FRANCISCO RODRÍGUEZ
A golpe de riñón, el Caudillo ha adquirido la categoría de intruso en el territorio nacional, pues ya es un sujeto que se presenta en cualquier parte, sin autorización, sin haber sido invitado, ejerciendo una posición que no le corresponde por su falta de méritos para ello. Adonde quiera que va es recibido por “el pueblo bueno” con abucheos, mentadas y amenazas reales de linchamiento.
Frente a las ya cuatro movilizaciones que se sucedieron en todo el país y a las que el Caudillo tildó de simples confusiones, la gente respondió: “no estamos confundidos, ni tampoco somos tontos, distinguimos cuando una mentira es empujada con distintos argumentos y cuando un lobo se disfraza de cordero”.
A punto de alcanzar el rango nada favorecedor de indeseable frente a la gente, el Caudillo se ha convertido en el centro de la sorna, en el objeto de una befa popular, en el retintín de un linchamiento popular que tiene causa muy identificable pero lo que no tiene es fin. Es el centro de la indignación, el sujeto que jala los reflectores de toda cólera social.
Creía que aprovechando el desconcierto –atizado a conciencia– del coronavirus podía ocupar su lugar, asestando al respetable toda suerte de sabadazos, agravios, amenazas, decretitos, acuerdos menores con alcances mayores, sorpresas desagradables y chistoretes de mal gusto. Él ha sido el primer sorprendido.
En seguridad, bateado a dos bandas
El recuento, el corte de caja de su campaña política después de “haber domado la pandemia” no ha podido ser más desastroso para la causa de la Decepción de Cuarta. Es más, ha sido acompañada de una cadena de desastres en los estados de Guanajuato, Sonora, Michoacán, México, Chihuahua, Jalisco, CDMX, Guerrero y Veracruz, cuya violencia en la lucha de los carteles por los territorios nacionales, no tiene parangón.
Enfrentamientos, masacres, sarracinas, riego de cadáveres que sólo obedecen a dos causas inmediatas: la confesión de haber sido personalmente el liberador de Ovidio El Chapito Ratón Guzmán, que lo hace quedar como un pelele, y el destape de Alfonso Blandazo rumbo a la candidatura a gobernador frustrado de Sonora. En las dos bandas, ha sido bateado el titular del Ejecutivo.
Su espaldarazo, ¿beso del diablo?
Con la mirada perdida, agazapado en el asiento de la Suburban blindada, el Caudillo en desgracia no puede dar la cara, vamos, ni abrir una ventanilla eléctrica para tener la gentileza de atender a las decenas de reclamantes que le esperan a la salida de las guarniciones militares de provincia donde realiza sus actos “mañaneros” y uno que otro vespertino.
Los brutales acontecimientos de Caborca, ubicada a unos pasos del sitio del nacimiento del candidato morenista Alfonso Blandazo, han sido realmente furiosos. Violentos y esclarecedores de la lucha de los carteles del Pacífico por el control territorial, a unos kilómetros de la frontera, mientras el Jefe de las Instituciones Nacionales (!) anda en gira de proselitismo. Destapando a un favorito que no es ni parece ser.
A estas alturas, cualquier ciudadano que se haya sentido con los méritos de rigor para ser postulado por Morena a diputado local o federal, munícipe o gobernador está pidiendo a gritos que el Caudillo cese sus intrusiones cotidianas en provincia, no sea que ahora sí vaya a salir más caro el caldo que las albóndigas. El espaldarazo del de Tepetitán puede ser el beso del diablo.
Encabonado, un sector de las Fuerzas Armadas
Las bandas delincuenciales organizadas y hasta las desorganziadas están de plácemes, verdaderamente engalladas, soliviantadas, saben que el valor civil del que manda ha tocado fondo. Está vencido desde la sesera para abajo. Saben que este es el momento de imponer definitivamente la ley de cada organización por encima de las leyes que se ha dado la sociedad.
