CIUDAD DE MÉXICO.- El grupo cultural Sonora Queherida hizo un reconocimiento a nuestra colaboradora Teresa Gil por su contribución a la cultura del país.
RETAZOS
La luz del crepúsculo sobre el enorme tejabán, es lo último que veo cada día cuando giro en medio de la tarde noche para que el tata me mire. Lo normal son las mañanas soleadas que transcurren en las parvas de trigo, mientras mi hermana y yo esperamos que termine la trilla. Todo parece girar en torno a una cosa: se escuchan ruidos, voces, graznidos de pájaros, pero curiosamente todo parece estar en silencio. Como si los sonidos confluyeran a eso. Como en la mezcla de colores que conduce a lo blanco.
Relato. Crueldad. La falda corta 2005 y 2017.
Viví parte de mi infancia a la orilla del mar, enfrente de una isla que brillaba como si estuviera en medio del fuego. El Paredón colorado, le decían. Yo veía desde la playa los reflejos circulares del sol sobre la isla, que me deslumbraban y pensaba en esas estampas del Cristo que desciende por segunda vez sobre la tierra, en medio de una luz resplandeciente y cegadora.
Crónica, La isla que brillaba 2007.
La forma de realizar el crimen puede ser independiente del instrumento e incluso no necesitar de él. Quien arroja a alguien de un quinto piso solo necesita pararse detrás de la víctima y empujar. Las viejas formas también se fueron estrechando y ya no resulta atractivo poner cianuro en una copa o echar a rodar una piedra desde el acantilado. La barra de hielo que se deshizo y dejó a un hombre ahorcado, enigma que quebró la cabeza de muchos en lejanos tiempos, ya es obsoleta. O el pequeño boquete en la pared que permitió la entrada de la serpiente venenosa que después desanduvo el camino, tampoco es noticia. El ingenio en la forma de provocar la muerte o realizar el crimen, ha tenido que correr parejo con la evolución de los tiempos y también con el surgimiento de las nuevas tecnologías.
Ensayos, Mis crímenes con la señora Miller, Apuntes de novela policial 2015.
Entre la bruma de sus recuerdos asoma el rostro dulce de una niña: una carcajada burlona que se expresa sin rostro y muchos personajes deshilados que siempre la conducen a lo mismo: ¿existió o no aquella aventura?
En la poltrona de su casa se mece suavemente y escucha entre el crujido de la silla, los gritos muy lejanos que la llaman. Se ve enorme y pequeña a la vez a la distancia y un recorte de periódico que su madre le enseña, resalta su extravío: “Desaparece niña en un barranco. La última vez que se le vio iba detrás de un gato”.
Ahora, muertos todos, vienen a sus recuerdos los misterios del tiempo, la fantasía que la obligó a contarles una historia inventada, Pero hay algo que siempre está presente y que es como un castigo a sus dislates. Ella misma se ve, ahora anciana, joven, bella, sonriente, reflejada su imagen, cada vez que se mira en el espejo.
Relato. Espejo. Lo que no se dijo. Minis y otras pequeñeces. 2015.
NADA HABÍA
El rocío formaba
como un rostro sonriente
una promesa alada
que llamaba en las sombras.
Y entonces (de repente),
el corazón saltaba
de la almohada,
se asomaba a lo oscuro.
Relámpagos tardíos
alejaban la lluvia
y un perfumar de lilas
se filtraba hasta el lecho.
Pero todo era un sueño.
Nada había en la blanca suavidad de la bruma
era solo la noche,
con su aliento.
Poema, Ella va todavía caminando 2016.
SOLO ESO
Imagínate en la noche
cuando pulula el viento
lo que dice ti, de mí,
de los ajenos.
Pasan las sombras raudas
y el sonido se extiende
por los árboles
como voces que escapan
desquiciadas.
Y hay un frio de espectro
y un aullido,
que se trasmina al alma,
Y en la noche profunda,
fría, oscura, distante,
todo confluye en todo.
Algo existe en las sombras,
es solo un aleteo
sobrio, estático, frío,
donde el silencio, al fin,
es el silencio.
Poema, Ella va todavía caminando 2016
Teresa de Jesús Gil Gálvez, Teresa Gil, Tere Gil, Teregil, los nombres que uso, no he sido poeta en mi tierra, ni escritora, ni periodista, ni abogada. Son, al fin al cabo como decía Carlos Monsiváis, atributos que los demás deben reconocer. Prefiero ser agnóstica, crítica, antiesquemática y comunista. La vida me lo reconoce. Nací en La Colorada Sonora, pero Sinaloa me quiso robar el nacimiento ya que me registraron en Bamoa Sinaloa, ya muy grande y soy sonorense solo por una letra; en lugar de poner Sin en mi acta, pusieron Son. Estudié en la UNISON que me dio mención honorífica por mi tesis La libertad de prensa en México. En mi estado trabajé en los más importantes medios de la época, hasta 1972, cuando salí en un tren hacia la capital del país donde he vivido y trabajado en medios importantes, diarios, semanarios y revistas, con breves retiros al mundo, entre ellos una corresponsalía en España. Desde hace siete años publico en redes relevantes mi columna Libros de ayer y hoy, para promover la lectura. He publicado ocho libros. Me han dado premios de muchos tipos, pero no suelo promoverlos. Prefiero que digan: ¡Que buen libro publicó Teresa Gil! o ¡Que buena columna escribió hoy la Teregil!
AM.MX/fm
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