Pablo Cabañas Díaz.
Víctor Flores Olea (1932-2020) nació en Toluca, Estado de México, y falleció en Acapulco, Guerrero. Realizó estudios de Doctorado en Ciencias Políticas, en la Escuela Práctica de Altos Estudios en París, Francia. En su calidad de director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM (1970-1975) organizó los Cursos de Verano atestados de estudiantes, profesores e intelectuales reunidos para debatir las ideas políticas de presencia mundial, así como los problemas pertenecientes a lo que se comenzaba a llamar la sociedad postindustrial y las alternativas posibles del socialismo en ellas, incluyendo en esta agenda el marxismo no dogmático.
En esos años la Facultad de Ciencias Políticas se ubicaba en el campus central de la Ciudad Universitaria y en sus aulas se escuchó y debatió entre otros con intelectuales deslumbrantes por sus innovaciones como: Herbert Marcuse, Lucien Goldman, André Gorz, Lucio Colleti, C. Wright Mills, Serge Mallet, Umberto Cerroni, Erich Fromm, Jean Whal, Laszek Kolakowski, Maurice Duverger, Karel Kosík, Ralph Milliband, Eric Hobsbawm, Rossana Rosanda, K.S. Karol, István Metzaros, compartiendo mesa con el propio Flores Olea, Francisco López Cámara y Adolfo Sánchez Vázquez.
La Facultad de Ciencias Políticas en esos años setenta, se recobraba de la herida del movimiento estudiantil de 1968, por lo que se incorporó a nuevos profesores formados en universidades europeas, estadounidenses y latinoamericanas. Testigo internacional de la vida política, Flores Olea creó un centro de investigación pionero en el examen de la problemática al sur de nuestro Continente, el Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA), siendo el hogar intelectual de dirigentes políticos, gobernantes, intelectuales y profesores universitarios exiliados de sus países por los golpes militares que se habían dado en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay.
En el período en que fue director se renuevan los planes de estudio con visión interdisciplinaria se crearon centros de investigación orgánicamente vinculados a las carreras profesionales impartidas en Ciencias Políticas y Sociales. El ciclo iniciado en 1951 con el nacimiento de la Escuela de Ciencias Políticas y Sociales adquiría mayoría de edad al convertirse a partir de 1968 en Facultad al impartir cursos de Maestría y Doctorado. Flores Olea percibía que la institución formadora de cuadros para dirigir el país no debía tener horizontes estrechos, examinar la realidad del país, advertir los límites a la democracia y la igualdad social, con una perspectiva que incluyera los debates internacionales, dialogando con los intelectuales del mundo, superando la excepcionalidad mexicana.
Flores Olea también fue funcionario de Estado, intelectual, escritor, fotógrafo y hombre de cultura, su prosa tuvo escenario en los principales diarios del país. Inició con las revistas universitarias de su juventud, fue codirector en los años cincuenta del siglo XX de la Revista Medio Siglo, de la Facultad de Derecho, y después de la publicación crítica que pensó en México la política como desafío intelectual en El Espectador, compartiendo generación y anhelos de una generación de importantes pensadores mexicanos: Luis Villoro, Carlos Fuentes, Enrique González Pedrero, Francisco López Cámara, Jaime García Terrés y Porfirio Muñoz Ledo. Escribió en las páginas de las revistas Política, ¡Siempre!, y en los periódicos Excélsior, El Universal y La Jornada.
El retorno al laboratorio universitario de las ideas en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM fundado por Pablo González Casanova compañero generacional de Flores Olea, director también de Ciencias Políticas. Entre sus actividades cotidianas destaca la de fotógrafo. En 1977 presentó una exposición individual en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México, conformada por 180 imágenes; en 1982 participó en muestras colectivas en diferentes países. En su faceta de escritor, destacan los cuentos Registro de los sueños (1990) y Tres historias de mujer (1999), así como las novelas Tiempos de olvido (1992) y Memoria en llamas (1995), además fue colaborador de los diarios Excélsior, El Universal y La Jornada.
Entre los importantes reconocimientos que obtuvo fueron: las Palmas Académicas de la República Francesa, 1977; Orden del Cruzeiro Do Sul (Gran Cruz), 1977; Medalla Simón Bolívar de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), 1983; y la Orden Andrés Bello (1988). En su trayectoria diplomática Flores Olea destacó por haber sido embajador de México en la entonces Unión Soviética (URSS), representante de México en la UNESCO. En la Secretaría de Educación Pública fue subsecretario de Cultura y vicepresidente de la Comisión de los Estados Unidos Mexicanos para la UNESCO y representante de México ante la ONU.
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