FRANCISCO RODRÍGUEZ
A veces pasa desapercibido que la primera vez que el PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados fue porque en la elección federal intermedia de 1997 ese Partido en el poder –que había triunfado en la mayoría de los distritos uninominales (obtuvo 165 distritos; mientras que el PRD, ganó 70; el PAN, 64 distritos, y el PT, un distrito electoral)– perdió la mayoría legislativa. Cosas de la democracia.
Es decir, el PRI triunfó en el 55% de las demarcaciones y, sin embargo, perdió el control de la Cámara baja. Los partidos de oposición ganaron el resto y, formando un bloque, tomaron el control del Congreso e instalaron la famosa LVII Legislatura. Porfirio Muñoz Ledo obtuvo la presidencia de la Cámara de Diputados y contestó el Informe de Ernesto Zedillo. “Nosotros, que cada uno somos tanto como vos y todos juntos valemos más que vos”, le propinó citando el llamado que, en los albores del parlamentarismo, la justicia mayor de Aragón, hacía el entonces monarca para exigirle respeto a los derechos de sus compatriotas.
Uno de los últimos grandes préstamos en efectivo de aquél entonces lo había recibido Zedillo por parte de su antiguo amigo de Yale, Bill Clinton, para poder sortear con éxito el error de diciembre del ’94. Veinte mil millones de dólares dispuestos por la Reserva Federal estadounidense, casi a contrapelo del Congreso estadunidense.
De allí se derivó por primera vez la idea de la alternancia en el poder, un sueño largamente acariciado por los demócratas gabachos, porque Zedillo perdió el control que se le había servido en charola de plata. Surgieron los nuevos “demócratas”, contra todo pronóstico, que tuvieron que aceptar posteriormente la derrota electoral del año 2000, a manos del PAN.
Comités de Defensa de la Revolución, como en la Cuba castrista
Las elecciones legislativas de 1997 marcaron un hito en la historia moderna de México, no porque el partido en el poder lo quisiera, sino por la sarta de errores cometidos y la vergonzosa incapacidad de Zedillo para hacer valer la millonada de votos que, gracias al miedo generado entre la población por la revolución chiapaneca de fusiles de madera y el asesinato de Luis Donaldo Colosio, se le entregaron en 1994.
Este dato cobra la mayor relevancia. Hoy, que gracias al temor que ha despertado en los pasillos y en las principales oficinas de Palacio Nacional la casi absoluta certeza de no poder retener los niveles de votación de hace dos años y la inminente revocación de mandato que vendría, inexorablemente de darse el caso de perder la mayoría cameral, los mantiene en vigilia.
Perder la mayoría en la Cámara sería el anuncio inminente del cambio de rumbo y de ritmo. Los tambores y los vientos de guerra se han desatado en la sede del poder. El Caudillo ha ordenado a Morena empiece a formar con su clientela cautiva una especie de Comités de Defensa de la Revolución, como los castristas de la primera época cubana, para defender el régimen de la Cuarta Decepción.
Se constituiría un Comité por cada distrito electoral. Formado por los chairos de hueso colorado, que legitimarían en el acto la participación de los sapos y delatores de los conservadores, para ser juzgados por la opinión pública y por la justicia al servicio del poder, unos instantes después. Los cargos serían lo de menos, pero entre ellos sobresaldrían los respectivos al supuesto origen de las riquezas personales. Otra vez el atraco.
En chino que Morena haga prevalecer cualquier fraude electoral
Los morenos, que no tienen una peregrina idea de lo que es ganar una elección con sus propios medios, sin el aval de la figura del tabasqueño en la boleta, piensan que tienen todo, a partir de esta ligera percepción. Lo que no saben es que un partido que no tiene estructura ni disciplina al interior está en chino que haga prevalecer cualquier fraude electoral.
Ellos creen que los partisanos electorales saldrán de las listas de beneficiarios de los programas sociales y sus familiares. Desde allí vigilarán las casillas y asunto resuelto. Las clientelas harán todo el trabajo, sólo falta que Ramírez Cuellar y Gabriel Hernández, que manejan los padrones, echen a andar la maquinita de los ninis, sembradores de arbolitos, becarios y gente de la Tercera Edad, para que hagan el trabajo sucio.
No se imaginan siquiera el papel que tienen que jugar en esa elección definitiva los sagaces personajes que organizan las tamalizas previas al momento de la elección, los guías todo terreno que conducen a las corrientes tumultuarias de los cautivos para que sean acarreados a las urnas, los pastores que conocen las rutas de las movilizaciones…
… los que ejecutan las sinfonías cívicas del ratón loco, los taqueos, el robo de urnas en despoblado, el acomodo de cifras electorales en las actas de escrutinio para que chequen con los datos cantados en casillas, los que hacen el trabajo en realidad pesado. Las elecciones no se ganan con puros mariscales, ni con candidatos inventados en las tómbolas.
