Por Gabriel Pereyra
La aprobación de la vacuna contra el Covi 19 y su distribución en la población les cayó como anillo al dedo a los enemigos de Andrés Manuel López Obrador, para iniciar una andanada de cuestionamientos sobre la forma como ha participado el sector público en el combate a la pandemia y como se planea distribuir la vacuna. Los adjetivos se han multiplicado hasta lo obsceno, como fueron las expresiones de Brozo, quien demuestra su origen, su condición humana y lo mal nacido que es. Una vergüenza resulta escuchar esta clase de expresiones de un hombre cuya comicidad ya no existe, solo practica la bajeza humana. Es sin duda alguna en el fondo de su personalidad, el odio de un pelado que trae a flor de piel sus mas primitivos sentimientos.
La población está angustiada, presionada por un virus, una enfermedad que no sabemos donde ataca ni cuando, las personas están preocupadas por el trabajo, sus ingresos, los enfermos y muertos cotidianos. Es por esos que a la menor provocación explotamos. Nos angustia el presente y el futuro. Menuda prueba la que estamos pasando.
Con este horizonte aparece la vacuna como la única alternativa viable y segura que tenemos y en lugar de congratularnos por esa extraordinaria noticia, los enemigos de siempre la utilizan como una moneda de cambio para atacar y cuestionar las acciones de gobierno y manotear sobre quien o quienes van a manejar ese bien que representa la liberación y la vida.
No es solo de México, en todo el mundo se están cuestionando a los gobiernos nacionales y a la Organización Mundial de la Salud, por la forma como se ha enfrentado esta pandemia desconocida y para la que no estábamos preparados para combatir. Ahora todos son epidemiólogos y ofrecen recetas mágicas, sacadas de toda lógica y con absoluta falta de conocimiento y seriedad científica. Los únicos que tienen información real y un conocimiento especializado lo que hay que hacer, son los organismos de salud pública. Tienen a los especialistas, datos duros, aunque sean parciales son los únicos, sobre los avances y movimientos de la enfermedad, reciben información de otros países y de las instituciones de investigación nacionales e internacionales. Son los órganos encargados de solucionar estos problemas y actúan de buena fe y con conocimiento científico, de manera que, entre el cumulo de opiniones, me quedo con las voces autorizadas para opinar y ordenar. Desecho por mal intencionadas las predicciones catastrofistas, alarmistas o meramente especulativas o las que tienen por objeto atacar las políticas públicas. Todo parece indicar que esta pandemia esta suelta y va a acabar con el mayor número posible de personas, se calcula de cada 100, morirán más o menos el 10 por ciento, principalmente obesos, hipertensos y diabéticos.
El problema es mundial, uno de los países con mayor desarrollo y población saludable como Alemania, presenta un panorama preocupante. “La situación es realmente peligrosa ahora. No diría que está fuera de control, pero es tensa”, describe Clemens Wendtner, jefe médico del hospital Schwabing de Múnich, “Actuaron tarde, llevamos semanas avisando”, sostiene Wendtner, que, en Múnich, el 96% de las camas de cuidados intensivos están ocupadas; el 25% de ellas por pacientes con Covi. En las últimas semanas trasladan incluso en helicópteros a pacientes a otros hospitales de la región. El problema es que las medidas adoptadas en octubre fueron muy suaves. A final de verano, hubo políticos que creyeron incluso que la segunda ola no iba a golpear en Alemania, pero en septiembre ya sabíamos que iba a haber un crecimiento exponencial”, explica este cientifico muy calificado.
Las diferencias existen en todas las latitudes, los alemanes se comentan, que, hasta finales de octubre, los jefes de los 16 länder y el Gobierno federal lograron ponerse de acuerdo para imponer medidas más drásticas. Pactaron que durante un mes cerrarían los bares y restaurantes, se limitarían los contactos a dos unidades familiares y quedarían los colegios y los comercios abiertos. Los políticos, dijeron entonces que con un mes de restricciones ligeras en noviembre habría posibilidades de abrir aún más la mano en Navidad. “Fue probablemente el mayor error de cálculo político del año”, escribía Der Spiegel”.
Cada pueblo va a resolver la distribución de la vacuna a su real saber y entender. Aquí en México ya empezaron hacer una serie de simulacros de la distribución para prevenir los imprevistos que puedan ocurrir. En este momento se puede corregir los detalles, se trata de que sean un éxito este proceso para que se pueda realizar en el mayor orden posible. Hasta es posible que las solicitudes de los gobernadores ansiosos de ponerse las medallas se atiendan parcialmente.
La pandemia la peor crisis a la que nos hemos enfrentado, nos ha. Dado otras lecciones: el heroísmo de los médicos, enfermeras y trabajadores de la salud que han atendido a los pacientes, el cuidado de la mayoría de los mexicanos para obedecer las indicaciones de las autoridades y cuidarse, la participación de los medios electrónicos para impartir información y educación a través de la televisión y la inventiva de los maestros y de pueblo en general para sobrevivir estos 10 meses de pandemia que ya hemos soportado. Es imposible pedir a los opositores que sean patriotas, humanitarios y antepongan los intereses nacionales a sus mezquindades, que cierren filas en este tema con la nación y el pueblo. Hay demasiadas pasiones e interés en juego para que los enemigos de la administración actual entiendan que hay intereses superiores a las jugarretas y las politiquerías. Esperemos que las diferencias solo queden en juegos de palabras.
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