Sergio Gómez Montero*
incapaz de morder la mano
del primate que roba el alimento
E. Munguía: “Pueblo amaestrado”
Se está ya cerca de los días en que se darán a conocer las nominaciones para contender por los puestos de elección popular el año que entra, por más devaluada que hoy, después de lo que está pasando en Estados Unidos, se encuentre la democracia electoral capitalista, a la que nosotros, como país, seguimos tercamente amarrados, como si fuera la única opción válida que tenemos. Es decir, primer mito falso: la democracia electoral capitalista es hoy la única validación que existe de un gobierno legal aquí, en Estados Unidos o Rusia, por más que en los tres países esa democracia esté sustentada en todo tipo de trampas y cochupos (algo así como “Haiga sido como haiga sido” calderoniano). ¿Qué democracia es ésa? La verdad quién sabe.
Elegir, pues, políticamente entre nosotros es un juego que no tiene sentido, ya que, por ejemplo, creer que en Estados Unidos habrá cambios después de la elección gane quien gane, es de una ingenuidad tremenda, pues sólo los fifís conservadores consideran que ponerle fin al populismo de Trump (y a su conservadurismo extremo) conlleva un cambio de política en ese país, sin darse cuenta que allí, triunfe quien triunfe, seguirá sólo predominando el capitalismo a toda costa, y que a eso es que, durante su transición, México tendrá que hacerle frente, dado que, genéticamente, la vecindad con Estados Unidos, para mal nuestro, tenemos como herencia y ése es pues nuestro calvario, hoy convertido, en una de sus fases más terroríficas, en democracia electoral capitalista.
Por eso hoy, por ejemplo, en la medida en que se avanza en términos de fechas en el proceso electoral mexicano, una de las características de ese proceso es cómo hoy, al igual que en ocasiones anteriores, se enfrentan dos tendencias: ¿quién triunfará: una tendencia, los mitos políticos o, la otra tendencia, los procesos partidarios a la hora de definir los candidatos? Es decir, ¿predominará la tendencia de que a quien le corresponde tomar las decisiones es al hombre fuerte del régimen (el chico Palacio) o deberán ser los ordenamientos partidarios los que se respeten para denominar a esos candidatos? Nada fácil, pues, la decisión, ya que quienes se inclinan por la primera opción argumentan la inmadurez del partido (Morena) para tomar decisiones tan trascendentes. Quienes se inclinan por la segunda opción dicen que si no es ahora nunca madurará como organización política el partido, al margen de que, en efecto, si tal es la decisión se pueden perder algunos de los puestos hasta hoy ganados, pero mucho se habrá avanzado en términos de organización política.
El que esa polémica subsista hoy, indica, entre otras cosas, lo precario de la organización que da sustento hoy a la transición (Morena y la 4T) y lo lejos, muy lejos que estamos de haber superado los vicios de la democracia electoral capitalista.
*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada
gomeboka@yahoo.com.mx
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