Pablo Cabañas Díaz.
El 21 de mayo de 2003, quien había sido procurador general de la República (1993-1994), Jorge Carpizo solicitó al Ministerio Público Federal investigar las finanzas del cardenal de Guadalajara, Juan Sandoval Iñiguez, y sus conexiones con el empresario José María Guardia, a quien identificó como “uno de los zares de los juegos de azar en este país”. Carpizo entregó a la Procuraduría General de la República un documento de 25 hojas, del cual la autoridad tendría que hacer una investigación, porque se le atribuye “al señor Juan Sandoval Iñiguez y a otras personas la comisión de probables delitos”; sin embargo, nunca se reveló de manera pública el contenido de ese documento, por considerar que había graves imputaciones.
Como respuesta a las acusaciones de Carpizo, el 27 de mayo de 2003, el director de la estadunidense Agencia Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) en El Paso, Texas, Hardrick Crawford, leyó una declaración para defender la reputación de Guardia, quien era el concesionario del hipódromo de Ciudad Juárez, y la del cardenal de Guadalajara, Sandoval Iñiguez, con quienes estaba reunido. En nombre de la FBI, Hardrick Crawford dijo que las acusaciones que había hecho Jorge Carpizo, sobre que Guardia y el cardenal estaban involucrados en el tráfico de drogas no eran ciertas. Aseguró que ninguno de ellos tenía nada que ver con el tráfico de drogas o el lavado de dinero, como había asegurado el exprocurador.
Ese día, también hubo una comida en el restaurante del hipódromo, a la que asistió Guardia, el cardenal, el representante de la FBI en El Paso, y de nueva cuenta al referirse a los señalamientos de Carpizo contra Sandoval Iñiguez, Crawford, dijo: “estoy al tanto de las acusaciones que se han hecho, estos señalamientos son muy serios, porque les imputan estar involucrados con la mafia de drogas mexicana. No conozco de ninguna participación por parte de ellos, ya sea en actividades criminales o vergonzosas.
Cuatro años después, el seis de enero de 2007, la vida le cambió a Crawford, fue sentenciado a seis meses de prisión, además de tres años de libertad condicional bajo vigilancia y a pagar una multa de 10 mil dólares por los delitos de falsedad en declaraciones sobre asuntos gubernamentales, además de recibir regalos y sobornos del hipódromo de Ciudad Juárez. La sentencia, fue desfavorable a Crawford, a pesar de que, durante el juicio, que se efectuó en un juzgado federal de El Paso, acudieron a declarar en su favor sus amigos Guardia y el cardenal Sandoval Iñiguez.
La sentencia contra Crawford fue dictada por el juez federal del distrito de El Paso, Phillip R. Martínez, luego que se dio a conocer que la esposa del exagente trabajó bajo las órdenes de Guardia, con un sueldo superior a cinco mil dólares al mes, además de viajes a Las Vegas y membresías en clubes privados, entre otros regalos.
El juicio lo inició la FBI porque Crawford mintió acerca de su amistad con José María Guardia, y no dio a conocer los beneficios que obtenía. En el juicio trascendió que el 11 de febrero de 2002, se abrió una investigación confidencial contra Guardia, por la posibilidad de que estuviera relacionado con grupos del crimen organizado, sin que hasta la fecha se conozcan los resultados. Según se asienta en la denuncia, Guardia le compró a Hardrick Crawford una membresía en el Coronado Country Club, un centro exclusivo de El Paso; que no asentó en su declaración fiscal de 2003, además de que tanto él, como su esposa e hijos, recibieron miles de dólares en regalos que no fueron declarados.
La acusación, de 16 páginas, la presentó James Blankinship, asistente del procurador general, quien fundamentó en el documento la violación al título 18 del código de Estados Unidos, en su sección 1001, inciso A, apartado dos, basado en rendir testimonio o representación actuando con falsedad, simulación o en forma fraudulenta. Crawford fue agente especial de la FBI en El Paso de 2001 hasta noviembre 2003.
El final de esta historia quedó de la forma siguiente: Guardia, con la orden de Caballero de Colón, y el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, fueron exonerados en diciembre de 2003 por la Procuraduría, que determinó no ejercitar acción penal en su contra. Crawford se quedó sin trabajo, perdió su jubilación, fue encarcelado y se le mostró como un ejemplo de la cultura de corrupción que se estaba afianzando a lo largo de la frontera desde Brownsville, Texas, hasta San Diego, California. Sin embargo, sigue asistiendo al Coronado Golf & Country Club en el 1044 de BroadmoorEl Paso, Texas, y su nivel de vida en nada cambio.
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