Pablo Cabañas Díaz.
Jacobo Zabludovsky Kraveski fue testigo y narrador de la segunda mitad del siglo XX y de los primeros tres lustros del actual. Por casi tres décadas fue ícono del principal noticiero de Televisa y, por ello, apreciado, pero también duramente criticado. Polémico, buscó reinventarse en el último tramo de su vida. Estudió derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México, pero siempre estuvo cerca del periodismo, a la par de la historia de la radio y televisión contemporánea. Fue el comentarista de noticias más famoso del país y, desde esa posición, pionero en el modelo de noticiarios, cuya médula persiste.
La imagen es irrepetible: Jacobo al frente de 24 horas, el principal vehículo de difusión y control de información de los gobiernos priístas. Gracias a la amplia estructura tecnológica de la empresa de Emilio Azcárraga Milmo, El Tigre, se podía hacer llegar sus mensajes prácticamente a todos los rincones de la República donde hubiera un televisor.
Desde el inicio de 24 Horas, en los años 70, el periodista innovó en cuanto a la forma de captar y difundir los hechos de última hora, antes de los satélites o el video tape. El conductor estrella de la información en Televisa aparecía a cuadro con sus grandes audífonos, leyendo cables de agencias o tomando llamadas de sus reporteros y corresponsales. La noticia en vivo.
Era el más visto, el de mayor audiencia, desde su inicio, el 7 de septiembre de 1970, hasta su fin, el 19 de enero de 1998. Al final de esa etapa, durante el sexenio de Ernesto Zedillo, el oficialismo fue perdiendo fuerza frente a la transformación de la sociedad mexicana. Faltaban sólo dos años para que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdiera por primera vez la presidencia. En 1997, El Tigre murió; su heredero, Emilio Azcárraga Jean, llegó para sacar de Televisa lo que a su juicio ya no era rentable en contenidos e imagen; en esta lista se incluyó a Zabludovsky.
El último día de transmisión de 24 Horas, fue cobijado con aplausos y vivas de sus compañeros. Como respuesta ofreció una sonrisa increíblemente ecuánime. En punto de las 22:30 horas inició la última emisión del noticiario desde el cual llegó a erigirse en el líder de opinión.
Los directivos, en ese momento, lo dejaron ir. Y son los mismos que hoy arropan el recuerdo y ensalzan al personaje que, les guste o no, fue altamente rentable para Televisa. Pese a ser sustituido de 24 horas en 1998, continuó colaborando con Televisa hasta el 30 de marzo de 2000, cuando Guillermo Ortega, quien lo relevó en el noticiero estelar del Canal 2 durante dos años, fue sustituido por Joaquín López Dóriga. En esa fecha deja la televisora en solidaridad con la renuncia de su hijo Abraham. Volvió a la radio en 2001, para conducir de manera muy exitosa el noticiero de “De una a tres”, en la estación La 69, del Grupo Radio Centro, que rápidamente se convirtió en el programa de noticias con mayor audiencia. Ya no era el vocero del régimen o el instrumento de Azcárraga, aquel empresario que abiertamente se asumió como soldado del PRI. En el cuadrante empezó la nueva etapa de su vida profesional, con un periodismo más crítico, por el cual multiplicó sus premios y reconocimientos.
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