Aletia Molina
La pandemia de Covid-19 se perfila para ser la crisis más grande que haya enfrentado el mundo.
El número oficial de muertes en México, ya ronda las 85,000 mil, y eso sin tomar en cuenta que tal vez sea la tercera parte de la cifra real.
Pese al “aplanamiento” o meseta en la curva de contagios, la tendencia está directamente relacionada con un descenso del número de pruebas realizadas. Desde hace meses, el rockstar López-Gatell ha aceptado desconocer la “cifra negra” de contagios, que pudiera ser ocho veces mayor a la oficial.
Países que habían logrado un control, especialmente en Europa, ya comienzan a ver repuntes, provocados por nuevos brotes. En Estados Unidos, que realizan cientos de veces más pruebas que aquí, los contagios no ceden y se encuentran en una tediosa meseta de la que no se ve la salida próxima.
El Covid-19 es una enfermedad impredecible. Si un paciente enferma: puede no tener síntomas, padecer una enfermedad leve, grave o… morir. No tiene tratamiento. No lo conocemos a ciencia cierta.
Los expertos concuerdan en que la única manera de frenar la pandemia será con el desarrollo de una vacuna efectiva y aunque en la “carrera” por obtenerla, ya se comienzan a ver avances, en los escenarios más optimistas no la habrá hasta el verano del año entrante, con suerte.
El gobierno mexicano tiene casi 14 semanas hablando de manera formal sobre las probables vacunas a las que pretende tener acceso, con una misteriosa “estrategia” en la que está más envuelta la Cancillería que las autoridades sanitarias. Se habla de “entendimientos”, acuerdos, firmas y hasta 1 millón de euros depositados a la Cumbre de Respuesta Global al Coronavirus (cuyo sitio web menciona solo la cuarta parte de ese dinero). Lo que no vemos aún, es el plan.
Qué va a impedir que turbas se arremolinen en los hospitales una vez que se anuncie la llegada de la dichosa vacuna, quién y cómo se va a priorizar.
Lejos de los buenos deseos, dicho plan debe contar con objetivos claros: cuántos mexicanos recibirán la vacuna; cuándo, cómo y dónde. Cómo se establecerá la red. Cómo se contratarán y entrenarán a los auxiliares sanitarios. Cuánto costará y lo más importante: cuál es el presupuesto asignado.
Para lograr proteger a la población, los expertos coinciden que se debe lograr una inmunidad del 60 a 70% de la población; es decir, vacunar a 6 o 7 de cada 10 habitantes y no el 20% que el Secretario de Salud mencionó. En México, lograr el 60% significaría vacunar, exitosamente, a 76. 2 millones de personas. ¿Cómo???
En un escenario eficiente, los primeros en ser vacunados, además del personal de salud y las Fuerzas Armadas, deberían ser las personas en edad de riesgo, donde la mortalidad ha sido mayor: los mayores de 40 años, que suman 48.4 millones. Los demás, en los siguientes meses.
Considerando un precio negociado para la vacuna de 5 dólares por dosis, México necesita invertir en el primer grupo, 244 millones de dólares sólo para la primera dosis; el doble para lograr el efecto máximo de una vacuna como la de la Universidad de Oxford que requeriría dos aplicaciones.
Así, para lograr una protección adecuada al 60%, México deberá invertir más de 15,000 millones de pesos en los primeros 12 meses, sólo en vacunas contra Covid-19, sin tomar en cuenta los costos de operación que implican vacunar a… ¡Todos! Y sin tener en cuenta los gastos corrientes del sector salud.
Cualquier intento por minimizar cifras y/o fechas, hará que se desperdicien recursos y a la larga continuaremos con contagios y muertes sin control.
@AletiaMolina
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