CIUDAD DE MÉXICO.- Cronista urbano de la capital, Salvador Flores Rivera — mejor conocido como Chava Flores, nació un 14 de enero de 1920 en la calle de la Soledad en La Merced. Desde niño fue curioso, se fijaba en los detalles y hacía caricaturas verbales de lo que sucedía a su alrededor, incluyendo ponerle apodos a la gente.
Poeta involuntario, autor de más de 200 canciones, captó su realidad llena de claroscuros dándole tintes humorísticos a sus letras ya que, en vez de llorar ante las tragedias, optó por reír entre lágrimas y agregó el albur como un toque de estilo a sus creaciones.
Pero Chava Flores no sólo fue el autor de canciones como Sábado Distrito Federal, Peso sobre peso, El Metro, ¿A qué le tiras cuando sueñas?, La tertulia, El gato viudo o Boda de vecindad. También fue autor de tres libros: Relatos de mi barrio, El cancionero de Chava Flores y su obra póstuma Motivaciones para la locura, que se publicó tras la muerte del autor y que es una recopilación de los poemas que, con una sinceridad despiadada, muestran las angustias y la melancolía del hombre.
Chava Flores tuvo infinidad de empleos desde su infancia; fue costurero, encargado de almacén, cobrador, vendedor de puerta en puerta, administrador de una ferretería, propietario de una camisería y de una salchichonería e impresor, entre otras cosas. Ocupaciones, todas ellas, que implican movilización por toda la ciudad, lo que fue de gran utilidad para su etapa como compositor pues, debido a sus empleos, recorrió barrios, calles y colonias, y fue testigo de diversas situaciones que posteriormente plasmaría en su obra, gracias a la cual se le otorgó el título de Cronista Cantor de la Ciudad de México.
Fue esencialmente un trabajador incansable: cuando las cosas no funcionaban bien en su empleo, inmediatamente buscaba una alternativa que le permitiera continuar trabajando; ese fue el caso en 1946, cuando desafortunadamente tuvo que cerrar su camisería.
Tuvo, así, una racha de empleos breves y mal remunerados. Fue así como, sin saberlo, se fue enfilando a lo que sería su carrera como compositor. Con sus compañeros de trabajo en la ferretería, inició su labor en una imprenta; en un principio, las cosas funcionaban de manera regular pero, a raíz de una idea suya, la imprenta empezó a mejorar: se trataba, nada menos, que de El Álbum de Oro de la Canción:
“Mi amor por las canciones de México y sus compositores fluyó a mi mente. Me sabía miles de ellas, aunque no conociera personalmente a ningún autor, y de mi mente desesperada por el infortunio surgió el Álbum de Oro de la Canción. Una revista quincenal que desahogara mis ansias guardadas por ese hermoso arte que tanto amé y que nunca fue mío.” (Flores Rivera Salvador, 1994:26.)
Se trató, sin duda, de un esfuerzo importante que tuvo un periodo corto de vida, debido principalmente al hecho de que la imprenta en la que trabajaba decidió dejar de lado el proyecto, y el precio del papel se elevó a tal grado que el álbum se volvió prácticamente incosteable. Salvador Flores Rivera comenzó a editar, en 1949, una colección de decorosos y útiles cuadernos de 32 páginas que llamó El Álbum de Oro de la Canción. El precio de cada cuaderno era de sesenta y cinco centavos, y en ellos aparecían las canciones más gustadas de todos los tiempos. Circuló durante cuatro años, al lado del Cancionero Picot.
Es justamente este episodio- de la creación del álbum- el que marcó definitivamente a Chava Flores y el que le abrió las puertas para incorporarse a las filas de compositores e intérpretes de aquella época pues, debido a su publicación, el trato con intérpretes y compositores fue despertando en él la vocación. La imposibilidad de continuar con el álbum lo orilló a buscar un nuevo campo de trabajo y, una vez que había conocido un poco más a fondo el ámbito musical, se percata de que su gusto por la música iba más allá del placer de escuchar y cantar, y comenzó a optar por crear sus propias canciones.
DENOMINACIÓN DE ORIGEN
María Eugenia Flores, hija del compositor, se ha dedicado a preservar la memoria de su padre e impedir que su legado muera.
El 14 de enero es el centenario del natalicio de Chava Flores. Las autoridades han sido negligentes. Durante muchos años y con administraciones de diferentes partidos políticos, he intentado que el gobierno del Distrito Federal lo reconozca con la grandeza que él merece, pero no. Creen que porque sus letras tienen humor no merece reconocimiento, pero Chava Flores –aún hoy, a 33 años de su muerte– es el gran cronista de la ciudad.
