Miguel Tirado Rasso
mitirasso@yahoo.com.mx
Poco a poco se va aplanando el camino de los acuerdos para las alianzas electorales entre los otrora partidos más importantes de nuestro escenario político nacional, convertidos, ahora, en débil oposición. Lo inconcebible, hasta hace pocos años, lo está haciendo posible la Cuarta Transformación (4T): el entendimiento político de tres organizaciones, ideológicamente distantes y hasta opuestas, para enfrentar en alianza a un adversario político común. PAN, PRI y PRD, parecen haber logrado hacer a un lado profundas diferencias y olvidar, al menos momentáneamente, agravios pasados, para sumar esfuerzos y disputar, electoralmente, parte del poder que, actualmente, detenta Morena.
En este partido, en el que se asume como enemigos, que no adversarios, a todos los que no estén con la 4T, según sentencia cotidiana que se repite en las mañaneras de Palacio Nacional, la estrategia de los partidos de oposición de participar en alianza en el proceso electoral de junio21, ha merecido toda clase de descalificativos, por parte de su flamante dirigente, Mario Delgado.
En el mejor ejemplo del que sólo ve la paja en el ojo ajeno, el ex presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, critica y llena de epítetos a la alianza opositora. Por fin se quitaron la máscara, los que, “por décadas fingían competir entre sí”. Una coalición que nace sólo para defender sus propios y mezquinos intereses, denunciaría el ex diputado Delgado, calificando esa alianza de perversa, tumor maligno y mafia en el poder. Como si Morena, no hubiera decidido, también, armar coaliciones para la misma contienda electoral. Aunque quizás, que, como tanto se ha dicho que ellos no son iguales, sus alianzas con el Partido Verde (PVEM), el del Trabajo (PT) y Encuentro Social (en donde sobreviva localmente), están exentas de toda la maldad, perversidad e intereses mezquinos que inundan a las de sus contrarios.
Y es que, la cruda realidad que reflejan las encuestas de opinión sobre la imagen de los partidos políticos, no permite augurar una jornada electoral exitosa para ningún de ellos, si participan por separado. De ahí, que, polarizada como está la vida política del país, se estén conformando dos “grandes” bloques en la pugna electoral. De los 10 partidos que contenderán en la próxima elección, al menos en la intención y con sus asegunes, tres institutos, Morena, PT y PVEM, darán la batalla por retener su privilegiada posición en la Cámara de Diputados federal y sumar otras gubernaturas, congresos locales y ayuntamientos a la causa. Otros tres, PAN, PRI y PRD, participarán en coalición parcial o flexible, tratando de rescatar poder y posiciones.
Los tres partidos de nuevo registro, Encuentro Solidario (PES), Redes Sociales Progresistas y Fuerza Social por México, tendrán que participar cada uno por su lado, toda vez que, por ley, en su presentación electoral no pueden formar parte de una alianza. Finalmente, Movimiento Ciudadano (MC) ha declarado, hasta el momento, no estar interesado en sumarse a ninguna alianza, con lo que, su fundador, Dante Delgado, le estaría haciendo ojitos a Morena y a alguien más, porque, en su caso, su independencia estaría restándole fuerza a una alianza opositora necesitada hasta del más mínimo apoy, circunstancia que, sin duda, favorece a Morena.
Este fin de semana, el Consejo Nacional del PAN, aprobó postular candidatos comunes con el PRI y el PRD en 158 de los 300 distritos electorales. Según trascendió, en 61 distritos, Acción Nacional propondría candidatos; en 53, le tocaría al Revolucionario Institucional, y en 44, lo haría el Sol Azteca. Alianzas por el principio de mayoría relativa en aquellos estados en donde los liderazgos locales no objeten asociarse con otros partidos, como ya lo han hecho los de Jalisco, Morelos, Querétaro y Tamaulipas, en donde el blanquiazul irá solo.
Estas organizaciones también buscan acuerdos para el caso de las gubernaturas en juego. En este tema las pláticas van más lento. Por lo pronto, se dice que el PAN podría encabezar la alianza en las dos Baja Californias, Campeche, San Luis Potosí, Nayarit y Tlaxcala. El PRI, en Colima Guerrero y Zacatecas, y en Michoacán y Sonora, se buscaría un candidato ciudadano.
Acordar las alianzas no es algo sencillo. Ideologías divergentes, intereses particulares, ingratas experiencias, viejas rencillas y hasta malos recuerdos, dificultan los entendimientos, por lo que los objetivos que se pretenden alcanzar deben ser precisos y muy claros para quiénes buscan concretarlas. El enfrentamiento y descalificación promovidos desde el poder en contra de quiénes no están de acuerdo con la imposición de una lealtad absoluta, de una lealtad a ciegas, constituye un mal mensaje para nuestra democracia. Esa posición extrema, que cancela opciones y no admite gradualidades, facilita los acuerdos entre quienes no logran ser escuchados y que buscan, por la vía electoral, el poder.
Las coaliciones son una posibilidad legítima y legal como vía de acceso al poder o para mantenerse en él, según el caso. Difícilmente cabe rasgarse las vestiduras ante estas alianzas, cuando las circunstancias políticas actuales nos han llevado a escenarios que creíamos ya superados y que no volveríamos a vivir.
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