Francisco Gómez Maza
Centros Médicos fundamentales, destartalados
El IMSS tiene que rehacer La Raza y el Siglo XXI
El paso del tiempo, pero principalmente la corrupción con la que fueron construidos, así como la falta de mantenimiento están acabando con los grandes hospitales del Seguro Social, como los centros médicos de La Raza y Siglo XXI, en los cuales los trabajadores de la salud se desempeñan en condiciones deplorables. Si pudiera verlos el gran Jorge Ibargüengoitia, resucitaría y escribiría una segunda parte de Estas Ruinas que ves… Y en las mismas o peores condiciones estarán otros en todo el país.
Arreciarán las lluvias, que en la Ciudad de México son brutalmente torrenciales, y se confabularán con la pandemia para hacer más pesada la vida de los trabajadores de los hospitales derruidos (aquí hablo de los que he visto); personal de limpieza, médicos y enfermeras constantemente tienen que distraer su atención principal a evitar inundaciones al interior de los edificios – pasillos, cubículos etc. -, porque son inundados por cascadas de agua, pues los cielos rasos están destartalados y dan la impresión que van a derrumbarse sobre médicos, enfermeras y el resto de los trabajadores.
A ese paso, aunque no estoy muy seguro que les interese darse cuenta, las autoridades de salud y el gobierno, que en realidad son algo así como los dueños del sistema hospitalario del IMSS, aunque participan con sus cuotas trabajadores y “patrones” (tendrían que ser socios inversionistas), obligadamente tendrán que reconsiderar y, no reconstruir los actuales, sino construir otros, muy bien hechos, con materiales de primera, evitando la corrupción que siempre han generado las obras gubernamentales, para sustituir las ruinas
Tanto el Centro Médico La Raza como el Siglo XXI son de primordial importancia para atender, a los asegurados de todo el país. La Raza, para los de la zona norte, y Siglo XXI, para quienes viven hacia el sur sureste. Y su relevancia ha crecido en ocasión de la pandemia que asuela (o asola) la vida física, espiritual y emocional de la gente, que ya no sabe qué hacer, si mantenerse en el confinamiento para evitar el contagio y la saturación de hospitales, o salir a trabajar, disyuntiva que puede significar o contagiarse de Covid-19, o morir de hambre.
Planteada está, pues, esta realidad del deterioro hospitalario, mientras la pandemia arrecia en todo el mundo, con nuevos brotes de la enfermedad. Por lo que toca a los mexicanos, aunque no sean partidarios del gobierno de la CuartaTra, deben hacerles caso a las autoridades sanitarias. No andar bailando la manzanilla en las calles si no tienen nada importantísimo qué hacer y no piensen que el nuevo coronavirus va a exterminarse a corto plazo. Vaya. Ni los más avezados sabios han podido encontrar una cura y menos una vacuna.
El SARS-Cov-2 (nuevo coronavirus) sigue infectando a miles de personas y matando a muchos, y llegó para quedarse. Ésta es la “nueva normalidad”: vivir, de ahora en adelante, con radicalmente nuevos usos y costumbres, como el uso del cubrebocas y el mantenimiento de la sana distancia (de dos metros). No será lo mismo de antes y, si no se respetan los protocolos, seguirán aumentando los contagios y seguirá habiendo muertos, aunque muchos no lo crean, o digan que el virus fue creado por los chinos, como dice Donald Trump, o por estos, según los herederos de Mao.
Tan grave es la situación ante la pandemia, que los planes para continuar la reapertura de Ciudad de México se truncaron, el viernes 18 de junio, con el anuncio de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, de que las actividades anunciadas para abrir la semana que comienza hoy lunes, como los mercados sobre ruedas y los tianguis, o los centros comerciales, continuarán cerradas pues la cantidad de hospitalizados infectados de coronavirus no ha disminuido a la velocidad esperada.
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