Por Armando Rojas Arévalo
Abrazos de felicitación a Amet Samayoa y
a todos los trabajadores, obreros, secretarias,
reporteros, articulistas y colaboradores
en general del diario “Ultimátum” de Tuxtla
Gutiérrez, por su tercer aniversario.
LOLA: El avión Boeing 787-800 con la matrícula TP-01 y el nombre de “José María Morelos y Pavón”, regresó ayer al hangar presidencial en el aeropuerto de la Ciudad de México, luego de casi 600 días (19 meses) de estar guardado en Victorville, California.
La aeronave, que fue enviada para su venta a Estados Unidos el 3 de diciembre de 2018, porque el presidente consideró que simboliza un despilfarro (tiene 14 horas de autonomía de vuelo, sección para 80 pasajeros, sala de juntas, teléfonos satelitales, una cama king-size y un baño de mármol, entre otros “accesorios” necesarios para la comodidad del jefe de estado), aterrizó en el aeropuerto internacional de la Ciudad de México a las 2.35 de la tarde.
Quizá si no lo hubiera adquirido la presidencia de FELIPE CALDERÓN –que, además, nunca lo usó porque lo entregaron en octubre de 2014, en el gobierno de PEÑA NIETO-, otro hubiera sido el destino del avión. En el 2012 tuvo un costo de 218 millones de dólares, equivalente a 2 mil 900 millones de pesos; hoy, está valuado en unos 130 millones de dólares. Es una más de las 70 aeronaves y helicópteros que busca vender la actual administración.
Apenas el pasado 15 de julio, de acuerdo con el sitio FlightWare, el Boeing 787 hizo un vuelo de inspección y mantenimiento de 52 minutos en Victorville, California, alcanzando una altitud de más de 10 mil 680 metros, una velocidad de 833 kilómetros por hora y una distancia recorrida de 598 kilómetros.
¿Qué va ocurrir ahora con el avión? A ciencia cierta sólo lo sabe el presidente, quien ha dicho que ya hay dos propuestas de compra e, inclusive, uno ya depositó un adelanto. ¿De veras? Los caprichos se pagan y este, de estacionarlo para venta en Victorville, costó al gobierno de México 30 millones pesos (1.6 millones de dólares).
Según la etimología se denomina “capricho” a una decisión o una exigencia que es arbitraria y cuyo origen se encuentra en un antojo. Para la psicología, un capricho es una idea que una persona desarrolla por afuera de la lógica y de lo razonable. Se trata de pensamientos que no se construyen de acuerdo a las reglas ordinarias y que muchas veces están vinculados a lo excéntrico.
Capricho, hasta que no se precise por qué, fue la suspensión de las obras del nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, en Texcoco. Según estimaciones de Bloomberg y LMCapital Group, las pérdidas por la cancelación del nuevo aeropuerto ascienden a ¡5 mil millones de dólares!, la cual será pagada como ocurrió con el Fobaproa que tanto critica el presidente, por generaciones enteras de mexicanos.
Los montos van desde los 60 mil millones de pesos, estimados por el equipo de esta administración; empero, llegan a las 198 mil mdp si se cuenta el costo de la cancelación, más el dinero que se requiere para un nuevo proyecto.
Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA) fue la entidad asignada desde los primeros meses del 2011 por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), como organismo ejecutor especializado del Gobierno Federal en la planeación, diseño, construcción y operación de aeropuertos, además de identificar los estudios de pre-inversión necesarios para desarrollar el proyecto de infraestructura de la nueva terminal aeroportuaria. Al concluir 2015, el presupuesto destinado para la obra del NAICM proveniente del Presupuesto de Egresos de la Federación, era de 104 mil 396 millones de pesos, pero en el primer trimestre del 2016 la cifra aumentó en más de 75 mil millones, para quedar en 180 mil 122 millones 684 mil 677 pesos, de los cuales, según los contratos abiertos, hasta ese momento sólo se ha hecho uso del 1.31 por ciento.
Independiente de estos montos, hay que considerar los que se invierten en la obra de acondicionamiento del nuevo aeropuerto de Santa Lucía que, para el caso se suman a lo que se perdió en la cancelación del aeropuerto de Texcoco.
El costo de la obra –Santa Lucía-, que se inició el 17 de octubre de 2019 y se prevé quedará concluida el 21 de marzo de 2022, sería de casi 80 mil millones de pesos, según informó el general GUSTAVO RICARDO VALLEJO, encargado de la obra, en la conferencia mañanera del 18 de marzo de este año.
El plan de trabajo –publicado en El Economista el 28 de octubre de 2018- para el nuevo aeropuerto contempla 31 obras cuyos costos estimados son, entre otros: Edificio Terminal por un importe de 1,614 millones 965,355 pesos 38 centavos. Dedo norte (305 millones 810,125 pesos). Dedo central (305 millones 810,125). Dedo Sur (305 millones 81 mil pesos). Hotel de 310 habitaciones (525.5 millones de pesos). Estacionamiento cubierto (2,444 millones 169,569 pesos). Terminal de autobuses (4 millones 875,739 pesos). Estacionamiento para empleados (98 millones 691,956 pesos).Turbosinoducto (276 millones 195,865 pesos). Plataformas (580 millones 594,218 pesos). Rodajes (7,963 millones 103,200 pesos). Vialidades Interiores (2,140 millones 190,807 pesos). Torre de Control aéreo (621 millones 85,674 pesos). C.R.E.I. (Cuerpos de rescate y extinción de incendios) (4 millones 205,681 pesos). Estacionamiento para taxis (17 millones 159,725 pesos). Cocina del aire (98 millones 563,208 pesos). Edificio de aduana (4,443 millones 642,089 pesos). Edificio de almacenes (142 millones 536,499 pesos). Obras inducidas (10,821 millones 862,315 pesos). Hangares de mantenimiento y almacenaje de aeronaves (1,601 millones 828,847 pesos 64 centavos). Almacenes de carga aérea (2,442 millones 849,152 pesos 57 centavos). Radares (1,327 millones 991,040 pesos). Cerco perimetral aeroportuario de seguridad (1,015 millones 817,440 pesos). NOTA: Todo esto a precios de antes de que subiera el dólar.
P.D.JAVIER JIMENES ESPRIÚ renunció como titular de la secretaría de Comunicaciones y Transportes y el presidente le aceptó la renuncia. La dimisión es producto de varios desencuentros entre el mandatario y él, especialmente por sus vínculos con la compañía Braskem Idesa, filial de Obredecht en la planta petroquímica Etileno XXI.
AL RATO VIENE OTRA RENUNCIA. Ya lo verás.
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