Sergio Gómez Montero*
Hay fríos tan terribles que son casi bestiales,
Fríos que nos carcomen como inmensas polillas,
Fríos que nos persiguen dormidos y despiertos
J. Debravo: “Balada de los fríos”
Lo recuerdo porque con él, Vicente Leñero, aprendí –primero, cuando me dio clases en la Ibero; luego, cuando trabajé en Proceso y él era mi jefe– que el periodismo es un ejercicio difícil porque pone continuamente en juego a la verdad, cuyas fronteras, en México, son porosas y lábiles: un buen billete las mueve o cambia fácilmente de lugar. En otras palabras, enfatizaba el maestro Vicente, el periodismo, entre nosotros, es un burdo juego de billetes y no de verdades, como debiera ser.
Y sí, el periodismo en México no ha cambiado…, o muy poco. Él se encuentra convertido hoy en un juego sucio entre quienes están y no están con las “mañaneras” o con la 4T, sin parar mientes si se escribe o no con la verdad, pues ella, la verdad (sobre todo para los opinócratas críticos cotidianos de AMLO y la 4T) está en el bote de la basura, ya que lo que importa es crear el chisme o el rumor siempre y cuando ayude a magnificar los errores o las dificultades de gobierno del régimen en turno, con la finalidad, cada que se pueda, de abonar en provecho del ambiente de miedo y de terror que inocule a las mentes estrechas dispuestas por lo común a creer así en la mentira más que en la verdad.
Puede, si (lo he afirmado otras veces) que como estrategia de comunicación, con lo pertinente e impactante que pueda ser, las “mañaneras” muestran algunos rasgos de decaimiento dignos de ser evaluados, ya que, como bien lo señala Elena Poniatowska, se ha abusado de dicha estrategia como medio de comunicación con las masas (revisar esa estrategia debe ser objeto de un análisis profundo que no es finalidad de un escrito de esta naturaleza) y que lleva a la figura presidencial a disminuirse al polemizar de manera absurda con periodistas y medios de naturaleza evidentemente conservadora, que, por sus creencias e intereses económicos, son enemigos declarados de un gobierno que se propone modificar, mínimamente, los viejos modos de gobernar. ¿Realizar esa tarea (modificar los viejos modos de gobernar) requiere, por necesidad, verse acompañada de una estrategia de comunicación como las “mañaneras”; por qué exponer así a la figura presidencial a un desgaste mediático que aparentemente no tiene sentido?
En efecto, por más esfuerzos que realice el gobierno, la frontera entre verdad y distorsión es una línea de tiza –inamovible ella sí– trazada desde el primer día en que se supo que AMLO ocuparía la Presidencia de la República. Desde ese día, en el periodismo del país hubo quienes no tardaron en integrarse a las filas de los enemigos del nuevo régimen, pues bien supusieron (tal como sucedió) que sus chayotes y prebendas provenientes del gobierno iban a finalizar, Su compromiso con la distorsión quedó signado así desde ese momento (fue de tal forma que prepararon su compu para atizarle duro y macizo a AMLO y a la 4T), a la vez que rezaban todos los días esperando el milagro de ver el fin del régimen de gobierno actual, si para mañana mejor, si para las elecciones de julio de este año, pueden esperar. El chiste es que retorne el neoliberalismo para que ellos sigan viviendo en paz.
Desde luego, pueden seguir esperando hasta 2024 y algunos años más. Seguro, el pueblo, como dice Dussel, ya aprendió la lección.
*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada
gomeboka@yahoo.com.mx
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