Por: Mario Ruiz Redondo
La condición de cortesano del subsecretario de Salud, Hugo López Gatell Ramírez, volvió a la búsqueda de reflectores este lunes 25 de enero, cuando advertiría que el Presidente Andrés Manuel López Obrador, merece privacidad y por ética médica, no se debe revelar ningún dato clínico, luego de dar positivo al Coronavirus.
En su afán sin ningún recato de seguir siendo la alfombra roja que se extiende al paso del Primer Mandatario, el epidemiólogo de Palacio, adolece amnesia, cuando se olvida que fue precisamente el Jefe del Ejecutivo Federal quien hizo pública el domingo 24, su condición de contagiado por el letal virus.
A partir de ahí, el funcionario está, como siempre, totalmente fuera de lugar e incongruente en sus apreciaciones de corte dictatorial, al pretender ocultar lo que su mismo jefe ha revelado a la opinión pública nacional e internacional, desde el momento en que su importancia es tal que representa al tercer países de América y cuarto del mundo, en número de decesos hasta este martes 26 de enero (152 mil 16 fallecimientos y un millón 778 infectados), víctima del letal virus.
Carece de razón entonces el funcionario federal favorito del Jefe de la Nación, cuando manifiesta que “la información clínica del Presidente se mantendrá bajo reserva por cuestiones éticas y solo presentó el domingo una febrícula y un aumento temporal de la temperatura”.
A favor de su muy personal causa, el desbarrancado consentido del panista Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, rescatado y puesto en la cumbre por el morenista López Obrador, subraya en su intención de que los periodistas guarden distancia de Andrés Manuel, no duda en subrayar que “es un funcionario público, pero también un ser humano que merece privacidad y por ética médica no se debe revelar ningún dato clínico. Entonces, no sólo ahorita, sino a lo largo de todo su período de recuperación del Jefe de la Nación, no vamos a revelar ningún dato clínico por respeto sus privacidad”.
El subsecretario de Salud que hacerlo, “sería una violentación grasa a la ética médica revelar cualquier síntoma, cualquier situación que él tenga”.
Y cuando más le hubiera valido quedarse callado, frente al enojo de decenas de miles que no encuentran espacios en los hospitales públicos, debido a la insuficiencia personal especializado, medicamentos e infraestructura en todo el país, López Gatell Ramírez, daría a conocer las condiciones de privilegio del Presidente de la República:
“Jorge Alcocer Varela, secretario de Salud, fue designado como el médico titular del equipo de salud integrado por un equipo competente de los distintos Institutos Nacionales de Salud, quienes se ocuparán de su tratamiento y vigilancia médica”.
La decisión de López Gatell Ramírez, de ocultar toda la información relativa a la evolución de la salud del Primer Mandatario, asumiendo el papel de la Oficina de Comunicador Social de la Presidencia, conduciría en las primeras horas de este martes 26, a una situación de incertidumbre y preocupación, al circular la versión de que López Obrador Había sido llevado de emergencia al hospital del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”.
Mañana de movimientos inusitados en las redacciones de los diversos medios de comunicación de la ciudad de México, que desde la tarde-noche del domingo se mantienen en estado de alerta para dar seguimiento a su problema de salud.
La novatez del vocero oficial de la Presidencia de la República, Jesús Ramírez Cuevas, que sin dar la cara a los periodistas, extraoficialmente diría que la versión difundida era incorrecta, ya que el Jefe del Ejecutivo Federal se encontraba bajo observación médica en sus aposentos de Palacio Nacional, lo cual coincidiría con las versiones de altos funcionarios del Sector Salud, involucrados en la atención al mandatario, por lo que el rumor resultó finalmente intrascendente.
El ocultamiento de la realidad en torno de Andrés Manuel, ordenado por Hugo López Gatell Ramírez, ha empezado a generar una peligrosa situación de desinformación, que da paso a un campo fértil para la especulación que puede desencadenar desestabilización en todos los órdenes de la vida del país, sea político, social o económico financiero.
¿Por qué no actuar de manera más inteligente, haciendo ya a un lado la manipulación de la salud del huésped sexenal de Palacio, para dar paso a un vocero especial y profesional, que mantenga informado con toda la responsabilidad y objetividad que amerita, revelar la evolución de la enfermedad y no seguir dejándolo en el terreno de la noticia falsa?
Dejar atrás la idea de que todavía se puede tapar el sol con un dedo, cuando es bien sabido que hoy es imposible, dada la existencia de un periodismo de investigación serio, aunado a la inmediatez de la difusión de los acontecimientos en todo el planeta en cuestión de segundo.
Una solución simple y nada novedosa, la de establecer un sistema de comunicación oficial centralizado en una sola persona, para informar a la Nación, como ha ocurrido exitosamente en los casos recientes de los Jefes de Estado del Reino Unido, el periodista y político Alexander Boris de Pfeffel Johnson, de 56 años, y de Estados Unidos, Donald Trump, empresario inmobiliario de 74 años, al resultar contagiados de Covid-19, y hospitalizados para su atención en centros médicos de primer nivel, evitando así la deformación de los hechos.
En ambos casos, los dignatarios coincidirían en designar como voceros autorizados, a los respectivos jefes de los equipos médicos que los atendían, con el propósito de evitar versiones contradictorias, extraoficiales o falsas acerca de la salud de de los gobernantes, que cancelarían todo tipo de implicaciones adversas para sus Estados.
En el caso de López Obrador, la persona más indicada, sería el titular de la Secretaría de Salud, que es de igual forma el jefe del Sector Salud, quien a petición de Andrés Manuel, está a cargo de su atención.
