Mouris Salloum George
Desde la década de los ochenta, dada la irrupción de los cárteles de la droga en las campañas electorales y en el financiamiento de candidaturas a puestos de elección popular, algunos analistas nos presentaron un neologismo: Narcodemocracia.
Conforme se fue documentando la participación de altos mandos policiacos y militares en el negocio de la droga y la protección de gobernadores y dirigentes de partidos a los capos más afamados, el título fue otro: Narcoestado.
La segunda hipótesis cobró verosimilitud cuando se sospechó que la primera presidencia neoliberal pretendía administrar la producción y el mercado de narcóticos, persiguiendo a determinadas bandas y favoreciendo a otras en el reparto de los territorios entre los litorales del Pacífico y el Golfo de México.
Empresarios quebrados aparecieron como prósperos inversores
En ese periodo (de control formal del Estado del sistema de banca y crédito) se instituyeron y desarrollaron diversas figuras de banca paralela y aparecieron novedosas operadoras comerciales; crecieron como hongos casas de bolsa y casas de cambio; éstas, principalmente en la franja fronteriza norte, etcétera.
Paralelamente, la industria inmobiliaria registró un inusitado auge en el sector turístico y residencial, y las agencias distribuidoras de vehículos automotores aceptaban, con pago anticipado, la reservación exclusiva del total de los modelos más potentes y exóticos a punto de salir al mercado.
El signo de sospecha se dio en el hecho de que los nuevos prósperos inversionistas tenían expedientes de quiebras de empresas -algunas tipificadas como fraudulentas- en la economía formal.
Tres procuradores advirtieron; los presidentes no escucharon
Un procurador federal entonces, había propuesto pasar de tratar el asunto del narco como un asunto de barandilla policiaca, a tratarlo como problema de Seguridad Nacional; otro, hizo un mapeo de los centros metropolitanos, presuntamente convertidos en lavaderos de dinero. Un tercero divulgó investigaciones académicas sobre el proceso de construcción de la Economía criminal a partir de los delitos de cuello blanco. Los presidentes no los escucharon.
Al avanzar las negociaciones del primer Tratado de Libre Comercio, en El Capitolio de Washington comisiones del Senado y la Cámara de Representantes se instalaron en Parlamento Abierto. Ahí escucharon a ponentes que advirtieron que la liberación de la frontera con México facilitaría la operación de corredores desde los estados de este lado de la línea, para introducir por tierra la droga a los Estados Unidos, que hasta entonces ingresaba por las vías marítimas y aéreas. En fin.
En las carteleras del milenio, apareció el Capo del sexenio
Moviéndose el péndulo de costa a costa y de frontera a frontera, ya para el sexenio 2000-2006 apareció en las marquesinas, El capo del sexenio.
Mucha sangre y más mugre corrió bajo los puentes durante los recientes cuatro sexenios. Todos aquellos sucesos se escribían en corridos y se cantaban en las cantinas y los palenques; se hacían películas y series televisivas. No pasaba de ahí.
La pandemia nos ha traído novedades: Las de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda: A un solo cártel se les han intervenido ciento de cuentas bancarias contratadas a nombre de personas física y 267 empresa y dos fideicomisos, dispersas en diez entidades federativas. A un solo cártel.
Iluminó es emporio la operación Agave Azul. Falta que el gran angular eche más luces y con enfoques más arriba. Vale.
(*) Director General del Club de Periodistas de México, A.C.
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