Hay estados que se pelean por honrar a sus compositores; Armando Manzanero es hijo predilecto de Yucatán; Veracruz honra a Agustín Lara; Morelos reconoce la labor de Joan Sebastian, Juan Gabriel, tiene calles en Ciudad Juárez y en Morelia, ¿por qué Chava Flores no tiene en su ciudad natal una estatua, una glorieta importante o una estación del Metro? Nada. Aquí en el Distrito Federal —para mí siempre será el Distrito Federal— no les importa”, asegura María Eugenia.
Padre de seis hijas de su primer matrimonio y dos hijos del segundo, Chava Flores dio letras a muchos cantantes.
A mi padre lo grabaron los más importantes: Pedro Infante, Miguel Aceves Mejía, Pedro Vargas, Lola Beltrán, Óscar Chávez, Tehua e Irma Infante y más recientemente La Sonora Santanera, Los Costeños, Café Tacvba y Cristian Castro.”
LA INSPIRACIÓN
La vecindad y el barrio son la columna vertebral en la obra de Chava Flores. Sus personajes fueron vecinos de las distintas colonias en donde él y su familia vivieron. Los temas de sus letras son anécdotas de su vida: el cortejo a una muchacha, un velorio, las visitas al parque, las bodas, fiestas de XV años, el tránsito en la ciudad, un viaje en el Metro, la cena en una taquería, la casa de una pareja o un juego de canicas.
De acuerdo con Excelsior, Gustavo Alvite, especialista en cultura urbana popular, cuenta que Chava Flores fue compositor por azares de la vida, ya que desde muy joven tuvo que trabajar porque su padre murió. Fue costurero, hizo corbatas; subió de puesto y se convirtió en cobrador, después fue contador. Trabajó como mensajero, lo que hizo que conociera la ciudad de punta a punta y pudiera retratarla magistralmente.
Chava Flores era muy amigo de José Alfredo Jiménez. Era muy trabajador, un chaparrito simpático, de cabello entrecano: un hombre que sabía la lealtad que se le debe al barrio. En este caso, la solidaridad del barrio aparece en los festejos y en las tragedias y es un personaje recurrente en la obra de Chava Flores.
Sus canciones siguen vigentes y lo más curioso es que detrás de muchas letras hay una historia trágica, que el autor retrata a manera de caricatura, al igual que lo hizo don Gabriel Vargas con La Familia Burrón.
Por ejemplo en el caso de la canción Peso sobre peso –mejor conocida como La Bartola— Chava Flores retrata al macho desobligado que le da a su mujer dos pesos y con ellos tiene casi casi que hacer magia para pagar todos los servicios.
La historia detrás de esa canción la contó Chava Flores en Relatos de mi barrio. Es la vida de dos teporochitos que se hicieron pareja. Ella se dedicó a cuidar a su hombre hasta la muerte. No se casaron porque él ya tenía esposa. Es una historia tristísima, pero el autor la hizo entrañable, divertida y la melodía es impecable. Cuando un autor es un gran melodista la mitad del camino está andado, porque la gente recuerda la melodía, la chifla y eso hace que trascienda en el tiempo”, comentó el también locutor.
Desde niño, Chava Flores tuvo un gusto especial por ir al cine y disfrutaba, sobre todo, las películas de vaqueros. La primera canción que escribió fue para el cine y se intituló Dos horas de balazos. Como sucede con muchos creadores, las finanzas no eran su fuerte y muchos se aprovecharon de ello.
María Eugenia Flores, su hija, narra que Ricardo Rivera Pérez Campos trató de esquilmar a su padre y al no lograrlo, lo envió a prisión.
Chava Flores fue un hombre muy confiado y mi padrino de bautismo, lo acusó de deberle 25 mil pesos. Como mi papá se negó a pagarle, utilizó sus influencias –porque su hermano era magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación– y gracias a ello mandaron a mi papá a Lecumberri, donde pasó un año de su vida.”
Aun cuando han pasado más de tres décadas de la muerte de Chava Flores, la gente lo recuerda. ¿A qué le tiras cuando sueñas, es una canción totalmente vigente que retrata a muchos mexicanos que esperan que sus deudas desaparezcan, que los equipos mexicanos superen a sus rivales sin problemas en los Juegos Olímpicos.
Chava Flores se volvió objeto de estudio. A su muerte, se volvió personaje de culto porque los universitarios le reconocieron el peso social y la importancia de sus canciones. Yo lo que creo es que no sólo hay que escuchar a Chava Flores, es necesario leerlo y conocer sus poemas para entender la grandeza del personaje”, finalizó Gustavo Alvite.
Muchas vecindades desaparecieron después del temblor de 1985; Chava Flores murió dos años después, el 5 de agosto de 1987, pero su obra seguirá vigente porque retrató a México y a los mexicanos mejor que cualquier cámara fotográfica.
AM.MX/fm
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