La autoridad moral del que supuestamente manda, el Caudillo de marras, está por los suelos. El país ya sabe el precio que las bandas de Sinaloa y los hijos, la madre incluso, de Joaquín El Chapo Guzmán tuvieron que pagar para lograr la inmunidad, y el reconocimiento del Estado a todas las masacres que se les ocurran.
Entre los mandos armados, ésos que todavía no han sido beneficiados por las obras de relumbrón del régimen, los que no han recibido los moches de rigor, hay un franco encabronamiento contra el C. Jefe, Primer Comandante de las Fuerzas Armadas de tierra, mar y aire. No tardan en saberse algunos datos que ya circulan en las redes y entre los cercanos a la familia castrense.
Necesarias, más que nunca, “serenidad y paciencia”
Reconocidos analistas de la actualidad mexicana opinan que el nuevo régimen político intenta ser construido sobre cimientos de ignorancia, odio, miedo, intolerancia y codicia, una ambición desmedida sobre los haberes presupuestales públicos.
Abajo de eso, una total impunidad de los grupos delincuenciales de campo y de cuello blanco burocrático con gran displicencia y desdoro hacia la ley, lo que puede llevar, en el peor de los casos, a una dictadura chusca, de caricatura. Imposible de florecer por la cercanía natural con el Imperio, necesitado hoy más que nunca, de “serenidad y paciencia”, dijera Kalimán.
A Morena no le queda ni el grito de auxilio
Pero el Caudillo no tiene límites, es como un “toro sin trancas”, con el permiso del titular original del remoquete, Félix Salgado Macedonio, ínclito guerrerense que también se encamina a un Waterloo inexorable. Gracias al de Tepetitán, ese modito ya no prende entre el electorado de ninguna parte del país, en buena hora. Ya necesitamos gente con figura humana.
Hasta ahora, la encuesta más confiable de las que se han dado a conocer desde el lado independiente señala al Caudillo poseyendo un índice de simpatía y popularidad de un 34.5% entre la ciudadanía. Al escribidor le parece como para que dieran brincos en la casa presidencial, toda vez que difícilmente pueden alcanzar los veinte puntos.
Su engendro político, Morena, tendrá que salir a competir al ruedo con una aceptación ciudadana no mayor al diez por ciento del electorado potencial. Esos son los datos duros que por vergüenza no se han querido dar a conocer.
A Morena no le queda ni el grito de auxilio. Tal parece que los oídos presidenciales están tapiados a cal y canto. Este régimen puede pasar a la historia con las características del enano del tapanco, a puro grito y sombrerazo, pero sin resultados concretos. Es una vergüenza que ya ha trascendido a nivel mundial.
Aparato mediocre, soberbio, resentido y finalmente incapaz
Después de que se prometió en campaña la solución de todos los males sociales, el triunfo de un magnetismo que llevaría al país a las mismas puertas del paraíso de la equidad, los mexicanos descubrimos que el portador de esas promesas era simplemente un merolico, un impostor que se ha burlado de los reclamos y de las expectativas de todo un pueblo.
Los datos duros en la procuración real de justicia son de risa loca: sólo hay tres pelagatos, tres tristes paganos recluidos por defraudación fiscal, mientras el noventa por ciento de las averías procesales están mal integradas por interés o han fracasado porque fueron nacidas en la consigna del revanchismo.
Y han sido demasiadas las amenazas, las advertencias insulsas de cacerías fiscales de brujas, las pontificaciones sin sustancia, la verborrea demagógica de derecha que ha postergado las reivindicaciones ofrecidas por un aparato mediocre, soberbio, resentido y finalmente incapaz.
Y así, francamente, no se puede.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Cuernavaca, Pachuca, Xalapa… maestros, médicos, necesitados… La lista de espacios y de manifestantes es larga, porque en todas partes AMLO se encuentra con protestas, con personas que le piden, solicitan, exigen… Y él, detrás de la ventanilla del vehículo blindado sólo agita la mano, quién sabe si como saludo o como un ademán con el que niega que le hablen, que le griten y hasta que lo insulten.
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