Teresa Gil
laislaquebrillaba@yahoo.com.mx
Ray Bradbury fue un escritor que utilizó su gran sensibilidad para denunciar la destrucción de la inteligencia de muchas formas, en el siglo XX e hizo de la ficción en su libro Fahrenheit 451, el instrumento crítico para enfrentar el oscurantismo. Los libros ardían en su obra distópica, a 451 grados fahrenheit, equivalentes a los 232.8 grados centígrados, en los que se sostiene que el papel de los libros se inflama y arde. Es el mismo sistema que utilizaron los quemadores de libros en la historia en un afán de destruir conocimientos que no coincidan con ellos. ¿Cuantos libros han sido quemados a lo largo de esa historia, destruyendo con ello, aportes de gran valía que no han sido recuperados? Uno de esos hechos más destructivos e inhumanos fue el de la quema de lo códices mayas en 1562 de parte del sacerdote Diego de Landa para eliminar según consta, herejías que atentaban contra el evangelio. La gran mayoría no fueron recuperados. Las enciclopedias dan una lista que se acerca a las treinta quemas, pero el mecanismo es infinito. Hay quienes sostienen que ante el hecho de que esas quemas servían en muchos casos para promover libros y autores, las quemas se empezaron a hacer en privado. Con tantos fanáticos, enfermos de creencias, inquisidores, dictaduras, odios personales, destierro de posturas de izquierda que afectaban intereses capitalistas, odio a lo que llamaban herejías contra las diversas religiones, la terrible destrucción de la inteligencia está presente en este mismo tiempo, en la etapa de la alta tecnología, cuando hay quienes utilizan el método de quemar libros, para tener visibilidad. Ese caso lo podemos recordar con las feministas que quemaron libros en la Fil de 2019, para “visibilizarse” y que “respetaran sus derechos”. El contrasentido.
EL COVID-19, DESTRUCTOR NO SOLO DE LA VIDA; OBSTRUYE CONOCIMIENTOS
Con pesar, el mundo pensante advierte que habrá un retroceso en la educación y la cultura, por los cambios que se han impuesto como defensa contra el virus en los sistemas educativos; en todo el mundo. El oportuno avance de las redes ha paliado un poco el daño, pero hay cuestiones que no se pueden sustituir. Algunas quemas de libros mencionadas produjeron ese efecto en guerras, invasiones, pandemias, dictaduras. Las famosas quemas de libros de los nazis que se iniciaron desde 1930 y duraron hasta 1945, tuvieron su fecha emblemática el 10 de mayo de 1933, cuando se realizó la destrucción masiva de libros en la plaza central de Berlín. Escritores como Brecht, Del Paso, Hemingway, Gorki, Hoffman, Zweig, Remarque, Traven, entre centenares, fueron las víctimas a través de sus obras. Conocimientos de historia, ciencias, filosofía, literatura, et al, fueron desterrados de escuelas y universidades, en cuya quema participaron paradójicamente estudiantes y maestros. Masiva es la quema de Girolamo Savaranola a fines del siglo XV en su famosa Hoguera de las Vanidades. Se apuntan en esa lista de creadores de lo oscuro, Diocesano en 292, en Alejandría, el emperador Teodosio en 448 en su guerra contra los paganos, los mongoles que destruyeron la biblioteca de Bagdad en 1258, el cardenal Cisneros en Granada en épocas más recientes Y ya en el siglo pasado aparte de los horrores librescos de los nazis, están los que realizó Franco en España en 1936, la dictadura argentina en 1943 y después en 1976 cuando el general Menéndez quemó millón y medio de libros y Fulgencio Batista en Cuba en 1954. Y así el listado se agranda en épocas modernas con las quemas islámicas, la destrucción de libros “para destruir la filosofía” por supuestos pensadores y dictadores de otros países del mundo, en contra de la inteligencia. El Covid-19 hasta el momento se queda corto en los informes que se dan, respecto a lo que reseñan las bibliotecas digitales de tal destrucción infame. Llamativo es en la lista, a propósito del aniversario de la muerte de John Lennon, la quema de sus discos de parte de los mochos religiosos de Estados Unidos cuando dijo que él era más famoso que Jesucristo.
RAY BRADBURY OFRECE UNA ESPERANZA EN SU OBRA: LA INTELIGENCIA SE IMPONE
Fahrenheit 451 ( Editorial Minotauro. Ballantine Books 1953 ), fue escrito en 1953 después de un largo proceso que en revistas y medios, tuvo el gran autor de ciencia ficción estadounidense Ray Bradbury. Nacido en 1920 y fallecido en 2012, llenó toda una época con sus obras que rebasaron incluso la ficción en artículos, novelas y cuentos realistas. Miembro de una familia pobre no pudo ir a la universidad; era autodidacta y pese a lo cual llegó a los niveles máximos de la escritura. Otra de sus obras famosas es Crónicas marcianas escrita en 1950; tanto esta como Fahrenheit han sido llevadas a la pantalla y convertidas en otras expresiones del arte, incluso en juegos digitales para niños. Pensador democrático, Bradbury sostuvo que su obra Crónicas marcianas aunque utiliza el titulo extraterrestre, más bien se dirige a exhibir el temor de la gente por la guerra nuclear a mediados del siglo pasado. Fahrenheit es la historia de la quema de libros en un país que quería destruir la inteligencia. Se usaba para ello a bomberos especializados, de los cuales el jefe y personaje central Gay Montag, se rebela y con otros empieza a socavar aquella acción que al principio no ha comprendido, a través de una serie de acontecimiento y la lectura de alguno de los libros que iba a quemar. Y así, va dejando que el conocimiento invada su mente y sus puntos de vista cambian. La novela expresa la esperanza de que al final la iluminación de la mente se imponga en aquel país oscuro y distópico, porque plantea lo malvado. El lugar es destruido y solo quedan Montag y los que pensaban como él. Cerramos la pequeña mención de este destacado escritor, para darle como despedida lo que él pidió que se pusiera como epitafio en su tumba: “Autor de Fahrenheit 451”.
The post LIBROS DE AYER Y HOY: Bradbury, la quema de libros y el virus mortal que oscurece el futuro appeared first on Almomento | Noticias, información nacional e internacional.