Por Bárbara Heredia
Los ruidos exagerados, que son continuos y cotidianos deterioran la salud de toda la población, pero en especial la de infantes y adolescentes pues están en etapa de formación, con mala previsión para su futuro; incluso los jóvenes ya registran niveles de sordera avanzados derivado del llamado “ruido recreativo”.
La Ciudad de México, con alrededor de 10 millones de habitantes y miles de automotores circulando por las avenidas, es considerada una de las de mayor contaminación acústica, lo cual no sólo afecta a nivel físico sino también pisicológico, sin embargo se minimiza el efecto que tiene el ruido en las casas, escuelas, oficinas y espacios de trabajo, de acuerdo con información de la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
El investigador Santiago Jesús Pérez Ruiz, del Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico (Ccadet), asegura que la exposición prolongada al ruido no solo causa sordera sino también es desencadenante de otras enfermedades cardiovasculares y crónicas, derivado “del estrés que causa la exposición prolongada a las altas emisiones ruidosas”, porque eso deteriora el estado general de salud tanto de niños como adultos.
“Estás estresado y llegas a tu casa a querer descansar, pero si hay mucho ruido afuera evidentemente no lo harás, por lo que aumenta el nivel de estrés. Son sutilezas, si así lo quieres ver, pero si este panorama se vive todos los días te va generando una situación de estrés muy marcada que afecta todo tu sistema cardiovascular y hormonal”, comenta el investigador.
Además del estrés, afectaciones físicas y psicológicas, los sonidos mayores de 80 decibeles pueden provocar la pérdida de la audición en forma paulatina, pero esto no se nota hasta que la estructura interna del oído ya está dañada. Lo que conlleva afectaciones colaterales tanto en la salud como en el desempeño personal.
En los niños percataremos que no hacen caso, pero no es por desobedientes sino porque no escuchan; algunos tienen problemas de aprendizaje y de comportamiento, porque simplemente no oyen las explicaciones; incluso prefieren ya ni participar en las actividades recreativas, deportivas y comunitarias.
Los ruidos muy altos pueden afectarnos aunque duren poco o mucho tiempo, ya que van dañando estructuras delicadas del oído interno, causando pérdida de audición inducida, de acuerdo con información del Instituto Nacional de Deficiencia y otros Trastornos de la Comunicación (NIDCD).
En las ciudades es donde por lo general siempre hay mucho ruido, tanto que a veces ya ni nos percatamos, los sonidos ambientales están por todas partes, en los lugares muy concurridos, en restoranes, en centros recreativos, en las calles y avenidas con tráfico de automotores, en zonas de paso o llegada de aviones, en casas, oficinas y escuelas donde se usan infinidad de equipos para facilitar actividades cotidianas, electrodomésticos y aparatos de entretenimiento. Todos esos sonidos permean en el sistema nervioso y lo percibimos a través de nuestros sentidos, pero sobre todo a través del oído.
Los especialistas afirman que un sonido a más de 80 decibeles causa daño a la salud auditiva, pero otros refieren que es desde los 70 decibeles cuando afecta y la pérdida de la audición puede ser inmediata o acumularse con el tiempo, incluso este hecho puede pasar inadvertido.
Así, la sordera puede ser parcial o permanente y puede afectar uno o ambos oídos. “Aun cuando usted no pueda notar que está dañando su audición, podría tener problemas en el futuro”, refiere el NIDCD.
La exposición a sonidos fuertes también puede causar tinnitus, que es un timbre, silbido, zumbido o rugido en los oídos o la cabeza. Este campaneo puede desaparecer con el tiempo, pero a veces puede continuar—de manera constante u ocasional—a lo largo de la vida.
“A veces la exposición a ruidos fuertes impulsivos o continuos provoca una pérdida de audición temporal que desaparece entre unas 16 a 48 horas más tarde. Las investigaciones recientes sugieren que a pesar de que la pérdida de audición aparenta desaparecer, a largo plazo puede haber daño residual de la audición”.
Es fundamental tener en cuenta las medidas de prevención, desde el nacimiento hacer pruebas de adulón a los bebés y en etapa escolar hacer una audiometría, ya que el sentido del oído, implica el habla y el lenguaje, que se traducen en entendimiento y aprendizaje sociocultural.
RUIDO RECREATIVO
En Estados Unidos, hasta 16 por ciento de los adolescentes informaron tener pérdida de audición que podría haber sido causada por ruidos fuertes, de acuerdo con datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.. Además un 15% de los adultos, o sea 26 millones de personas entre los 20 y 69 años, tienen pérdida de audición que pudo haber sido causada por la exposición al ruido en el trabajo o en actividades recreativas.
