Sergio Gómez Montero*
Corta la vida o larga, todo
lo que vivimos se reduce
a un gris residuo en la memoria
Vitale: “Residua”
Si bien desde sus inicios la política (el más representativo juego de engaños, dicen los filósofos chinos de la antigüedad) se entiende como la extensión de la guerra (de allí la importancia que en ella tiene Sun Tzu y su Arte de la guerra), quizá por ello, como a la guerra, a la política hay que entenderla a través de los varios niveles que ella tiene, y no sólo en su superficialidad o nivel superficial. Ello, por ejemplo, tiene una importancia singular en el análisis que implica el nada gratuito enojo de Felipe Calderón en contra del Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, pues ello ilustra sobre cómo eventualmente se puede dar el juego político que desde hace rato la derecha más conservadora del país está llevando a cabo para desplazar del poder a la 4T y particularmente a AMLO.
Es decir, si bien en la superficie de esa guerra por el poder se pueden situar las declaraciones furiosas de Calderón, en esas mismas declaraciones furiosas del expresidente michoacano (para vergüenza de todos quienes nacimos en ese estado) se ha expresado hasta dónde eventualmente pueden llegar los actos de esa fracción conservadora de políticos del país, que son todos aquellos que se han visto afectados, en lo particular en sus intereses económicos, por las leves medidas emprendidas por la 4T en favor de los sectores más desprotegidos de la sociedad, quienes durante más de 30 años sufrimos los desmanes de gobiernos que, sin medida, arrasaron a través de la corrupción con los recursos económicos de la Nación, dejando en la miseria a millones de pobladores de ésta y provocando una polarización brutal en términos de acumulación de la riqueza. No pues se trata sólo del enojo pasajero del expresidente mencionado, sino de una corriente dentro del conservadurismo mexicano que, como ya lo ha demostrado (recordar el ataque virulento del general Gaytán Ochoa en contra de las instituciones constitucionalmente establecidas en el país), está dispuesta a llevar hasta sus últimas consecuencias su obcecación política, que busca, a toda costa, derrocar a través de la insurgencia militar a las instituciones legalmente constituidas en el país, como si estuviéramos en el siglo XIX cuando el conservadurismo se trajo a Maximiliano o en el XX, cuando la Revolución y los gringos, con el apoyo de compatriotas traidores, tomaron el puerto de Veracruz.
La historia del país, pues, registra ya episodios tan tristes como los que hoy anuncia Calderón y que se quieren repetir, como si la gran mayoría de los habitantes del país estuviéramos pintados, incapaces de poner un alto a tales aberrantes designios, no sólo dándole un apoyo pacífico al gobierno actual, sino también, de ser preciso, tomar las acciones necesarias desde ahora para evitar las aberraciones que a nivel profundo ya desde hoy se comienzan a vislumbrar. Al respecto, no hay que olvidar lo que Mabel Moraña escribe en su texto “Sujeto, descolonización, transmodernidad”, cuando afirma que hoy los sujetos en América Latina podemos “… pensar lo real como objeto de reflexión y análisis, y como espacio pasible de ser interpretado y transformado por la acción humana”, es decir tenemos ya capacidad para no dejarnos engatusar con tales patrañas.
*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada
gomeboka@yahoo.com.mx
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