*¿Por qué a los seres humanos nos cuesta trabajo compartir con los que consideramos diferentes a nosotros, con los que nos es difícil establecer alteridad? ¿Por qué los policías blancos los matan por cualquier cosa? ¿Por qué los derechos civiles no acaban de consolidarse como una realidad ineludible?
Gregorio Ortega Molina
¿Qué es el racismo?: ¿una actitud de desconfianza a lo diferente, o miedo o ser como los otros o, por el contrario, pavor a no poder ser como ellos? ¿Cabe la alteridad entre lo negro y lo blanco? ¿Cuál es la diferencia entre el rechazo por el color de la piel y el que se origina en las religiones, las deidades que establecen preceptos morales?
Los nazis estuvieron decididos a exterminar a los judíos, pero nunca cesaron de acostarse con sus mujeres, admirarlas e incluso embarazarlas. Establecían los modos de escapar a la norma e inventaron a los judíos conversos, de la misma manera que en la península ibérica expulsaron a judíos y árabes salvo a aquellos que les interesaba conservar en los reinos por su inteligencia y sabiduría, por su belleza y, sobre todo, por sus conocimientos en medicina, como ocurrió con Maimónides, el médico de Córdoba.
Cuando ciertos valores universales alcanzan niveles de excelsitud, los prejuicios son puestos de lado, y se allanan los problemas para que los distintos, los diferentes, se integren a sus comunidades: académica, de dinero, del arte. Es el poder del conocimiento y de las virtudes que favorecen la alteridad entre lo diverso.
Ojo, el racismo no es desprecio. Es rechazo y es temor; por el contrario, el rico desprecia al pobre, lo hace menos, y el que nada tiene desprecia al rico, porque es dueño de vidas y haciendas. Lo que padecemos en México es ese desprecio de las clases acomodadas hacia aquellos que consideran una amenaza, porque para ellos los pobres siempre andarán tras lo suyo.
Creo que la nación donde más se ha exacerbado el racismo entre negros y blancos es Estados Unidos, porque aprendieron a verlos como esclavos importados, vendidos y comprados para servirlos, y no les ha sido posible modificar esa manera de verlos.
En Como la sombra que se va, Antonio Muñoz Molina incursiona en los motivos y razones que James Earl Ray tuvo para cazar a Martin Luther King. Sólo era un rechazo, el deseo de castigar a alguien que deseaba modificar el orden al que él estaba acostumbrado, a pesar de ser pobre y despreciado e ignorado. Sí, pero debajo de él siempre estarían los “negros”.
¿Por qué a los seres humanos nos cuesta trabajo compartir con los que consideramos diferentes a nosotros, con los que nos es difícil establecer alteridad? ¿Por qué los policías blancos los matan por cualquier cosa? ¿Por qué los derechos civiles no acaban de consolidarse como una realidad ineludible?
Quizá en El clarín de la conciencia Martin Luther King nos ofrece una respuesta: “Esta generación está comprometida en una guerra fría que no sólo va dirigida contra la generación anterior, sino contra los valores de su sociedad. Ya no se trata de aquella hostilidad propia de la juventud en sus deseos de emanciparse. Al contrario: presenta síntomas de amargo antagonismo y de una rabia confusa que indican el estado de agotamiento en que se encuentran las viejas soluciones, las antiguas salidas”. Y esto ocurre desde hace más de 50 años, y hoy se recrudece con mayor fuerza y negatividad.
¿Qué han hecho nuestros gobiernos por los habitantes originarios de México? Se sirven de ellos en la propaganda política, pero no los integran, jamás los ayudan. Son los expoliados de siempre, desde que llegó la Colonia.
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