En México, en el l Seguro Social al menos 27 por ciento del servicio de consulta externa es por algún grado de sordera, incluso ahora hay más jóvenes que van con daños de alto grado.
Una de las causas de que se esté perdiendo el sentido auditivo en la juventud, es el “ruido recreativo”, esto significa que niños y jóvenes se han provocado daños en su sistema auditivo por el excesivo volumen usado en ipods y otros aparatos de entretenimiento o por acudir a lugares muy ruidosos como discotecas donde la música rebasa los límites en los decibeles “normales”.
En entrevista, el doctor David Daniel Figueroa Hernández, otorrinolaringólogo pediatra, informa que el uso de reproductores de audio en diferentes formatos digitales, como el MP3 utilizado en aparatos como el iPod, ha aumentado en la población mundial, pero especialmente entre personas jóvenes, y un problema es el alto volumen con el que se escuchan y el número de horas.
“Algunos estudios, como el de Mostafapour de 1998, realizados con reproductores de cintas personales conocidos como walkman , los cuales alcanzaban un volumen de aproximadamente 99 a 107decibeles, demostraron que los usuarios estaban en riesgo bajo de sufrir una pérdida de la audición inducida por ruido”, refiere el especialista.
En una investigación señala que los aparatos utilizados en esta época, como los reproductores de audio portátiles, alcanzan un volumen de 115 a 120 decibeles, lo que implica un mayor riesgo.
Además se ha incrementado el tiempo de uso, que es aproximadamente de 2.3 horas al día por un promedio de 5.6 años, en comparación con la media de una hora al día durante un promedio de cuatro años, lo que implica un aumento en el riesgo de pérdida de la audición, agrega en el documento denominado.
Otras actividades relacionadas con la pérdida de la audición incluyen la asistencia a centros nocturnos o conciertos de música, en donde se ha comprobado la exposición auditiva está en un rango de 90 a 120 decibeles, con una duración de tres horas en promedio, agrega el estudio del Dr. Figueroa Hernández, quien comenta que los daños a la salud se ratificaron con estudios de audiometría, que arrojaron daños en el umbral de audición a tal nivel que son predictivas de afección futura en las frecuencias del habla.
Por su parte, el otorrinolaringólogo Juan Rosas Peña, director del Hospital General de Zona No. 47 del IMSS, coincide en que la exposición al ruido constante, los altos niveles de música, así como el uso de audífonos, pueden ocasionar pérdida auditiva prematura hasta 30 años antes de lo normal.
Los primeros síntomas de la pérdida de la audición son la aparición intermitente de un zumbido en uno o ambos oídos, así como la dificultad para entender o identificar palabras en una conversación.
Explica que “el ruido destruye las células nerviosas encargadas de la audición y el deterioro es irreversible, lo que hace necesario utilizar prótesis auditivas, medicamentos oxigenantes y vitamínicos que coadyuvan a una mejor calidad para escuchar, sin embargo, la función auditiva no se recupera al 100 por ciento” El volumen alto de la música en antros, cine, televisión y uso excesivo de audífonos, en personas de entre los 15 y 24 años de edad, genera riesgo de sordera 30 años antes de lo habitual.
Por ello, como medida de prevención, lo ideal es limitar el volumen hasta 60 decibeles, ya que más alto causa alteraciones en el órgano auditivo, por la intensidad de las vibraciones que afectan las células internas llamadas ciliadas, las cuales pueden destruirse y morir por exposiciones sonoras altas. Y en el caso del humano éstas no se regeneran, como sí ocurre con los pájaros y los anfibios.
SONIDOS QUE DAÑAN LA SALUD
Los habitantes de las ciudades pueden estar tan acostumbrados al ruido cotidiano de sus entornos que en apariencia ni se inmutan, se desenvuelven como si no les afectara aunque los grados de estrés muestran lo contrario. Incluso algunos profesionistas hacen trabajos excelentes en medio de sonidos estridentes, pero al paso del tiempo presentan afectaciones en su salud.
La sordera puede ser causada por un sonido intenso e “impulsivo”, como el de una explosión, y también puede ocurrir poco a poco por la exposición continua o cotidiana a sonidos fuertes, como el generado en una carpintería o el que se escucha cuando el hogar se encuentra junto a avenidas de alto tráfico y aeropuertos.
