Pablo Cabañas Díaz.
Rubén Figueroa Figueroa nació el 9 de noviembre de 1908 en Huitzuco, Guerrero; murió en la Ciudad de México el 18 de marzo de 1991. Fue hijo de Nicasio Figueroa y de Eufemia Figueroa. Como político, fue diputado y senador de la República de 1970 a 1974. Pretendió meter en cintura al grupo encabezado por Lucio Cabañas Barrientos en su infructuoso intento fue secuestrado; permaneció cautivo en la sierra de la Costa Grande de Guerrero del 2 de junio al 8 de septiembre de 1974. Al ser liberado intervino la fuerza militar, aunque se pagó un rescate millonario. Asumió el poder como gobernador constitucional del 1 de abril de 1975 al 1 de abril de 1981.
En la ahora Ciudad de México, Figueroa gustaba de asistir con frecuencia a los “desayunos políticos” en el hotel Diplomático que se encuentra a una cuadra del “parque hundido”. Acostumbraba a hacer entradas espectaculares, con una decena de acompañantes, a llegar al restaurante gritaba para preguntar si estaban libres los “miaderos”.
Durante el desayuno, acompañado por Tomás Aguirre, dueño del hotel, Figueroa disfrutaba de contar anécdotas, y pocas veces permitía que sus acompañantes pudieran hablar. Eran un personaje prepotente, grosero y muy agresivo. Con estos antecedentes al final de su gobierno el cineasta francés Jean Èmilie Jeannesson y su equipo, se dieron a la tarea de filmar su día a día, para luego presentar un documental en principio para la Televisión francesa. El resultado de ese trabajo se tituló: “El señor gobernador” realizado en 1981 y es un documento único para mostrar el poder sin límite que tenía ese hombre que gobernó Guerrero.
El cineasta filmó, entrevistó y acompañó al gobernador al final de su mandato, y se lució. Se mostró tal y como el cineasta pretendía: un autócrata armado que, sin mediar investigación, mandaba a arrestar a quien se le notificara como infractor, hasta sus asistentes y el trío de músicos que no dio tregua durante la filmación cargaban armas para defender al patrón en caso necesario como ellos mismos confesaron al director del documental.
En la presentación del documental aparecía Rubén Figueroa nadando en la alberca de su casa, luciendo prominente abdomen y su buen humor. A la mitad, del documental Figueroa recibe una llamada telefónica del jefe de la policía estatal, al que se le exige que resuelva rápido cierto asunto y, ya en broma, le pidió que “si se encuentra por ahí a un grupo de periodistas franceses, me los castra, por favor”. Cuando los periodistas, le preguntan cuáles eran sus placeres, Figueroa explicó que su médico le había recetado “a toda muchachita de 15 a 20, de buen ver”. El personaje aparece también en su autobús mostrando la pistola que lo acompañaba a todos lados, “para cuando las cosas se ponen difíciles, en un estado donde sólo cuatro gobernadores han terminado su periodo”.
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