Aletia Molina
Estamos por cerrar el segundo año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, si el 2020, año extraño, de por sí.
Año negro para muchos —aquí y China, sin broma— por la pandemia que está tratando de devorar al mundo y que, aún y cuando ya se vislumbra el principio del fin, con distintas vacunas y respuestas optimistas en los mercados, amenaza con invadir nuestro espacio por un tiempo más.
Un año muy distinto al que anhelaba, él y muchas gente. ¿Quién puede olvidar su primera mañanera del año, el 2 de enero pasado? Aquel día, en el Salón Tesorería de Palacio Nacional, el Presidente salió de buen humor y muy optimista dijo: “En el 2020. Nos va a ir muy bien”, aseguró llenándose la boca de exaltación.
Despuecito de eso, el Presi enumeró sus propósitos para los siguientes 12 meses, en el siguiente orden: Que le vaya muy bien a los pobres; Serenar al país; Que los problemas que se presenten los podamos resolver sin pérdidas humanas; Que la naturaleza sea benévola, para que no tengamos que padecer ninguna tragedia.
Lastimosamente, nada se cumplió.
Sus palabras no lograron vislumbrar ni de lejos los peligros por venir. Aquello que ni Andrés temía al despuntar el año, se convirtió en realidad.
La llegada de la pandemia alteró sueños, caminos y planes, no sólo los del “ingenuo” presidente. La muerte tocó a las puertas de ricos y pobres (a estos segundos con más fuerza); la economía tuvo que cerrar, se han perdido millones de empleos y los más pobres, otra vez, han sido los que peor la han pagado.
¿Serenar el país? No sé si reír o llorar… 2020, es el año más violento del que se tenga registro. Para cuando se acabe, se habrán cometido más de 40 mil asesinatos… y espero no quedarme corta.
¿Resolver los problemas sin pérdidas humanas? Si nos reímos es de nervios. Tan sólo por COVID-19, llevamos más de cien mil decesos y eso, según los datos oficiales. Más del doble o quizá hasta el triple.
¿Naturaleza benévola?… ¿Qué es eso? Para muestra un botón: Ni López hubiera imaginado que las tragedias llegarían y golpearían así a sus paisanos tabasqueños ( y chiapanecos, y veracruzanos).
Y ya ni hablar del ya famoso video en que aparece Pío López recibiendo “aportaciones” para su partido, o de las muchas renuncias, obligadas, si, por distintas razones y que terminaron por exhibir el cochinero de la 4T.
Aunque las encuestas lo mantienen rondando los 58 puntos de aprobación, poco a poco, la carga negativa hacia sus comentarios y acciones van ganando terreno.
No es malhumor o polarización, es el desplome de la economía y de los deficientes servicios de salud; además del oscuro panorama de violencia.
Pues bien, esperar algo mejor para lo que será el tercer año que inicia el próximo 1 de diciembre, sería un exceso de ingenuidad y un mucho de aquella exaltación que mostraba el preciso aquel inocente 2 de enero.
Aletia Molina
@AletiaMolina
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