JORGE HERRERA VALENZUELA
Dos “tiros de gracia” sobre el corazón le cortaron la vida al ajusticiado, tras resistir tres descargas de fusiles. Era la calurosa mañana del martes 30 de julio de 1811 en la Plaza de San Felipe, en la capital del norteño Chihuahua. Más de mil soldados, cientos de mujeres y hombres, presenciaron el suceso. En las parroquias e iglesias hicieron sonar las campanas para acompañar a quien escoltado iba rumbo al paredón.
A diez meses y días de haber encabezado el inicio del Movimiento Insurgente en el pueblo de Dolores, Guanajuato, el sacerdote Miguel Hidalgo, de 58 años de edad, se resistía a morir. La orden era sentarlo en una silla, colocarlo de espaldas al pelotón de fusilamiento, pero el cura nacido en Pénjamo, Guanajuato, no aceptó. Le vendaron los ojos, pero en una de las descargas se desplomó y cayó la venda.
“Las bocas de sus fusiles, sobre el corazón”, ordenó el teniente Pedro Armendáriz (por supuesto, homónimo del actor mexicano) a dos de los soldados y enseguida: “¡fuego!”. Hidalgo quedó tendido, bocaarriba, en un charco de su propia sangre. Después se le decapitó como ocurrió con Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez, fusilados el 26 de junio anterior, ahí en Chihuahua.
Mi estimado amigo y colega Francisco Fonseca Notario en reciente remembranza nos recordó que “Durante el mes de agosto siguiente, las cabezas de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez fueron enviadas en una gran caja de sal a Guanajuato, en donde fueron colocadas en cuatro escarpias (ganchos) de la famosa Alhóndiga de Granaditas. Allí permanecieron durante diez años”. Las jaulas colocadas en las esquinas de la construcción. Consumada la Independencia en 1821, se procedió a dar inhumación a las cabezas de los héroes, después los restos fueron llevados al Altar de los Reyes en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. En 1925 fueron trasladados a la Columna de la Intendencia.
El nombre completo de quien desde 1824 es reconocido como El Padre de la Patria por ser el iniciador de la lucha para desligar a nuestro país de la subyugación en que España nos mantuvo, por 302 años, fue Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla. Solamente uno de sus tres hermanos lo acompañó en la insurgente y fue Mariano, también capturado con los demás jefes del movimiento; lo fusilaron el 6 de junio de ese trágico 1811.
La Hacienda de San Diego de Corralejo, de la que el padre de don Miguel era el administrador, fue su residencia hasta que emigró a Valladolid (hoy Morelia) para ingresar al Colegio de San Nicolás donde estudió la carrera eclesiástica.
Párroco de la iglesia en Dolores, la madrugada del 16 de septiembre de 1810 con el estandarte de la Virgen de Guadalupe salió a dar “El Grito” que desde 1840 se recuerda la noche del 15 de septiembre. A las siete de la mañana del día en que lo fusilaron, excomulgado y despojado de su calidad sacerdotal, además de sentenciado como civil, llegó hasta una capilla, se confesó y salió al paredón.
PRISIONEROS EN ACATITA DE BAJÁN
Derrotados por las fuerzas realistas, Hidalgo y Allende tuvieron una fuerte discusión y ambos pacificados determinaron dirigirse hacia el Norte. El puente, escenario de la cruenta batalla del 11 de enero de 1811, se localiza en Zapotlanejo y en el Siglo XIX unía Guadalajara con Los Altos de Jalisco. El nombre corresponde a Francisco Calderón y Romero que era la máxima autoridad de la Nueva Galicia. Construido en 1672, en 1932 el puente fue declarado “monumento histórico de la Nación”.
En la primaria nos dijeron que a los jefes insurgentes los capturaron en Acatita de Baján y se los llevaron a Chihuahua. La aprehensión la hizo un tal Elizondo, militar realista que se dijo “insurgente”. Hasta ahí y el profesor o la profesora no añadieron nada más.
