Pablo Cabañas Díaz.
Esto lo entendía muy bien Lázaro Cárdenas, quien en su enfrentamiento con Adolfo López Mateos con motivo de las agresiones estadounidenses a la República de Cuba, fundó el Movimiento de Liberación Nacional (MLN), que reunió en poco tiempo lo mismo al Partido Comunista que a grupos sindicales independientes y a un sector importante del PRI., Pero en 1963, Cárdenas decidió respaldar a Gustavo Díaz Ordaz como candidato oficial y dejó a la deriva al MLN, que desaparece con la misma rapidez en que lo había creado el General. Su cumplía el acuerdo de que no habría una oposición activa al PRI de quines formaban parte del sistema. El pensamiento crítico que existía en esos años en México era capaz de expresar propuestas y desarrollar acciones efectivas en cuanto a las necesidades de la sociedad mexicana, pero la izquierda con poder se encontraba en el PRI y en el gobierno, no en la izquierdas opositoras.
La política del siglo XX en México se encuentra marcada por la Revolución mexicana que creó un discurso, un Estado y un partido comprometido con los objetivos sociales de ese movimiento. Las izquierdas quedaron al margen de la política real, sin espacio ni oportunidad de expresar apropiadamente sus demandas. En muchos casos encerradas en su ortodoxia se colocaron detrás del partido del Estado. Como también lo advirtiera González Casanova, debido a la ventaja del discurso oficial, la oposición solamente aportaba críticas, articulaba descontento y proporcionaba al gobierno los elementos necesarios para reformular políticas.
En los años ochenta, hubo un cambio de rumbo, el PRI, se volvió una organización conservadora que promueve y facilita los cambios que el proyecto neoliberal requería para implantarse en nuestro país . En el PRI, e incluso en sus gobiernos, existieron corrientes más comprometidas con los programas sociales y otras que, buscaban la expansión de los negocios y las finanzas, y que incluso se preocupaban más por defender los intereses privados en la política. La tensión fue permanente, pero los resultados favorables del modelo económico atenuaron el conflicto.
Pero la tensión entre la viabilidad económica y el compromiso social se rompió y llevó, en 1987, a la más profunda crisis al PRI y que a nuestro parecer no pudo resolver en los años que subsecuentes . Lo ocurrido en 1987 con la Corriente Democrática marcó al modelo económico neoliberal, y marginó de 1987 al 2018 los compromisos sociales. Es importante señalar que esa crítica fue elaborada por la izquierda priista, no por la izquierda opositora. La élite tecnocrática que llegó con Miguel De la Madrid se propuso restaurar la fórmula de menos política y más economía, por lo que se quitó a su base social, a la que calificó de populista. Esa base social fue la que desde los años treinta le había dado la razón de ser y el apoyo político al proyecto de la Revolución mexicana. Los gobiernos neoliberales fueron derrumbando sus fundamentos políticos e ideológicos. El nacionalismo revolucionario siguió otros caminos, fuera del PRI.
Carlos Salinas en su Primer Informe de Gobierno, criticó al Estado “grande”, encargado de tareas sin fin, que a su parecer se volvió ineficaz e incapaz de cumplir con “los reclamos sociales” de los mexicanos. La prioridad era la economía con criterios técnicos y racionales, las demandas de la sociedad pasaron a segundo plano. Lo social era secundario.
Las explicaciones y el manejo económico desde De la Madrid a Enrique Peña Nieto exhibieron al PRI como un partido que producía gobiernos al servicio de los grandes intereses económicos. La sucesión presidencial de 1988 originó la crisis orgánica e ideológica del priismo y obligó, como nunca antes, a separar a las corrientes que se habían formado desde la Revolución mexicana. La izquierda perdió frente al control tecnocrático.
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