*No se trata de desestimar el esfuerzo y la imaginación del actual gobierno, sino de llamar la atención del tlatoani sobre lo que a todas luces está mal, con el propósito de que encuentre la humildad suficiente para contener sus ensueños de grandeza y corrija un rumbo que es retroceso
Gregorio Ortega Molina
Ineludible Augusto Monterroso: cuando el hambre repuntó, la corrupción todavía estaba ahí. Y permanecerán los cochupos y las necesidades alimenticias, puede asegurarse.
No culpen a la pandemia ni a las políticas públicas de los sexenios anteriores, tampoco a la impunidad. Los seres humanos continúan fieles a sus debilidades, porque de lo contrario dejarían de ser y comportarse como lo que son: codiciosos y sin templanza que conduzca decisiones y conductas.
Si durante los primeros 13 meses de la regeneración nacional las políticas públicas se hubieran enfocado a la creación de empleos, a la revisión de los contratos en marcha para corregir los abusos y enmendar esos acuerdos en los que la corrupción es reina y señora; pero no, cancelaron las obras del pasado para eliminar las dádivas y los negocios contra los pobres, y construyeron casi de inmediato su propia red de complicidades, pregunten si no a los Ackerman, a los Bartlett, a los que ganan las licitaciones directas, a los que compraron el acero del desmembrado AICM en Texcoco.
Por eso AMLO ufano y en un remilgo para evocar a los huidos del franquismo, afirma que no usará el tapabocas, mascarilla o cubrebocas, hasta que deje de haber corrupción, como aquellos orgullosos republicanos que regresarían a la madre patria cuando cayera el Caudillo por la Gracia de Dios. La mayoría se quedaron con las ganas.
Imposible saber cuánto tiempo perderán en darse cuenta de que los programas sociales son ya insuficientes, y de ninguna manera resolverán el problema. Es posible que suceda lo contrario, que lo agraven. ¿Tienen idea de la manera en que gastan y consumen los beneficiarios de las tarjetas del bienestar?
¿Por qué mi suposición tan pesimista? La debo a la lectura del Informa de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FAO, en el que se nos advierte que la inseguridad alimentaria en la población mexicana aumentó en 2019 al 11.5 por ciento del total, es decir, 13.8 millones de mexicanas y mexicanos dejaron de tener opciones para poder adquirir suficiente comida para cumplir con sus requerimientos de energía dietética. Además, 8.5 millones de mexicanas y mexicanos estaban en condiciones de desnutrición.
Atengámonos al texto oficial, para contener el desánimo: El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2020 destacó que, de 2016 a 2019, el indicador de inseguridad alimentaria se elevó del 8 por ciento al 11.5 de la población, y esto aún sin contar los impactos que la pandemia de la COVID-19 dejará.
La nota de sinembargo.com subraya: “Al aumentar la falta de estabilidad en la adquisición de la dieta básica, las personas modifican su consumo, de acuerdo con lo más accesible a sus ingresos, destacó la FAO. En la observación de México como un país de ingresos medios altos (al igual que el país africano Samoa), las personas que están moderadamente en esta condición -el organismo observó- consumen más alimentos que generalmente son más baratos en la base calórica, como cereales, raíces, tubérculos y plátanos.
“Al tener ingresos menores, se deja de acceder a alimentos caros como la carne y los lácteos. México, en particular, muestra una disminución en el consumo de frutas y lácteos a medida que la gravedad de la inseguridad alimentaria aumenta, citó la FAO”.
No se trata de un empeño por desestimar el esfuerzo y la imaginación del actual gobierno, sino de llamar la atención del tlatoani sobre lo que a todas luces está mal, con el propósito de que encuentre la humildad suficiente para contener sus ensueños de grandeza y corrija un rumbo que es retroceso.
Con el plus de que además la economía se nos cae el 19 por ciento, o el veinte, porque hay quienes evalúan como un anticipo de la debacle, al considerar que, si el asunto fuese de una recesión anualizada, a lo peor andaríamos entre el 60 y el 70 por ciento.
Pero se niega a entender que, sin reforma del modelo político, imposible cualquier reconstrucción de la patria, del país, de la nación. Todo para Black Rock.
Pero festejará el 15 de septiembre, como en los tiempos originarios de Múnich, con antorchas y en la penumbra. Es el regreso del proyecto de mil años.
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