Sergio Gómez Montero*
dentro mío alguien solloza y no sé quién es,
quizá fuera yo mismo perdido hace tiempo
J. Huasi: “Sabotaje”
En memoria de todos aquellos, víctimas del COVID-19,
cuyo nombre no conozco
Desde el 1 de julio de 2018, ya tarde, la imagen permanece casi inalterada. Desde entonces todas las encuestas (imágenes fotográficas, como se refería a ellas Bourdieu) aún permanecen: la popularidad de Andrés Manuel López Obrador (López sólo, se refieren a él sus enemigos múltiples en los medios) se mantiene entre un 65 y un 70% desde aquella fecha hasta hoy (El Financiero, Roy Campos, El País), lo cual lo lleva a uno a preguntarse: ¿y si eso se mantiene hasta julio del año próximo, qué efectos electorales tendrá para el 2021? Es decir, ¿será ello suficiente para garantizar el triunfo electoral de las fuerzas partidarias (MORENA, PES –o como se llame–, Verde y PT) que lo apoyan y que garantizan el control del Poder Legislativo y que buscan, mínimo, el control de diez gubernaturas más de las quince en disputa, los congresos estatales y los principales municipios en disputa?
Pero, más allá de lo agria que se contempla esa disputa, lo que realmente estará en juego allí es si es suficiente la imagen continua de AMLO, que las muestras demoscópicas hoy ofrecen, para darle continuidad a su régimen de gobierno (la 4T) o si es necesario hacer ajustes al esquema electoral para que ese régimen pueda continuar adelante, avanzando en su tarea de construir un país cada vez más justo e igualitario, salvando irregularidades tales como una pandemia o una guerra sucia continua y de muy mala leche como la que hoy lleva a cabo el FRENAA, como si ello fuera una parte natural de la vida política de un régimen de gobierno (lo que nos habla de lo bajo que ha caído la lucha política en el capitalismo).
Es decir, considero que en el 2021 va a estar en juego la construcción de un nuevo Estado o saber si se mantendrá la continuidad del actual, que en un afán de democratismo trasnochado hasta hoy vigente quiere darle a todos la libertad de expresarse sin límites, repitiéndose así lo que Lenin plantea en El Estado y la revolución (escrito en los momentos álgidos de la Revolución de 1917) cuando habla, como él lo proponía, de un Estado que definiría a totalidad el control de la clase obrera sobre ese Estado o, como lo proponían los revisionistas y en particular Plejanov, que ese Estado sólo fuera el árbitro de las disputas entre clases sociales. Puede que no de manera tan radical como en aquel entonces, pero sí en el 2021 lo que está en juego, insisto, es profundizar en los cambios que hoy se están impulsando o ceder a las presiones que los enemigos del régimen (la 4T) llevan a cabo, y vía el triunfo electoral de los conservadores (con la alianza que van a conformar ese año), regresar a las épocas nefastas del neoliberalismo, poniendo todo tipo de trabas para que la 4T encabezada por AMLO haga su trabajo.
No se trata de mucho. Se trata sólo de que las mayorías que hoy apoyan a López Obrador entiendan que los estados de bienestar actuales (leves, ligeros) se pueden llegar a perder si es que no, en el 2021, incrementan el número de votos emitidos por la 4T tres años antes. Sí, se trata de que la imagen que permanece hasta hoy, cambie, pero cambie para bien.
Una tarea realmente complicada.
*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada
gomeboka@yahoo.com.mx
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