CIUDAD DE MÉXICO.- La emergencia global de salud producida por la pandemia de COVID-19 está poniendo a prueba la capacidad de respuesta y de organización de toda la humanidad. Las empresas de la cadena del libro, atentas al momento por el que pasamos, estamos buscando modos de apoyar las medidas de mitigación decretadas por la Secretaría de Salud y en atención a lo solicitado por el Estado hemos suspendido, o estamos a punto de hacerlo, todas nuestras actividades por al menos un mes.
Comprendemos que la única salida de la situación de extrema emergencia que estamos viviendo, en México y en el mundo, es la colaboración de todos los sectores de la sociedad.
El papel de los libros y la lectura en el confinamiento y la cuarentena a la que la mayoría de la población debe someterse es esencial, pues contribuye, como otras manifestaciones artísticas y culturales, a la reflexión informada, al disfrute de la creatividad y a la conciencia del momento por el que pasamos, además de ser el sostén de la educación de la sociedad mexicana.
Las imprentas, las editoriales y las librerías del país se encuentran en un riesgo inminente. Las ventas de libros en el mercado de librerías y en el mercado educativo se han desplomado y a partir de ahora quedarán prácticamente suspendidas. En consecuencia, la producción de libros también verá drásticamente disminuidas sus actividades.
Como es del todo imposible que el Estado asuma la producción de todos los bienes que requiere la operación y desarrollo del país, es indispensable que atienda las necesidades del sector productivo en bien de la población y se establezcan medidas que protejan el empleo y permitan la subsistencia de la cadena de producción y venta de libros. La salud de la población y la salud de las empresas están indisolublemente ligadas: no puede existir una sin la otra.
La muy explicable solicitud del Estado a las empresas privadas para que suspendan sus actividades al menos un mes con el fin de mitigar la transmisión de las infecciones de COVID-19 pone a las imprentas, las editoriales, las librerías y demás actores de la cadena de producción y venta de libros en una situación de emergencia.
Ante la inminencia de cierres de empresas, de despidos masivos y de la destrucción de un sector clave de la economía, los impresores, editores y libreros del país planteamos algunas medidas inmediatas de estímulo y protección que se requieren para evitar el desastre que implicarían la pérdida de empleos y la destrucción de la planta de producción y venta de libros en México.
Consideramos que es indispensable proporcionar apoyo financiero en varias modalidades. La banca privada ha comenzado a dar pasos en ese sentido con su disposición a diferir pagos de distintos créditos hasta por cuatro meses, con la posibilidad de extender el periodo de gracia hasta seis meses.
Es igualmente necesario que el Estado reconozca esta situación de emergencia y ofrezca medidas fiscales para la protección del empleo y de los ingresos de los trabajadores que con el cierre de empresas se irían al desempleo. Estas medidas incluirían diferir el cobro de ISR y la declaración anual de las personas físicas y morales. Es indispensable también simplificar y acelerar la devolución del IVA a las empresas que tienen saldos a favor.
En la medida en que el pago de nómina sin la operación normal de la cadena del libro se vuelve imposible, es de interés público contar con créditos a largo plazo y a tasas reducidas, como se están ofreciendo en otros países, así como la eliminación temporal del impuesto sobre nómina.
Estamos convencidos de que la emergencia de salud requiere una reacción rápida y oportuna para evitar un desastre humanitario de proporciones imprevisibles y al mismo tiempo consideramos que la emergencia económica que acompaña a la emergencia sanitaria requiere la toma de medidas urgentes, inmediatas y sin burocracia para la mitigación de los efectos que están frente a nosotros.
AM.MX/fm
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