Pero por lo visto, aquí no es así, como quedaría demostrado este martes de noticias falsas convertidas en rumores.
Avido de estar desde la tribuna palaciega, volvería en cuestión de horas, este martes 26 de enero, a la primera fila del show vespertino-nocturno de la información de los datos diarios del creciente y alarmante aniquilamiento de la población nacional, por la acción devastadora de la epidemia-pandemia de Covid-19, el epidemiólogo estrella, retornaría a su andares bipolares, al hacer a un lado a su colega menor José Luis Alomía, quien lo sustituye cuando se siente cansado del ajetreo de contador de víctimas:
“El domingo 24, el Presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo dolor de cabeza, aunque este martes ya evoluciona bien, con síntomas mínimos y está de buen humor”.
Y nada más por lo pronto, mientras que debido a la desinformación, en las redes sociales siguen creciendo las versiones de que el Presidente no está enfermo y que al igual que lo hizo Donald Trump en 2020, previo a los comicios de noviembre 3, el Primer Mandatario de origen tabasqueño, lo imita para atraer la atención del electorado, a cuatro meses de la renovación de la Cámara de Diputados federal, donde desde ahora se pronostica perderá el control de mayoría por su Partido Movimiento de Regeneración Nacional.
Incapacidad manifiesta del epidemiólogo oficial, que vuelve a tener como quehacer principal, el ser un comunicador que incomunica, al igual que el vocero Presidencial Jesús Ramírez Cuevas, que al no estar tampoco en condiciones de transparentar adecuadamente el estado de salud que guarda Andrés Manuel, lo ubican en el terreno de los dimes y diretes de sus opositores, que no dudan en afirmar que lo que ahora acontece, confirma el debilitamiento de la imagen de quien desde el 1 de diciembre de 2018, tiene en sus manos el rumbo de México.
Nada halagador por los propósitos de fortalecimiento del Jefe de la Nación, inmerso en la rebatinga de quienes hasta con violencia, se apoderan de candidaturas en asambleas nada representativas y sin el obligado control de un liderazgo nacional, el del incipiente político Mario Delgado Carrillo, de 48 años, que ha llegado a la posición demasiado desgastado, luego de que en la contienda por el cargo, el veteranísimo maestro de la política, Porfirio Muñoz Ledo, de 87 años, le ganara en dos consultas y “perdiera” en la tercera por consigna del que manda arriba.
Lo que es innegable, es que el instituto político creado por el Presidente de la República, que le llevaría a asumir el mando principal del país, se encuentra sumamente debilitado al encontrarse desarticulado por las pugnas internas que parecieran insalvables y por ende, que ponen en riesgo el triunfo a su favor de las 15 gubernaturas en juego, sus respectivos Congresos y la mayoría en las 500 curules federales (300 por sufragio y 200 plurinominales), sin olvidar las más de dos mil Alcaldías.
Clave también en esta nueva coyuntura vital para la continuidad del Proyecto de la Cuarta Transformación del Jefe del Poder Ejecutivo Federal, es el desplome de la credibilidad del discurso político, al no lograr aún en sus dos primeros años de gobierno, golpes contundentes contra la corrupción enarbolada por funcionarios encumbrados y enriquecidos durante el período de varias décadas del neoliberalismo fifí, a partir de Carlos Salinas de Gortari, que se ha traducido en simples alharacas que ya no convencen a nadie, al aplicar sanciones leves de inhabilitación por 10 años en cargos públicos, y no cárcel junto con el aseguramiento de cuantiosos bienes.
Frente a una guerra mediática que se magnifica diariamente, se ha hecho a un lado la necesidad de informar a la sociedad nacional, con toda la precisión obligada, de los estudios realizados al Primer Mandatario, que sustentan el diagnóstico científico que respalda que está contagiado de
Covid-19.
Se trata de un reporte tan simple, que en ningún momento va más allá de lo que la población sabe, por el elevado número de casos, que incluyen familiares y amigos, lo que permitiría acallar las voces que aseguran que se trata de una maniobra manipuladora para convertirlo en una víctima al estilo Donald Trump, que en cuestión de dos o tres días volviera a sus actividades normales, como si el virus fuese inofensivo.
Mucho por hacer del gobernante que ha centrado en él, mucho de la carga de responsabilidades no solamente de la Administración Federal que lidera, sino de la misma actividad a desarrollar por MORENA, instancia convertida en su principal preocupación, luego de diferencias con partidos políticos apoyadores, como el Verde Ecologista de México (PVEM), que tiene bajo su mando el ex gobernador de Chiapas, el senador Manuel Velasco Coello, quien empieza a transitar sobre una cuerda muy floja para su futuro político, después del desliz de su colaborador de confianza David León, que se atrevería a grabar la entrega de dinero a Pío López Obrador, en días de campaña.
Tortuoso el futuro inmediato del PVEM, con un mando tras bambalinas, que en 2018 maniobraría las urnas vía su candidato a gobernador Fernando Castellanos Cal y Mayor, cuyos votos rellenados en las urnas, evitarían al Verde perder su registro como Partido nacional.
Semanas de definición por venir, en las que el Presidente Andrés Manuel López Obrador, deberá hacer lo necesario, para evitar mayores fracasos a MORENA, que ya se dieron en principio en Hidalgo y Coahuila, donde el Partido Revolucionario Institucional (PRI), demostró que sigue vivo y con ganas de retornar por la puerta grande de la política mexicana.
Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013, Club de Periodistas de México.
Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.
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