El comentario es que Acatita de Baján no llega ni a ranchería. Se ubica a 33 kilómetros de la cabecera municipal de Castaños, Estado de Coahuila. Datos del INEGI revelan que actualmente tiene 19 habitantes, 10 son hombres y 9 mujeres. En estos tiempos es un paraje desértico. Los insurgentes caminaban después de ser derrotados por las tropas realistas en Puente de Calderón.
Ahí el 21 de marzo de 1811 (Benito Juárez apenas tenía 5 años de edad) fueron declarados presos por las tropas que comandaba Francisco Ignacio Elizondo Villarreal, quien al encontrar resistencia principalmente de Ignacio Allende, ordena disparar los fusiles y en el enfrentamiento muere el joven Indalecio Allende, por lo que su padre decide entregarse junto con Miguel Hidalgo y sus seguidores, entre ellos Manuel de Santa María, a quien también llevaron al paredón.
Elizondo encontró a los insurgentes que se dirigían hacia territorio norteamericano. Hidalgo y su gente llegaban a San Andrés Bejar y el realista les hizo creer que había cambiado de bando y que los escoltaría hasta la frontera. Al detenerse en Acatita para abastecerse de agua, Elizondo les dijo que eran sus prisioneros. En la capital chihuahuense los entregó. El virrey Francisco Javier Venegas le extendió una felicitación “aunque no fue en un hecho de guerra”. ¡Claro! fue un acto de traición.
Al estar en San Marcos, Texas, Elizondo fue identificado por el teniente Miguel Serrano, militante de la insurgencia. No dio tiempo a que el sujeto se defendiera y lo acuchilló hasta dejarlo muerto. Eso ocurrió el 2 de septiembre de 1813. En ese año, el principal enemigo de los insurgentes, Félix María Calleja del Rey fue nombrado virrey de la Nueva España.
Estimados visitantes de este diario digital, quedo en deuda. No hay no segunda parte, sino datos muy interesantes de los personajes que participaron en el Movimiento de Independencia de 1810. Hay aspectos individuales que comentaré el próximo fin de semana.
TRES TEMAS RELIGIOSOS
En el último día del séptimo mes, entre las efemérides encontré tres de un solo tema: el catolicismo. Bartolomé de Casaux nacido en Sevilla en 1484 llega a la Nueva España en calidad de comendador y este jurista, filósofo, es nombrado obispo de Yucatán y para entonces su nombre era Fray Bartolomé de las Casas, a quien por sus obras mereció el título de “El Apóstol de los Indios” y su labor se extendió por nuestro continente, por lo que fue llamado “Protector Universal de Todos los Indios”. Este ilustre personaje murió el 31 de julio de 1866…En un día igual pero en 1556 se registra el fallecimiento de otro gran personaje: Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, de la que fue el primer superior general. Obvio es una historia muy extensa de quien originalmente se llamó Iñigo López de Loyola o de Ricalde…En el año 2002 en la Basílica de Guadalupe, Ciudad de México, Juan Pablo II canonizó al indígena Juan Diego Cuauhtlatoatzin, a quien en el Cerro del Tepeyac se le apareció la Virgen de Guadalupe. Fue 31 de julio cuando Juan Diego fue elevado a Santo.
P.D. Recordaba que el primer periodista de Hispanoamérica fue Juan Ignacio Castorena y Ursúa, editor de los primeros 8 números de La Gazeta de México, en 1722. Era ocho hojas de papel y apareció mensualmente. El zacatecano murió a los 65 años de edad, en 1733 y poco tiempo después otro editor reanudó la publicación durante 14 años…En Tlalpujahua, Michoacán, el 31 de julio de 1773 nació el polémico insurgente Ignacio López Rayón, quien fue secretario particular del cura Miguel Hidalgo. Abogado egresado del Colegio de San Ildefonso, promovió la creación de la Suprema Junta Nacional Americana también conocida como Suprema Junta Gubernativa de América. Organizó el Congreso Constituyente de Chilpancingo que presidió José María Morelos y Pavón.
jherrerav@live.com.mx
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