Por Gabriel Pereyra
Antes, uno esperaba morirse de viejo o de acuerdo con la historia de las enfermedades familiares, en algunos casos de un accidente, pero ahora uno se muere casi sin darse cuenta. El número de personas conocidas o familiares que han fallecido es tan amplio, como el dolor que nos producen los decesos. En este escenario la aparición de varias vacunas en el escenario mundial como alternativa contra el Covi 19 ha llenado al ser humano de esperanzas frente a la desesperación de una de las peores pesadillas del siglo XX y XXI.
La aparición del virus vino acelerar todos los procesos sociales y económicos en el mundo, a destruir la economía de los pueblos, a terminar con las personas con problemas de salud, a matar a los adultos mayores, a terminar con los mecanismos de solidaridad social y a sacar lo mejor y lo peor del ser humano. Cada uno saco lo que tenía. Los actos solidarios, las precauciones, las filias, los temores. Desgraciadamente, también la irresponsabilidad, el importa madrismo, la falta de conciencia social y poca solidaridad con los otros seres humanos, de ahí la cantidad de contagios que se están dando en todo el mundo.
Las dudas y precauciones continúan, los anti-ciencia no creen que exista el Covi, mucho menos creen en la vacuna, los adversarios políticos de AMLO que se convierten en enemigos buscan argumentos para poner en duda la acción gubernamental y la tarea de los científicos y los mecanismos para empezar aplicar la vacuna. Lamentablemente en nuestro país existen grupos que quieren politizar la campaña de vacunación olvidando la gran responsabilidad social que demanda esta emergencia.
La pandemia acelero los procesos y trajo nuevas calamidades para la sociedad. La economía mundial quedo devastada, los cuadros laborales destruidos y la educación sufrió uno de los peores descalabros de que se tenga memoria. La cuarta transformación tuvo que replantearse sus prioridades ya que lo importante era salvar la vida de los humanos, cubrir los déficits de salud: médicos, camas de hospital, respiradores, medicinas y todo aquello que dejaron de hacer los gobiernos neoliberales, que entre otras cosas buscaban privatizar la medicina.
Si bien la pandemia transformo el escenario existencial y freno gran parte de actividades, la vida ha tenido que seguir con sus ajustes del cube bocas, la sana distancia, la higiene constante, suplir a los que se han muerto y crear nuevas rutinas de trabajo inimaginables. Ahora el trabajo desde casa no solo se permite, sino que se estimula, los directivos de una institución bancaria, aconsejados seguramente por sus psicólogos, les pidieron a sus empleados que se llevaran a su casa las sillas y sillones donde trabajaban para que sigan labrando con comodidad y mantengan sus ritmos de rendimiento. La vida se ha reinventado se han creado rutinas y otras actividades han desaparecido.
Dos mil veinte y uno será un año complicado, aparecerán los estragos financieros, materiales, sociales, emocionales y psicológicos producidos por la pandemia, tenemos además una de las elecciones más grandes de México.
Los enemigos de antes son los hermanos ahora, se reconocen y aceptan que jugaban a que eran distintos. La lógica humanitaria y social sería que, en estos momentos de emergencia sanitaria, económica y social, todas las fuerzas políticas camináramos en unidad para enfrentarla y superarla, sin lucrar ni perseguir beneficios económicos o electorales, sin embargo, grupos de interés y personas de los sectores conservadores tratan de acentuar los problemas para politizar la situación del país, incluida la campaña de vacunación.
El esfuerzo del gobierno es encomiable, por la forma de distribución, de aplicación y sus beneficios y porque demuestra claramente respeto y honestidad a los planes de inmunización. AMLO se enfrenta a uno de los mayores retos a su gobierno acompañado de una campaña frontal de ataque como nunca se ha visto a un presidente de la República. Afortunadamente la gran mayoría de mexicanos espera su turno con la esperanza de que, como en las guerras, no le toquen las ultimas balas perdidas que matan a los optimistas y descuidados.
Desacreditar las vacunas y el proceso de vacunación en estos momentos es criminal. Afortunadamente se inició el proceso que nos devuelve la esperanza de un futuro donde cada uno se muere de lo que quiere y cuando quiera.
Hay países en los que el pasado nunca muere, ni siquiera es pasado, como escribió William Faulkner, esto ocurre ahora en México cuando los grupos conservadores pretender volver al poder. Fin
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