Jorge Meléndez Preciado
Enrique Peña Nieto no supo responder, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (2011), cuando era candidato a la presidencia de la República, que tres libros había leído en su vida; pregunta inesperada donde cantinfleó.
Luego, quiso ser muy descriptivo en la Universidad Iberoamericana, y terminada la sesión a la que fue convocado, para explicar cómo fue la represión en Atenco, en 2006, ante su ineptitud tuvo que esconderse varias horas en un baño de la mencionada institución.
Su tesis de licenciatura en la Universidad Panamericana: El presidencialismo mexicano y Álvaro Obregón, fue en buena medida un plagio, reconocieron las autoridades de esa casa de estudios.
Su relación con las instituciones de educación superior, en el gobierno peñanietista, fueron por medio de la llamada: Estafa Maestra, una simulación de trabajos para defraudar al erario mexicano. En esta tarea la acompañaron, Rosa Robles, quien se queja que lleva un año en chirona por motivos políticos, y los hoy enmudecidos: Ramón Sosamontes y Emilio Zebadúa, entre otros.
Con esas características de Peña Nieto: ignorancia, torpeza, simulación y corrupción, sorprende ahora que el ex presidente diga que está escribiendo un libro en España, donde se encuentra oculto desde hace tiempo, aunque no asombra que haya perdido la cabeza, dicen sus leales, por Tania Ruiz, ya que hasta peluca uso para asistir a un restaurante neoyorquino con la modelo en septiembre de 2019. Ahora ya no la puede ver porque ella dio positivo al Covid-19.
Según dicen los que saben (recuerdo de Agustín Granados), en la tierra ibérica está asistido por su ex jefe del Estado Mayor (organismo desaparecido por López Obrador), Roberto Miranda, quien es agregado militar de México en Madrid; su secretaria, Teresa Morán, y su ayudante, Jorge Corona. Ninguno, a nuestro entender, le puede hacer la tarea escritural, por lo que seguramente ha contratado a cierto novelista muy renombrado en Latinoamérica.
Al decir del columnista Carlos Loret de Mola (El Universal, 13 de agosto), Enrique está dispuesto a regresar a México si lo solicitan en el juicio de Emilio Lozoya Austin.
Pero agrega la nota, quien presentó a Lozoya con Odebrecht fue Peña Nieto, y éste nunca hizo negocios con la firma brasileña, ya que no necesitaba dinero para su campaña, pues “tenía suficiente (efectivo) con los apoyos de empresarios mexicanos y, sobre todo, la veintena de gobernadores priistas que en ese momento estaban en funciones”.
De ser cierta dicha afirmación, el IFE queda en entredicho respecto a los ingresos de un candidato presidencial que debió, únicamente, utilizar los recursos públicos que le correspondía por ley. Aunque ya sabemos que muchos dijeron que la elección fue un derroche de dinero.
Entre ellos, obviamente Andrés Manuel, pero también el entonces presidente del PAN, Gustavo Madero, quien afirmó que el PRI ganó a billetazos.
Otra afirmación que hace Loret (sin explicar la fuente, ya que siempre sus aseveraciones son de personajes anónimos) es que el de Atlacomulco dice: “En el tema de Agronitrogenados, él (Peña Nieto) ni amigo era de Alonso Ancira” y dicha operación “fue fruto de la relación con el expresidente Carlos Salinas de Gortari”.
Algo que hará salir, por medio de sus múltiples voceros, a quien impulsó no sólo el modelo neoliberal en México, sino la mafia del poder.
Finalmente, otra bomba del hoy escritor (ja, ja): “En la reforma energética él, como presidente nunca pidió a su director de Petróleos Mexicanos (Lozoya Austin) que se reuniera con ningún legislador porque esos votos los cabildeaban sus secretarios: de Hacienda, Luis Videgaray, y de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong”.
Pobres diputados y senadores que eran convencidos no por la importancia de las medidas a tomar, sino por dos secretarios que supieron aceitar o triturar con la maquinaria que tenían a la mano.
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