También algunas actividades recreativas pueden poner en riesgo la audición, como son el tiro al blanco y la cacería, paseos en moto, escuchar música con auriculares a un volumen alto, tocar en una banda e ir a conciertos con la música fuerte.
La pérdida de audición inducida también puede ser causada disparos o explosiones. Éstos pueden romper el tímpano o dañar los huesecillos en el oído medio. Este tipo de pérdida de audición inducida por el ruido puede ser inmediata y permanente.
El sonido se mide en unidades llamadas decibeles, “mientras más alto sea el ruido, más rápido se desarrolla la pérdida de audición inducida”, de acuerdo con el NIDCD, institución que ofrece una lista de sonidos y los decibeles a los que ascienden, lo cual nos ayuda a diferenciar el ruido excesivo de los sonidos inocuos.
- Zumbido de un refrigerador: 45 decibeles
- Conversación normal: 60 decibeles
- Tráfico pesado en avenida de la ciudad: 85 decibeles
- Las motocicletas: 95 decibeles
- Un reproductor de música al máximo volumen: 105 decibeles
- Las sirenas de las ambulancias o patrullas: 120 decibeles
- Los petardos o disparos de armas, fuegos artificiales (cohetones y palomas) así como claxonazos de microbuses y camiones: 150 decibeles
MEDIDAS DE PREVENCIÓN
Los factores más importantes para proteger la audición, son mantener una distancia entre el punto de origen del sonido ruidoso, así como limitar por cuánto tiempo se expone a éste.
Los especialistas coinciden en que una regla práctica es evitar sonidos que sean muy altos y que estén demasiado cercanos, o que duren “demasiado tiempo”.
Al conocer los sonidos que dañan al oído interno podemos intentar alejarnos de ellos o cubrir nuestras orejas con las manos si se trata de un sonido súbito e imprevisible.
Recordar no usar audífonos de música o para otra actividad a decibeles altos. No acudir a lugares o con música estruendosa o incluso al cine, donde es posible pedirle a los proyectistas que bajen el volumen de la exhibición.
Las personas que están expuestas al ruido excesivo por trabajo y en el tráfico, deben utilizar protectores en los oídos que filtren y reduzcan el sonido ambiental.
Hay tapones u orejeras para los oídos u otros dispositivos de protección cuando realicemos una actividad, deportiva o recreativa, que involucre ruidos fuertes.
Al estar expuesto a ruidos fuertes durante un período largo de tiempo, es posible que poco a poco comience a perder la audición, quizá está tan acostumbrado que ignore las señales del daño, tales como escuchar en forma distorsionada o muy débil una conversación o la televisión.
El mundo es ruidoso. Proteja la audición de sus hijos
La salud en general y la sofisticada estructura de la que se compone el sentido auditivo pueden quedar afectados por los ambientes ruidosos, por los estruendos imprevisibles, por sonidos inevitables en la ciudad, por los interminables automotores, escandalosos lugares y aparatos de entretenimiento.
De manera que es necesario empezar por alejarnos de sitios ruidosos y cuidar a los infantes y jóvenes dándoles la información. Incluso puedes bajar una app que te ayudará a medir el sonido, el Sonómetro que utiliza su micrófono incorporado para medir el volumen del ruido en decibeles (dB).
Además evita en lo posible irte a vivir a zonas cercanas al aeropuerto o junto a avenidas de tráfico continuo. Prefiere lugares con aislamiento del ruido y ventilación eficaz, para reducir costos en salud.
En Estados Unidos, el NIDCD patrocina la campaña El mundo es ruidoso.Proteja la audición de sus hijos(It’s a Noisy Planet. Protect Their Hearing®), una iniciativa de educación pública para concienciar a los padres de preadolescentes sobre las causas y la prevención de la pérdida de audición inducida por el ruido. De manera que a nivel individual podemos iniciar con nuestros hijos o los niños y jóvenes que nos rodean una iniciativa similar de prevención y cuidado, además de hacerles un chequeo con el otorrinolaringólogo o el foniatra.
Los científicos, por su parte, realizan más investigaciones genéticas para analizar por ejemplo las causas de que algunas personas padezcan más que otras infecciones auditivas que les han provocado sordera. De igual forma estudian la sorprendente función de las células ciliadas y su mecanismo de protección natural para mitigar los sonidos altos, para encontrar tratamientos contra la pérdida de audición que hasta el momento es irreversible.
VCR/BH