Para los morenos ganar las elecciones, muy difícil de resolver
Los mapaches que adelantan las horas del reloj municipal para adueñarse de la mayoría de la votación en casillas ubicadas en las plazas principales, los que se disfrazan de soldados para rescatar las urnas perdidas en la votación formal, los que al amparo de la noche dejan trozos de pantalones en los alambrados de provincia…
… los que saben rifarse el físico por los colores de una franquicia, los que tienen la mística y el denuedo para imponer sus criterios en las discusiones de rigor, frente a los cultos ciudadanos que representan en las mesas a los partidos de oposición, que avasallan a los señoritos de escritorio que jamás han visto una urna ni por fuera… esos son los profesionales imprescindibles.
Para los improvisados morenos ese será una cuestión más difícil de resolver que el nudo gordiano. Son elementos que no pueden comprarse con dinero, ni aunque el Caudillo se agandalle el cuarto de billón de pesos de las Afores para canalizarlos a recompensas electorales en combate, aunque tasen el costo de cada voto en miles de pesos.
Sólo Dios sabe dónde andan los despreciados mapaches del 2018
Lo fatal en este sentido es que en el terreno de la lucha cívica, los morenos no tendrán ni quien reparta los dineros entre el populacho, y menos tendrán a quienes sepan sacar el resultado que esperan en las urnas. Toda una desgracia, pues Morena no tendrá el ejército de profesionales especializados en esta materia que les sirvieron durante la elección del año 2018, porque venían corriendo de sus partidos de origen y buscaban cobijo ante la derrota.
Morena no se preocupó de sustituirlos, porque pensó que iban a ser eternos, a su servicio. Hoy ya no están, se fueron, porque su trabajo fue despreciado y sus emolumentos monetarios y políticos, fueron negados desde las alturas. Ahora, sólo Dios sabe dónde andan los sufridos técnicos electorales que hacen la diferencia entre una derrota y una victoria legítima. Están en manos de lo que no conocen.
A la voluntad popular le urge cobrarse unas cuantas facturas
Morena no tiene a los mapaches ni a los expertos electorales, profesionales de la materia, ni tiene la estructura y la necesaria experiencia para formar unos nuevos, porque los tiempos electorales, apresurados por el Caudillo se les vinieron encima. Están absolutamente desguarecidos e inermes, frente a la voluntad popular, a la que le urge cobrarse unas cuantas facturas.
A esa mayoría silenciosa a la que le urge que vuelvan a primar en el lenguaje político los conceptos certeza, confianza, estabilidad, empleo, inversión contra la crisis generada, venganza contra las corruptelas familiares, parar el derroche, detener las obras improductivas, regresar a la sensatez del sistema, y tantas otras asignaturas pendientes de este sistemita.
Hasta aquí a la ignorancia, la burla, al capricho, la inexperiencia
A la mayoría silenciosa se le queman las habas por salir a votar ya, y depositar en las alcancías de la democracia, que son las urnas, la esperanza por restablecer el México serio y productivo, desterrar las engañifas de revoluciones bolivarianas, socialismos caducos y experimentos latinoamericanos fracasados en todas las líneas.
Poner un hasta aquí a la ignorancia, a la burla, al capricho y a la inexperiencia. Ubicar a México por encima de cualquier Caudillo. Despertar a la realidad, antes de sucumbir en el hoyo infame de las ocurrencias y de los inspirados de tres al cuarto.
Al pueblo mexicano le urge obtener la mayoría, rescatar de una vez por todas la dignidad y la esperanza en el mañana, y en el hoy. Y sabe que solo sólo se resuelve en las urnas, en las mismas donde Morena no tiene ni para dónde hacerse.
Y es que hay cosas que ni con dinero se pueden comprar.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: En el análisis “Implicaciones políticas y sociales de la pandemia de COVID-19 en México”, la consultora Integralia –cuya cabeza es Luis Carlos Ugalde– señala que entre los efectos políticos que tendrá la crisis sanitaria está una disminución en la aprobación presidencial, mayor polarización política, distanciamiento entre organismos empresariales y el gobierno federal, asimismo se pone en riesgo la viabilidad del proyecto de la llamada 4T y la pérdida de votos para Morena en las elecciones de 2021. En el estudio se recuerda que las experiencias anteriores han demostrado que el partido en el gobierno ha pagado un costo electoral en otras crisis, como la de 1995, que hizo que el PRI perdiera 61 escaños en la Cámara de Diputados en las intermedias de 1997 o la de 2008 que provocó que el PAN perdiera 63 escaños en el 2009. “Si bien es incierto el impacto que la crisis actual pueda tener en las elecciones del 2021, es muy probable que Morena obtenga menos votos y curules como consecuencia del enojo social ocasionado por la crisis económica”, advierte.
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