Francisco Medina
CIUDAD DE MÉXICO, 20 de noviembre (AlmomentoMX).- La muerte de Artemio Cruz, aparecida en 1962, es una novela del escritor Carlos Fuentes. En este libro, Carlos Fuentes presenta una visión panorámica de la historia del México contemporáneo tal como la rememora un industrial y político agonizante. La novela se inicia cuando Artemio Cruz, desde su lecho de muerte, recuerda las etapas más importantes de su vida, y en particular su participación en la Revolución mexicana. Igualmente recuerda cómo después de la Revolución fue poco a poco perdiendo sus ideales a la par que el amor de la única mujer que de verdad lo amó. Evoca también su matrimonio con la hija de un terrateniente, y cómo las relaciones de su familia política le permitieron amasar una inmensa fortuna.
Mal hablado, audaz, corrupto, oportunista, Artemio Cruz representa las paradojas de la historia reciente de México, el sistema político mexicano que hasta hace poco gobernaba, las costumbres de la clase media y de la clase alta arraigadas en el poder. En resumen, La muerte de Artemio Cruz es una radiografía de la historia de México.
En La muerte de Artemio Cruz se describen doce periodos de la vida de Artemio de manera anacrónica, se intercalan presente y pasado por medio de un cinematografismo de los procedimientos, multiplicidad y superimposición de planos y secuencias narrativas, que se resuelven en “cortes” violentos y audaces y veloces pasos de escena a escena (montaje espacial y temporal, flashbacks y flashforwards).
La narración se despliega mediante tres perspectivas que se fijan en el ojo de tres narradores diferentes. Hay un narrador que refiere su relato a la primera persona (el “yo”), otro a la segunda (el “tú”) y otro a la tercera (el “él”). Cada uno se acoge a distinta clave lingüística.
El narrador que habla en primera persona lo hace en una clave de presente, que a menudo se contamina con la forma aorística. El que se dirige al “tú” lo hace en un futuro que se caracteriza por su ambigüedad. El que narra en tercera persona usa una clave de absoluto pretérito para respetar la objetividad del acontecer.
Narración en primera persona.- Es la primera persona de Artemio Cruz, la conciencia del hombre que está muriendo. Se manifiesta por un presente actual que corresponde a su monólogo.
Narración en segunda persona.- Es Artemio contándose su propia historia; en este tipo de narración se transparentan las motivaciones profundas de su vida, a pesar de sus resistencias. El tú es el subconsciente, el alter ego del personaje. Este narrador habla en futuro para iluminar el pasado, es la conciencia crítica de la vida de Artemio que trata de encontrar el sentido de su vida.
Narración en tercera persona.- Es el Artemio del pasado, sus memorias reproducidas como imágenes en movimiento. Sitúa la mirada donde mejor le parece mostrando a los personajes desde distintos puntos de vista. En este tipo de narración los doce momentos sacramentales de la vida de Artemio son narrados.
La obra comienza cuando Artemio regresa de un viaje de negocios a la ciudad de Hermosillo. Sufre un ataque gástrico y se encuentra esperando su muerte en su gran mansión, situada en la ciudad de México. En ese momento por su cabeza pasan dos pensamientos, el de su vida corrupta, y el de su cuerpo que se descompone.
En su lecho de muerte rechaza al insistente cura que le quiere dar la extremaunción, incluso sabiendo que hace tiempo se ha separado de la Iglesia. Los médicos lo someten según dice, a muchas torturas, lo avejentan con sus exámenes y con el instrumental que ocupan le extirpan su dignidad.
Artemio siente la presencia de su esposa, a la que no lo une nada, y la de su hija que lo desprecia. Las dos mujeres simulan una preocupación por él, aunque la única causa de esta preocupación es que Artemio no les ha querido declarar dónde se encuentra su testamento. Padilla, su secretario, pone una cinta en la grabadora en la que se oye una relación de sus negocios y de algunas propuestas.
Mientras toda esta gente se mueve alrededor de su cama, su cerebro se traslada, en ida y venida, entre el presente y el pasado. Artemio en ese momento recuerda los sucesos que lo han llevado hasta donde está en ese momento. Empieza a recordar y se ve a sí mismo en el año 1919 como un joven veterano de la revolución que llegó a la casa de los Bernal en Perales, trayéndoles noticias al padre y a la hermana sobre los detalles de la muerte de Gonzalo Bernal ante un pelotón de fusilamiento villista.
Su propósito era ganarse la confianza del viejo padre de Gonzalo y casarse con la hija para así apoderarse de las propiedades de los Bernal. Sin embargo Catalina, la hija de don Gamaliel, jamás llega a comprender que Artemio se ha enamorado de ella. El padre Pérez, cura de la familia, le insiste en que el matrimonio le trajo la seguridad a su padre, pero al costo de su alma. Catalina se odia por la pasión que por las noches Artemio le despierta. Terminan por aborrecerse el uno al otro, y ella lo culpa de la muerte del hijo Lorenzo, quien una vez fuera de su control se alista para luchar en la guerra civil española.
Antes de Catalina hubo otra mujer, Regina, una soldadera de quien estuvo enamorado pero fue tomada como rehén por las tropas de Villa y luego la colgaron.
Después de la muerte de ella hubo otras mujeres: Lilia, una querida joven a la que llevó de vacaciones a Acapulco y que lo engañó allí mismo con otro; y Laura, que más tarde se casaría con otro. Pero sus aventuras no se limitaban a las mujeres. Recuerda también los hacendados de Perales, sus vecinos, y cómo se apoderó de sus tierras. Recuerda cómo fue elegido por primera vez diputado para lo que se valió de todo tipo de métodos: soborno, chantaje, grandes fiestas donde los invitados se reían de él a sus espaldas. Recuerda sus grandes negocios y cómo arruinó a sus rivales. Paralelo a estos recuerdos Artemio se prepara para enfrentar la soledad y la desolación que siente cuando llega el tiempo de morir. Poco antes de su hora final, Artemio revela dos episodios que explican por qué fue lo que fue.
Uno de ellos cuenta cómo fue capturado por las tropas villistas y sentenciado a muerte. Fue allí cuando decidió darle información al enemigo, aunque más tarde mató al oficial que le había prometido la traición sintiéndose culpable por el hecho. Justifica sus actos por medio de Gonzalo Bernal, el idealista desilusionado, aunque enfrenta la muerte valientemente. Bernal declara que una vez que la revolución ha sido corrompida por aquellos que actúan sólo para vivir bien, aunque se pelee y se ganen batallas, ya perdió su condición de revolución que ha sido derrotada por los ambiciosos y los mediocres.
En el último capítulo vemos cómo empezó todo: Artemio Cruz nació en un petate. Durante sus primeros años su único amigo es Lunero, un mulato que sirve a la abuela y al tío de Artemio que era borracho. Después de que accidentalmente mata de un tiro a su tío, Artemio huye a Veracruz. Allí un maestro se encarga de él y lo prepara para desempeñar el papel que llevó a cabo en la revolución antes de perder sus ideales y de elegir la traición que lo condujo a usar el poder corrompiéndose a sí mismo.
AM.MX/fm
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