Por Sara Lovera/Palabra de Antígona
Un signo histórico es que las mexicanas avanzamos gracias a la práctica de la pluralidad, fundada en principios y causas comunes. Lo hicimos desde los congresos feministas de Yucatán, en 1916, hasta las redes de mujeres reactivadas hoy para impedir que personajes violentos sean elegidos en candidaturas este 2021. Acordamos y pactamos.
Hoy las circunstancias obligan a una reflexión entre dirigentas, candidatas para todos los niveles, reconociendo las prácticas tejidas durante un siglo, evitando que la rispidez entre los hombres políticos, la polarización social y la realidad del COVID 19, posibilite un proceso electoral que impida los desencuentros entre nosotras, y más bien vaya en el camino de las alianzas.
Urge así una postura fundada en principios básicos a favor del avance de todas en todo el país ¿Cómo? rescatando, conociendo la efectividad de los frentes unitarios durante los siglos XX y XXI, priorizar durante los procesos electorales, lo que une no obstante las diferencias, si coincidimos en una agenda para enfrentar la violencia política contra las mujeres; en el rescate de una real política de género; asumiendo los rezagos en igualdad y no discriminación; trabajando, desde los distintos partidos, contra la impunidad, por las oportunidades y la paridad total.
Es un hecho el que 4 o 5 mujeres, en varias entidades del país serán candidatas a gubernaturas, sucederá igual en distritos electorales para la renovación de la Cámara de Diputados, la de 30 Congresos Locales y más de 1900 municipios. Se encontraran con sus diferencias, el tema será ¿cómo?
La disputa electoral transcurre en un contexto difícil. Las diferencias partidarias anuncian conflictos entre candidatas, atizados, no lo dudo, desde el interior de los partidos, los medios de comunicación y otras entidades políticas o sociales. La circunstancia merece encender todas las alertas. Reanimar principios básicos como el affidamento y la sororidad, la agenda feminista y nuestro acervo histórico, mecanismos de encuentro y no de desencuentro.
Marta Lamas en 2015, escribió ¿Mujeres juntas…? Reflexiones sobre las relaciones conflictivas entre compañeras y los retos para alcanzar acuerdos políticos, ahí advierte claramente dónde están las dificultades, cómo se construyeron, de qué tamaño los mandatos culturales y las creencias nos dividen: la envidia, las agresiones y rivalidades, provienen de la desigualdad estructural entre clases sociales, identidades y problemas personales, los que no se pueden resolver con puro voluntarismo, sino con discusión, empatía, análisis y pactos. Además del trabajo interno, individual y colectivo, situando por delante, lo importante, ¿Cómo avanzar juntas? Esa es la tarea tanto como la impronta. Se necesitan acciones y no discursos.
Es de esperar que las miles de mujeres en campaña identifiquen la importancia de enderezar una agenda para todas las mexicanas, convencidas en desmantelar la violencia de género que pueden hacer desde sus puestos decisorios, sin prejuicios, con la mirada firme, esquivando la disputa temporal donde nuestros asuntos, los de las mujeres, sean la bandera y la acción. Ojalá así sea evitando los obstáculos magnificados por los hombres para desautorizar la capacidad política de las mujeres. Veremos
* Periodista, directora del portal semmexico.mx
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