, aprovechando la opacidad absoluta y los aparatos de comunicación del Estado. Eso se llama mendacidad criminal.
Se trata de mentiras ramplonas y pedestres de los catatónicos de Tepetitán, embustes que todos los días se transforman en dardos envenenados de incredulidad y desconfianza en contra de un gobiernito empeñado en su total aniquilamiento moral, social y político.
La incredulidad y la desconfianza, los focos rojos, son sólo ellos, y siguen sin entenderlo.
El nombre del “caudillo” hoy es repudiado en todo el país
Es la hora en que todavía se obnubilan creyendo que tienen los treinta millones de votos en la alforja. Esos tienen tiempo que ya no existen. Cualquier vuelta que un observador se dé por los estados más grandes de la Federación, los que tienen los mayores números de votantes, puede comprobar los grados de repulsa a los gerifaltes del régimen modito Tepetitán. No quieren saber nada de ellos.
En Chihuahua, los corren a huevazos. En todo el país es igual la reacción. Que no se le ocurra a alguien de ellos en su presentación en sociedad, mencionar el nombre del “caudillo”. El que lo haga es hombre muerto, aunque sea en términos electorales.
En este momento ya no tienen para dónde hacerse. La lista de candidatos impresentables, ha rebasado la imaginación. Pero, bueno, cada uno se sirve y se engaña como quiere, así es este territorio atrapado por la física cuántica.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Hasta ahora son cuatro las vacunas que ensayan su Fase 3 en México: La china CanSino, la estadounidense Janssen (Johnson & Johnson), la alemana CureVac y Novavax, también de los Estados Unidos. Por cuanto hace Sputnik V, en diciembre la Cancillería informó que se está en espera de que la Cofepris apruebe el inicio de ensayos fase 3 del desarrollo ruso. Pero, el 12 de enero el subsecretario de Salud Hugo López-Gatell aseguró que era muy probable que la Cofepris determinara pronto si se autoriza el uso de esta vacuna en el país…
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